Obama participó pero no lideró el G20 en Seúl. Hu Jintao se salió con la suya: no cabe esperar una rápida apreciación del yuan. Incluso recriminó a EEUU la laxa política monetaria aplicada por el FED. Obama se sintió aislado ante su principal acreedor. A las críticas chinas se sumaron otros países emergentes preocupados por el alud de dólares que pueden revalorizar sus divisas y frenar sus exportaciones. También Merkel vela por los intereses de la 2ª exportadora mundial, no son siempre coincidentes con los de otros socios europeos. La UE atrapada por su crisis interna y sin una sola voz exterior, sigue en el limbo. Solo Alemania se hace oír.
China mantendrá infravalorado el yuan para seguir liderando el comercio mundial. Ello perjudica la competitividad de las empresas, alimenta el déficit comercial y dificulta la recuperación económica de EEUU y la UE. Pekín hace oídos sordo. Utiliza la estrategia de quejarse más que sus interlocutores. Se excusa con que es aún un país en vías de desarrollo que precisa crecer y crear más empleo, aunque sea a costa de los demás. Insiste en que un yuan alto causaría una catarata de cierres de sus empresas exportadoras, una perdida de millones de empleos y una gran conflictividad social. Y avisa que una China inestable sería un desastre para la economía mundial.
Pero el subdesarrollo chino no encaja con que China cuente con la mayor bolsa de reservas de divisas del mundo. Hu Jintao y Wen Jiabao viajaron hace poco a la UE. Prometieron apoyar la estabilidad del euro aportando su ayuda financiera a varios países de la zona euro afectados por la crisis financiera. En 2010, Pekín ha comprado deuda de España, Portugal, Irlanda y Grecia. Le urge diversificar su cartera exterior muy concentrada en EEUU. China se comprometió a seguir comprando bonos del tesoro y a invertir en proyectos logísticos en la UE. Pero los préstamos deberán devolverse. Y cuando más compre, menor será el margen de maniobra política de los países deudores ante el acreedor chino. Las inversiones chinas también facilitarán el desembarco de sus empresas y productos en el mercado interior europeo. Grecia e Italia ya han sacado una buena tajada del maná chino. Pueden convertirse en dos puertas de entrada china en Europa. España aspira a serlo.
La estrategia china en la UE es clara: “divide y vencerás”. No asume compromisos en Bruselas pero sí en Atenas o Roma. China podría ayudar directamente al euro apreciando el yuan pero prefiere financiar a determinados Estados de la zona euro. Confía que saciando sus urgencias financieras, ganará aliados para frenar las presiones de Bruselas para que se aprecie el yuan. En el G20 de Seúl algunas bocas europeas permanecieron calladas.
Pero la clave de la falta de consenso no está en la UE, sino en las tensas relaciones entre EEUU y China. En Seúl, Obama tendió puentes de diálogo con Pekín. Hu Jintao se mostró firme apelando a EEUU a afrontar sus problemas. Aunque se abrió a flexibilizar el tipo de cambio de yuan respecto al dólar y el euro, no concretó cuando y a que ritmo lo hará. Mientras tanto, los desequilibrios monetarios y comerciales podrían empeorar. Los Estados, con presiones internas, pueden acabar aplicando medidas proteccionistas, comerciales y financieras. En este caso, se provocaría un mayor estancamiento del comercio y de la economía mundial.