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Interregionalismo en la II Cumbre de Presidentes de América del Sur y los Países Árabes (ASPA)
Ariel González(igadi.org, 10/04/2009)
 
 

La crisis económica internacional ya ha tomado una dimensión pocas veces vista en las últimas seis décadas y su finalización todavía no está clara en el horizonte. Se necesitan recursos intelectuales, políticos y sociales nuevos. En esta coyuntura la interrelación entre bloques regionales abre expectativas de diversificar los contactos comerciales y articular alianzas políticas en los foros multilaterales. América del Sur y la Liga Árabe están recorriendo este camino de vinculación multidimensional desde hace varios años y la II Cumbre de Presidentes de América del Sur y los Países Árabes es claramente representativa de la responsabilidad mutua de los líderes regionales en impulsar los contactos a los diferentes niveles gubernamentales.

1. Contextos regionales

La región sudamericana como la que se extiende desde el Magreb hasta el Golfo Arábigo tienen, en sus anales una fuerte historia de tensión hacia la unidad en sus respectivos espacios geoculturales. Se podría argumentar sin caer en equívocos, que la pulsión por lograr una mayor autonomía en las decisiones de cada uno de los Estados de la zona, ha llevado a impulsar la coordinación de políticas a nivel regional a pesar de las múltiples dificultades.

 

El mundo árabe está nucleado, desde la conferencia de El Cairo en 1945, en la Liga Árabe. Fue fundada en sus comienzos por Egipto, Irak, Jordania, Líbano, Arabia Saudita y Siria con el objeto de estrechar los lazos y coordinar políticas. Su creación estuvo cercada por el fantasma del colonialismo europeo y los interrogantes de la segunda posguerra. Esa sensación de inseguridad ante el peligro externo, se profundizó por dos factores claves: la Guerra Fría y la creación del Estado de Israel.

 

El primer factor – de carácter sistémico – llevó a la región a desarrollar sus políticas en un juego de suma cero, en el cual EE.UU. y Rusia pugnaban por la preeminencia en la región. Cooperación técnica, apoyo logístico, el rol incesante de los servicios de inteligencia y múltiples ventas de armamento se combinaban en un ambiente caldeado por diversas tendencias ideacionales como el anti-imperialismo, el nacionalismo árabe, el pan arabismo y un creciente renacimiento de la autoconciencia religiosa de los pueblos árabes.

 

El segundo factor – de carácter regional – convirtió a Medio Oriente en un polvorín. Desde 1948 hasta el fin de la guerra fría se desarrollaron 4 guerras regionales (1948, 1956, 1967 y 1973), una incursión israelí en el Líbano (Paz para Galilea, 1982), conflicto de los refugiados palestinos representados por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Jordania (Septiembre Negro, 1970) entre otros. El apoyo a la causa palestina y el rechazo al Estado de Israel fueron constantes para la Liga Árabe en este período. En este contexto, la Liga sumó miembros conforme se desarrollaba la descolonización de los territorios europeos. Se sumaron a la lista de miembros activos Yemen, Libia, Sudán, Marruecos, Túnez, Kuwait, Argelia, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Qatar, Omán, Mauritania, Somalia, Palestina, Djibouti y Comores.

 

Luego de la finalización de la Guerra Fría, la región ha vivido una mezcla de tibios intentos de democratización con la intervención de la potencia hegemónica y con el problema palestino sin una solución visible a mediano plazo. El ataque a Irak en 1991, luego de la invasión del país árabe a Kuwait, y la invasión norteamericana en 2003 profundizaron la percepción de amenaza externa en la región.

 

Pese a todas estas dificultades político-estratégicas, la Liga Árabe ha desarrollado instrumentos de integración regional dentro de su espacio de influencia en tres etapas. La primera hasta la década del ´70, se ha promovido la integración con tres estrategias simultaneas: 1) desarrollo de una serie de reglas comerciales que permite a los participantes no pagar ciertos impuestos sobre materias primas o productos hechos de materiales agrícolas, 2) creación de nuevas organizaciones que promuevan varias formas de desarrollo económico (Banco de Desarrollo Árabe) y 3) conformación de un mercado común mediante la estandarización de regulaciones y reglas de comercio, disminuyendo tarifas y otras barreras comerciales que permiten crear un mercado en el cual los participantes tengan fácil acceso (Common Arab Economic Union)1. La segunda etapa desarrollada en la década del ´80 sobre la base del documento Strategy for Joint Arab Economic en la cual se impulsó la conformación de empresas mixtas entre diferentes estados o empresas dentro de la región. Otro logro de esta segunda etapa fue el desarrollo de tres organizaciones de integración económica: Gulf Cooperation Council (1981), Union of the Arab Maghreb (1989) y Arab Cooperation Council (1989). La tercera etapa se está desarrollando desde principios de esta década con el impulso del denominado Greater Arab Free Trade Agreement (GAFTA) que comenzó a ser implementado en 1997 pero que ha tenido un gran impulso en estos últimos años debido al incremento del precio del crudo y de las materias primas en general. A estas iniciativas intraregionales se le suma las iniciativas Middle East Free Trade Area (MEFTA) de crear un área de libre comercio con EE.UU. y Mediterranean Basin Initiative (MBI) con la Unión Europea aunque ambas no incluyen a todos los Estados de la Liga Árabe.

