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Estamos ante un punto de inflexión en Francia
José Fernando Pérez Oya (igadi.org, 08/05/2012)

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  Françoise Hollande saúda aos seus simpatizantes tras gañar a segunda volta das eleccións francesas
Le elección del nuevo presidente de la República de Francia nos plantea  una serie de interrogantes  a los que naturalmente no se puede responder pero que incluso  así nos invita, en esta hora temprana, a una pequeña y reflexiva enumeración. Nos parece evidente que conocemos suficientemente sus ideales políticos pero ignoramos el alcance de su apoyo parlamentario, que no podrá conocerse antes de las elecciones del próximo mes de Junio.  Hasta entonces los elementos principales de sus intenciones nos serán dados por  la elección de su equipo ministerial, su inmediata reunión con Angela Merkel, sus propuestas en la reuniones del 19 de este mes en el grupo del “G-20”, en el que se discutirá sobre la crisis económica mundial, y casi seguidamente del vigor de su decisión, múltiples veces repetida, de que Francia se retire, dentro del seno de la OTAN de una acción bélica en Afganistán tan disparatada como perdida.

 A lo anterior debemos de añadir un elemento decisorio personal que rebasa los límites de su país puesto que sus criterios serán más eficaces, escuchados y seguidos si es capaz de servir de vehículo y portavoz a un creciente sentimiento de frustración entre la población europea ante la incapacidad y escasa legitimidad de unos poderes socio-económicos y políticos  que no han sabido resolver los agudos problemas que nos oprimen. La posición intermedia de Francia- no tan fuerte como presumía  hacerla Sarkozy pero nada despreciable o marginal- y el compartir, hasta cierto punto, los problemas que atenazan a muchos países como Italia, España, Portugal y otros sobre equilibrio presupuestario, dificultad de financiarse en los así llamados “mercados” de deuda soberana, las normas excesivamente rígidas- y revisables -de una Unión Europea dictadas por una hegemonía mercantilista germana, la influencia nefasta de una globalización neoliberal ;  todo  hace que  Francia y sus posiciones y estrategia sean hoy fundamentales y rebasen un ámbito nacional. En un reciente artículo (New York Times, 3-5-1012) Paul Krugman señalaba que nos dominaba el poder de la plutocracia, estábamos paralizados política e ideológicamente, y nos desenvolvíamos en un mundo dominado por la perplejidad. Esperemos que la elección francesa sea el primer aldabonazo de un cambio.

Hemos tenido el placer de poder leer una reciente, aunque inconclusa, entrevista que le realizó a François Hollande el gran filósofo y sociólogo Edgar Morin. Esa entrevista nos ilustra sobre la filosofía política y social de Hollande. De esta deseamos destacar, de modo desordenado, algunos aspectos que nos parecen esenciales.

1º: Morin subraya la necesidad de lograr una integración armoniosa, que elimine sus elementos caducos,   de las corrientes libertarias, socialistas y comunistas integrando las necesidades dictadas por una conciencia ecológica. Hollande se muestra de acuerdo añadiendo la necesidad de integrar a una acción colectiva las aspiraciones y elementos locales reforzando una acción democrática construida desde “abajo”. El elemento voluntario debe de estar siempre presente;  el ser humano hace su propia historia incluso cuando debemos superar los obstáculos encontrados por mecanismos heterónomos  derivados de mecanismos e instituciones elaborados por nosotros mismos, en una-nunca eterna- organización de la sociedad.

2º- Necesidad de cambiar la concepción de Europa que no se limita a ser un gran mercado. Contrariamente Europa debe ser un proyecto político por un futuro más justo y mejor cuyo atractivo fuese suficiente a que se sumasen a él grandes segmentos de la derecha.  Hollande se declara muy fuertemente contra los elementos míticos y falsos del mercado sobre todo de su supuesto automatismo en lograr un crecimiento cuantitativo, despreciando los elementos  cualitativos o de bien común rousseauniano; destacando la necesidad de controlar los límites a la globalización. La mundialización no es una ley física ya que responde a intereses políticos y clasistas egoístas. La política debe fijarse el propósito de controlar las finanzas. Es consciente que los sectores financieros constituyen su: ”principal enemigo”. Desea ser un presidente “normal” y no inspirar miedo.

3º Durante su campaña Hollande anunció una larga serie de medidas concretas inspiradas por el deseo de reducir las diferencias sociales como la de limitar la diferencia de remuneraciones en las empresas entre trabajadores y ejecutivos  a un máximo “ratio” de uno a veinte, lograr una imposición más elevada de las rentas familiares más elevadas  (de más de un millón de euros) hasta una tasa marginal de 75%, congelar durante tres meses el precio de la gasolina y fueloil,  crear  60000 puestos en la enseñanza y otras en las que no podemos detenernos.

En general las ideas políticas de Hollande han sido bien recibidas entre los comentaristas de las izquierdas europeas, mientras que ha recibido críticas acerbas desde la derecha, sobre todo la anglosajona. Entre estas podemos destacar la del semanario The Economist que considera que el alto nivel de la deuda pública francesa y la debilidad de su sector bancario no le permitirían alcanzar unos utópicos objetivos de mayor justicia social a los que se opondrían los mercados internacionales. Esta misma fuente suscita la posibilidad de que tratasen de superar estas dificultades mediante una respuesta “brutal” a los mercados.  De ser “no peligroso” pasaría, como  el Casio  del  “Julio César” de Shakespeare, a ser alguien “peligroso”.

La última observación del Economist suscita el enorme tema de la posible introducción de medidas políticas proteccionistas que podrían conducir incluso a una salida del euro. No es este el lugar para entrar en este problema  pero conviene señalar que desde hace muchos años muchos economistas piensan que la globalización ha tenido efectos muy nocivos llevando a excesos de competitividad y especialización entre países y a un aumento excesivo de la liquidez y reservar internacionales. En mi pupitre veo a mano los libros de Ha-Joon-Chang,  Halimi, Sapir y otros, titulado en francés “El proteccionismo y sus enemigos”; otros como el libro de Tricornot  “El proteccionismo inevitable” ha sido un éxito de ventas. Algunos economistas críticos volvemos a leer a Keynes o a Jagdish Saigal y recordamos que A. Montebourg,  que escribió “Votar por la desmundialización”, resultó tercero en las “primarias” en las que venció Hollande. La discusión sobre estos temas alcanza países anglosajones y como ejemplo tenemos a R. Stuart que nos habla en su libro de un “proteccionismo amistoso”. Dejemos esto para un próximo futuro.

 
 
José Fernando Pérez Oya é ex funcionario economista experto na Comisión Económica para Europa de Nacións Unidas
 
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