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Más fácil decir que hacer
Por Xulio Ríos (El Mundo, 15/08/2002)
 
 

Hoy concluye la nueva ronda de conversaciones intercoreanas. Pese a los esfuerzos de ambas partes por recrear una atmósfera de confianza, lo cierto es que solo en los próximos meses se podrá advertir la utilidad del nuevo encuentro. Más allá del contenido específico de las negociaciones, poco innovador respecto a la agenda habitual, la principal sorpresa estriba en el contexto, en el clima de reforma interna impulsado por las autoridades de Pyongyang desde el pasado mes de Julio.

Se trata de medidas que, en la forma, presentan una remota semejanza con las aplicadas por su valedor chino en los primeros años de la modernización; en el fondo, probablemente auspiciadas también por un Beijing menos condescendiente, harto de los intentos de fuga de ciudadanos norcoreanos a través de su frontera o que incluso asaltan las delegaciones diplomáticas de la capital provocando situaciones muy incómodas para las autoridades chinas. Por otra parte, en Zhonnanghai se es consciente igualmente de un inevitable actuar cada vez más condicionado por las nuevas reglas de juego que impone su ingreso en la OMC. El tiempo de Kim Jong Il se agota.

La consolidación de este aún tímido proceso de cambio es inviable sin la vertebración de una nueva relación con Seúl. Su complicidad es fundamental para desatascar el proyecto turístico del Monte Geumgang, desarrollado por Hyundai, o la construcción de una base industrial en la ciudad de Kaesong, asuntos muy debatidos en este encuentro, al igual que la reunión de familias separadas o la progresiva normalización de las comunicaciones terrestres, todas ellas primeras pruebas para validar un posterior respaldo de mayor envergadura e implicación.

¿Y Bush? En plena euforia futbolística, el choque de fuerzas navales de las dos Coreas en aguas del Mar Amarillo con resultado de varios muertos, favoreció a los partidarios de la línea dura en Washington. No obstante, en Brunei, ante los países de la ASEAN, Colin Powell dio su visto bueno a este encuentro en la reunión mantenida a finales de julio con su hómologo norcoreano, Paek Nam-sun,. Pero las puertas a las negociaciones directas parecen cerradas aún y en el Pentágono se insiste en recurrir a la fuerza para acabar con la supuesta amenaza militar norcoreana, de nuevo en candelero con el anuncio de romper el acuerdo nuclear, imploración a navegantes de más ayuda exterior.

Aunque es más fácil decir que hacer, después de estas conversaciones y la reunión que Kim Jong Il mantendrá en Moscú el próximo día 20, el “eje del mal” podría chirriar un poco más.

 
 

Xulio Ríos es director del IGADI.

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ÚLTIMA REVISIÓN: 14/08/2002