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Alemania: Nuevas manifestaciones en lunes
Por Miriam Bader (Canal Mundo, 24/08/2004)
 
 

Revive una tradición en el este de Alemania. En 1989, los ciudadanos de la RDA demostraron su insatisfacción con el Estado y exigieron reformas profundas. Estas protestas fueron una de las razones por las que cayó el muro de Berlín y se disolvió Alemania oriental. Como entonces, acompañado de gran interés de los medios de comunicación, cada semana reuniendo a más participantes y contagiando a casi todas las ciudades del este, vuelven las manifestaciones de los lunes. Y resurge inolvidable la consigna “Nosotros somos el pueblo”, que quedó como símbolo del levantamiento de los ciudadanos.

Hoy día, 15 años después, se manifiestan otra vez, no ya como alemanes orientales sino alemanes del este, para expresar su insatisfacción con el gobierno, no de la RDA, sino de la RFA. Se trata otra vez de una protesta de los ciudadanos, que no está liderada por partidos o sindicatos. Pero no reclaman reformas profundas, como entonces, sino la interrupción inmediata de la política de reformas del Estado del bienestar impulsada por el gobierno Schröder. Ahora la amenaza no proviene de una autoridad pública percibida como omnipotente. La desgracia, que lleva a los ciudadanos a la calle se denomina “Hartz IV”. ¿En que consiste? Es una reforma, que entrará en vigor en enero de 2005, y por la cual después de 12 meses los desempleados no recibirán más prestación que la “asistencia social”. Hasta ahora se podía contar con prestaciones por desempleo de forma ilimitada, aunque previa solicitud que debía formularse anualmente. Muchos equiparan esta reforma con decadencia, pauperización y la declaración en quiebra del Estado del bienestar.

Cabe admitir que la comparación de las manifestaciones de hoy con las de 1989 no convenza en absoluto. Aún siendo el mismo día y revelando la insatisfacción de los ciudadanos, las protestas de las últimas semanas no tienen mucho en común con las que llevaron a la calle a tantos habitantes de la RDA. En aquella época, se desarrollaron en condiciones muy distintas, bajo un Estado totalitario y no democrático y los manifestantes se arriesgaban a sufrir serias represalias. Las de hoy son contra reformas decididas democráticamente por el gobierno de la RFA. Nadie lo puede discutir. No obstante, muestran la existencia de un gran disgusto, que se ha acumulado en los habitantes del este de Alemania y reflejan el estado de ánimo existente en los nuevos “länder”.

El gobierno alemán actúa inseguro frente a una participación tan numerosa en las manifestaciones realizadas en el este contra “Hartz IV”. Culpan de esa movilización a la mala imagen que las reformas sociales han proyectado, agravada por las tensiones entre los partidos, que si bien todos votaron a favor de su materialización, ahora se reprochan su dureza y consecuencias antisociales, en especial con los más débiles, los desempleados. Y el gobierno está sorprendido de que principalmente en el este de Alemania, el anhelo de moderación en el Estado del bienestar provoque rechazo, frustración y miedo al futuro de forma tan generalizada.

Pero mirando la tasa de desempleo, que en los nuevos “länder” alcanza en promedio más del 18% frente al 10% en los “antiguos”, se puede entender que las reformas sociales, principalmente “Hartz IV”, afecten mucho más a los ciudadanos del este que a los del oeste. El desempleo en masa en el este es un fenómeno reciente vinculado a la unificación del país.

La reunión de los dos estados fue una meta anhelada por todos los alemanes. En los nuevos “länder”, los ciudadanos tenían la esperanza, habiendo adquirido su libertad y con los derechos democráticos garantizados, de conseguir en poco tiempo el mismo nivel de vida existente en el oeste.

Esas esperanzas fueron alimentadas por el gobierno del entonces canciller Helmut Kohl, quien prometió, que en poco tiempo, los habitantes de la ex RDA podrían vivir como los de Alemania occidental. Que esta promesa nunca podría cumplirse, unos lo comprobaron con los despidos en masa, otros con el cierre completo de la industria del este.

