China e o mundo chinés
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Hu el Grande Por Xulio Ríos (El Mundo, 04/07/2005) |
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Si bien los tres referentes de su agenda son de la mayor importancia, el diálogo con Rusia constituye el asunto principal. Los lazos chino-rusos han mejorado significativamente en los últimos años, pero China necesita atraer la complicidad de Rusia de forma más sólida para implicarla aún más en su desarrollo y en sus opciones estratégicas. La alianza bilateral se había resentido a raíz del 11S, pero la paciente diplomacia oriental y la creciente intervención estadounidense en el área de intereses más próxima de Rusia, están sentando las bases de un nuevo acercamiento. En el último año, han logrado cerrar el acuerdo sobre el sector oriental de la controvertida frontera que tantos conflictos ha generado en las últimas décadas, incluso armados, y se han firmado memorandos tanto en materia energética, como militar y de inversiones. Putin y Hu se reúnen unas tres veces al año. Rusia y China comparten hoy posiciones comunes en numerosas materias, desde la exigencia de un orden mundial multipolar al combate de los separatismos internos, pero sus relaciones económicas y comerciales, aún avanzando de forma constante, son muy flojas. En 2004, el incremento fue del 34 por ciento, pero por un monto total de poco más de 21 mil millones de dólares. El comercio transfronterizo representa la cuarta parte del total de estos intercambios, con unas potencialidades muy desaprovechadas. La visita de Hu Jintao a Siberia puede ser clave para activar la cooperación. La región asiática de Rusia constituye aún un foco de desencuentros entre Moscú y Beijing. Este territorio, que representa las tres cuartas partes de su inmensidad, concentra la mayor parte de sus riquezas naturales, codiciadas por China, quien desea alcanzar acuerdos que faciliten su explotación. El desequilibrio a uno y otro lado de la frontera se expresa en términos demográficos (30 millones de rusos frente a 125 millones de chinos) y socioeconómicos (prosperidad a un lado y crisis al otro). Las potencialidades para la cooperación son enormes, pero existen aún grandes temores y desconfianzas que Hu Jintao intentará salvar con sus gestiones ante las autoridades locales, eliminando obstáculos que abran camino al desarrollo de los recursos petroleros y de gas del Extremo Oriente ruso y de Siberia. Por otra parte, si en la cumbre de la OCS, serán los temas de seguridad los de mayor importancia, en Escocia, Hu, debe evidenciar su creciente implicación en la solución de los problemas internacionales. Su participación en la reunión del G8 demuestra la necesidad de contar con China no solo en lo económico, y también la comprensión por parte de Beijing de que su desarrollo no puede afirmarse sin admitir el fenómeno de la interdependencia y la necesidad de garantizarse un mayor protagonismo internacional que salvaguarde sus intereses. Los tiempos de la modestia, siempre enfatizados por un Deng Xiaoping partidario de no sobreestimar su acelerado desarrollo a fin de no inquietar a países terceros, ha tocado techo. Asegurar el ritmo de la modernización, hoy exige una implicación más activa de la diplomacia china en los asuntos mundiales. En esa estrategia, China puede encontrar en Rusia un significado aliado. Ello es fundamental en un tiempo en que los roces con la UE, Japón o EEUU irán aumentando de forma paulatina, ya se habla de la convertibilidad de su moneda o de las diferencias comerciales. La concreción lograda por Hu y Putin acerca de los criterios principales compartidos por ambos países en cuanto al orden internacional que ambicionan, supera la primera fase del reencuentro post-soviético de sus países, marcada por un entendimiento basado en las reticencias respecto a terceros. |
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ÚLTIMA REVISIÓN: 03/07/2005 |