En manufacturas, los latinoamericanos carecen de capacidad de competir en alta tecnología (excepción hecha de algunos pocos nichos) y están hallando cada vez más difícil competir en mano de obra intensiva. En recursos naturales, la región sufre las consecuencias de un período de vacas flacas así como de la volatilidad inherente a ese sector. No en balde el área de los servicios se visualizaba en nuestra región como la nueva esperanza exportadora.
En manufacturas, los latinoamericanos carecen de capacidad de competir en alta tecnología (excepción hecha de algunos pocos nichos) y están hallando cada vez más difícil competir en mano de obra intensiva. En recursos naturales, la región sufre las consecuencias de un período de vacas flacas así como de la volatilidad inherente a ese sector. No en balde el área de los servicios se visualizaba en nuestra región como la nueva esperanza exportadora.
Hasta fecha no lejana una inmensa cantidad de servicios se encontraban encapsulados dentro del ámbito doméstico y no podían prestarse fronteras afuera. Varias razones permitieron, sin embargo, derribar esa barrera. Entre éstas, los grandes avances en las tecnologías de la información y las telecomunicaciones y la homogeneización de las prácticas de consumo, producción y gerencia.
Ello ha determinado la aparición del fenómeno de la llamada “oficina de atrás”. De acuerdo a éste las grandes empresas del mundo desarrollado externalizan todos aquellos servicios no medulares que no requieren ser prestados “in situ”. El resultado no es otro que la desmaterialización creciente de dichas empresas, en medio de funciones que van a la búsqueda del profesional calificado de menores costos en cualquier lugar del mundo donde éste se encuentre.
Ello implica deshacerse de numerosas actividades que tradicionalmente realizaban ellas mismas, tales como contabilidad, procesamiento de datos, pago de salarios, relación con clientes, etc. Sin embargo, se trata de un proceso mucho más ambicioso. Tal como señalaba hace unos años Bloomberg/Businessweek: “El fenómeno de las externalizaciones está transformando dramáticamente la noción de reingienería empresarial con millones de ingenieros, analistas financieros o arquitectos resultando fácilmente contratables a menor costo en el exterior por vía de la Red virtual” (“The future of outsourcing”, 30 enero, 2006).
De acuerdo al Director del Centro de Estudios Económicos de Princeton, Alan Blinder, todos aquellos servicios que no requiriesen ser prestados cara a cara tenderían a desaparecer del mundo desarrollado para pasar al mundo en desarrollo, lo que representaría decenas de millones de empleos (“Offshoring: The Next Industrial Revolution”, Foreign Affairs, March/April 2006). En otro estudio, realizado en coautoría con Alan Krueger, Blinder señalaba que los empleos de mayor calificación y formación profesional podían incluso estar más en riesgo de externalización que los demás (“Alternative Measures of Offshorability”, National Bureau of Economic Research, August 2009, http://www.nber.org/papers/w15287).
América Latina cuenta con ventajas múltiples para posicionarse como proveedor de servicios a distancia. En primer lugar por su afinidad con la cultura occidental, de la cual es parte. Ello la coloca en posición de privilegio frente a empresas de Europa o Estados Unidos. En segundo lugar por lo avanzado de su experiencia en el campo virtual. De acuerdo Basil Puglisi, Consultor de temas “online”, América Latina avanza sin rezago y a veces con mayor rapidez que el resto del mundo en esta materia, como lo evidencia el hecho de que con apenas 8,2% de la población global sea el segundo consumidor global de redes sociales (“Networking statistics in Latin America”, http://digitaldoughnut.com/social-networking-statistics-in-latin-america).Ello resulta clave pues los servicios mercadeables internacionalmente lo hacen primordialmente por esta vía. En tercer lugar está la mayor convergencia de horarios con América del Norte, lo cual permite el cumplimiento de tareas en tiempo real. Ello la coloca en ventaja frente a las zonas horario de Asia. En quinto lugar por el hecho de que el inglés es una segunda lengua de uso común entre las clases medias de la región. Siendo éste el idioma universal de los negocios su dominio resulta fundamental.
Lamentablemente esta es una puerta que pareciera estar cerrándose, cuando apenas comenzaba a abrirse para América Latina. Así pareciera deducirse de la experiencia que actualmente vive India, gran líder en esta materia. Confrontada a la revolución digital en el mundo desarrollado, la nación asiática se ve fuertemente amenazada. Según The New York Times: “La industria india de la tecnología de la información creció con inusitada rapidez durante las últimas dos décadas, gracias al fenómeno de las externalizaciones. Esta, y sus actividades conexas, generan más de 150 millardos de dólares anuales en ganancias y emplean a cuatro millones de personas que brindan apoyo a las empresas estadounidenses y europeas en búsqueda de costos laborales más económicos. Pero la industria tecnológica global se está asentando crecientemente en la automatización, la robótica, el ‘big data’, y el aprendizaje de las máquinas, todo lo cual amenaza con dejar de lado e incluso reemplazar a los trabajadores indios” (“Tech jobs’ luster dims in India”, June 27, 2017).
Si ello ocurre en India, es evidente que América Latina no tiene ya mucho que buscar en este campo.