Quien había perdido su puesto de trabajo, pasaba a integrarse en los llamados planes de empleo, desarrollando labores de interés público, o en cursos de perfeccionamiento. Pero sólo algunos de los desempleados volvieron a encontrar un trabajo con contrato por un plazo ilimitado y adecuado a su formación. Muchos terminaron como parados de larga duración con poca perspectiva de conseguir un nuevo empleo. Son ellos los más afectados por las reformas. Entre los parados de los nuevos “länder” representan más del 40%.

Aunque menos productivo, en la RDA existía pleno empleo; el paro, pues, es una experiencia nueva para los ciudadanos del este. Para muchos de ellos, hoy la imagen más poderosa de la reunificación no se plasma en la conquista de la libertad, sino en la pérdida de la seguridad social y laboral. La crisis económica de los años pasados y el estancamiento del crecimiento ha permitido que el abismo social entre el este y el oeste se haya mantenido y que pocos “paisajes florecientes” de los prometidos por el ex canciller Kohl en 1990, puedan percibirse.

El indicador más evidente no es sólo el paro, dos veces más alto en el este que en los antiguos “länder”, sino la huida de la generación joven al oeste. Hay pueblos en el este que semejan desiertos o sólo habitado con personas mayores en las calles. Pero son justamente los jóvenes, los activos y creativos, los que se necesitan para el desarrollo de la economía local. Su ausencia tiene consecuencias fatales.

En estas condiciones, las reformas sociales, a muchos ciudadanos en el este, les parecen un reforzamiento de la decadencia social y se sienten engañados por el gobierno de Berlín.

Por eso, las manifestaciones contra “Hartz IV” de las últimas semanas constituyen una válvula de escape para ese estado de ánimo, en que se encuentran muchos ciudadanos desde hace años y que se concreta en el miedo constante a quedar marginado y excluido del bienestar.

Así pues, como el gobierno no va a tener dificultades para hacer comprensible la necesidad de las reformas?. Es evidente que la modificación del mercado de trabajo es urgente, pero resulta amargo y doloroso que Hartz IV se refiera sólo a los más débiles. En enero de 2005 esta reforma entrará en vigor, al tiempo que la reducción del tipo fiscal del 45% al 42% para los ingresos más elevados. No es una coincidencia oportuna: los más ricos se quedan con más, los más débiles con menos.

Y otra cosa es evidente: Hartz IV parte de la suposición de que a los desempleados en muchos casos les falta el estímulo de buscar trabajo y que necesita una presión más fuerte para conseguir mayor voluntad de los desempleados. Pero la verdad es que en los nuevos “länder” no existen suficientes puestos de trabajo. Como conseguir más empleo fuera de los planes públicos o de las soluciones de corto plazo y poco impacto? Nadie sabe contestar a esta pregunta en todas las discusiones de “Hartz IV” que se han desarrollado en las semanas pasadas.

Así, el recorte más grave en el Estado de bienestar alemán no viene acompañado de una componente positiva, que deje entrever una salida al desempleo y que transmita comprensión y esperanza a los parados, principalmente en los nuevos “länder”. Por lo tanto, es previsible que el anuncio de reformas, de no modificarse su planteamiento, siga llevando a la calle a los ciudadanos los próximos lunes.

Aunque la comparación de las protestas de hoy con las de 1989 no coinciden por sus diferentes condiciones, una cosa demuestra muy claramente: la reunión de los dos estados en una república unida todavía no se ha materializado del todo. Y mientras siga realizándose de esta forma, nos acompañará una profunda insatisfacción y un ambiente subliminal que hoy emerge con toda nitidez: antes todo era mejor, dicen muchos en la RDA. No es difícil comprenderlo. Pero alguien creyó de verdad que esto iba a ser fácil?

 
 

Miriam Bader é estudiante da Universidade de Paderborn-Alemania en prácticas no IGADI.

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