 

América del Sur ha impulsado diversas fórmulas de integración regional. Hasta la década del ´80 su principal vocación era latinoamericanista. Instrumentos de cooperación e integración regional como la ALALC (Area de Libre Comercio de América Latina), la ALADI (Asociación Latinoamericana de Integración) y el SELA (Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe) fueron promovidos desde la década del ´60 hasta el fin de la Guerra Fría. Luego del cambio en el sistema internacional, se produce una doble tensión en los procesos de integración: regionalismo y la vuelta del “monroísmo”. El MERCOSUR y el nuevo lanzamiento de la CAN (Comunidad Andina de Naciones) se combinó con la Iniciativa para las Américas o ALCA impulsado por los EE.UU. desde 1994. Era el contexto “ideal” del Consenso de Washington.

 

A partir de principios de esta década, América del Sur comienza un proceso de introspección activa. Brasil comienza a mostrar su vocación de líder regional. Se plasma inicialmente en la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN) en Cuzco en el 2004 y luego su cambio de nominación por la de Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en 2007. Pero la importancia de este organismo supranacional va creciendo con el tiempo: aporte a la solución a la crisis boliviana (2008), creación del Consejo Sudamericano de Defensa (2008) y la articulación de posiciones en los foros internacionales.

 

2. De la cooperación Sur-Sur al interregionalismo

Las relaciones entre los países sudamericanos y del mundo árabe comenzaron a desarrollarse en el marco de la Guerra Fría. Vínculos nacionales y subnacionales se tejieron en torno a los procesos de liberación nacional y el nacimiento a la independencia de varios países del Medio Oriente y el Magreb. Estas relaciones se profundizaron en los foros internacionales como las Naciones Unidas y hacia “la década del setenta los países del Sur acuñaron la idea de la cooperación Sur-Sur para reforzar su capacidad de negociación con el Norte, a través de esfuerzos cooperativos con el propósito de resolver cuestiones relacionadas con el comercio, el desarrollo y el nuevo orden económico internacional”2. El fin de la conflagración bipolar entre EE.UU. y la Rusia comunista generó un cambio en la dirección de las relaciones interregionales profundizando el sesgo economicista con el objeto clave de aumentar la cantidad y calidad del comercio exterior y las inversiones.

 

Los países del Sur, concertados bajo la lógica del Consenso de Washington dejaron de lado ciertas cuestiones relacionadas con la importancia político-estratégica de su inserción internacional por las complacencias de las clasificaciones positivas de los grandes bancos de inversión para con los datos económicos e institucionales de sus economías. Esta priorización de lo económico tuvo otra derivación: el impulso al regionalismo y a la relación entre bloques económicos regionales. La concepción inicial del MERCOSUR (Mercado Común del Sur), la creación del TCLAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) y el impulso fallido al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) son ejemplos de integración regional bajo la lógica del mercado. Desde una visión institucionalista, los Estados eligen el camino de la integración con el objetivo de promover y maximizar sus intereses nacionales individuales coordinando sus políticas comerciales en procura de superar las dificultades que supone el “nudo giordano” del mercado interno.

 

A partir de esta década en curso comienzan los primeros esfuerzos hacia el interregionalismo. Este concepto “se puede describir como la forma institucionalizada de un proceso de cooperación interregional o de una práctica de cooperación interregional3 pero que se entiende mejor como un ““cuerpo de ideas” que promociona un espacio geográfico o social determinado como proyecto interregional o la construcción de una identidad colectiva; procesos asociados con un proyecto político y una estrategia y propicios a la creación de instituciones”4. En esta visión se plasma en la realización de las Cumbres América del Sur-Países Árabes que se realizan desde el año 2005.

 

La Primera Cumbre ASPA se celebró en Brasilia durante los días 10 y 11 de mayo de 2005. La misma fue impulsada por Brasil con el objeto de articular la integración sudamericana en torno a la Comunidad Sudamericana de Naciones (hoy UNASUR) con bloques regionales extra-zona. El objetivo principal plasmado en la Declaración de Brasilia expresa la voluntad de “elaborar una agenda para el desarrollo económico y social sostenible, que será aplicada de manera birregional y coordinada por medio de los foros regionales e internacionales pertinentes”5. Esta primera cumbre ha tenido resultados bastante satisfactorios en el área comercial. Argentina exportó por un valor cercano a los 4.500 millones de U$S (alrededor del 6% del total de exportaciones) y Brasil por un monto de 20.000 millones de U$S en 2008; casi el doble de lo exportado en 2005 cuando se realizó la primera cumbre.

 

Luego se concertaron más de una decena de reuniones técnicas y dos reuniones de alto nivel representados por los cancilleres de cada uno de los países: la primera en Buenos Aires (20 y 21 de febrero de 2008) y la segunda en El Cairo (4 de marzo de 2009). En la primera reunión se relevó la agenda de temas en coordinación Política y relaciones Multilaterales, cooperación Económica, social, cultural y referida al Diálogo de Civilizaciones mientras en la segunda se articularon los temas a tratar en la II Cumbre.

 

Coordinados en torno a la II Cumbre América del Sur-Países Árabes (ASPA), los Estados integrantes de UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas) y la Liga Árabe, se aprestaron el pasado 31 de marzo a concertar medidas y posiciones conjuntas en esta difícil coyuntura internacional que comienza a sentir las consecuencias de una profunda recesión. La declaración final de la misma contiene 11 puntos, los cuales hacen referencia a la importancia de adecuar el sistema financiero internacional frente a la crisis mundial que nos aqueja. También se incluyeron dos ítems más de cooperación: asuntos ambientales y desarrollo sostenible y cooperación científica, tecnológica y educativa.

 

3. Desafíos de cara a la III Cumbre

 

En este contexto, Brasil como Argentina son claves para la extensión de los intereses de los países nucleados en UNASUR por su dimensión político y económica. Ambos países, especialmente Brasil, funcionan como interlocutores válidos con las principales potencias de la Liga Arabe - léase Egipto y Arabia Saudita – tanto en el ámbito de la ampliación de los mercados, como la profundización de la cooperación en espacios referidos a las relaciones culturales y sociales.

 

Se determinó que la próxima cumbre se realice en Lima, Perú en el 2011. Los resultados de estos esfuerzos interregionales seguirán siendo monitoreados por ambos bloques y el incremento de las relaciones en sus múltiples aspectos conducirá a una profundización de los vínculos entre ambas regiones.

 

A pesar del buen ambiente de cooperación interregional, hay diversos temas de agenda en los cuales hace falta una activa promoción desde los gobiernos nacionales, como por ejemplo: el turismo, la flexibilización del sistema de visas, la captación de flujos de inversión, entre otros. Por otro lado, todavía no se ha explorado una triangulación de la región sudamericana con países que han cultivado una estrecha relación con el mundo árabe como España o China. La búsqueda de interlocutores extra-región más allá de EE.UU. es clave para redimensionar las relaciones entre ambos espacios geoculturales.

 

 

 

 

 

1 Toffolo, Cris; The Arab League, Chelsea House, 2008, pp. 90-91.

2 Lechini, Gladys; “¿La cooperación Sur-Sur es aún posible? El caso de las estrategias de Brasil y los impulsos de Argentina hacia los estados de África y la nueva Sudáfrica” en Boron, Atilio y Lechini, Gladys (ed.); Política y movimientos sociales en un mundo hegemónico. Lecciones desde África, Asia y América Latina; CLACSO, Buenos Aires.  2006, p. 313.

3 Schünemann, Julia; "Cooperación Interregional e Interregionalismo: Una Aproximación Socialconstructivista", Instituto Complutense de Estudios Internacionales, WP 05/06, p. 22.

4 Ibidem, p. 24.

5 Cumbre América del Sur-Países Árabes, Declaración de Brasilia, punto 1.1.

 

 

 

Ariel González, director del Centro Argentino de Estudios Internacionales.

 
 
 
29/04/2009 (c) Igadi, Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional, www.igadi.org
http://www.igadi.org/artigos/2009/ag_interregionalismo_en_la_ii_cumbre_de_presidentes_de_america_del_sur_y_los_paises_arabes_aspa.htm