La visita del presidente venezolano Nicolás Maduro a China abre un nuevo horizonte en las relaciones bilaterales. Maduro es buen conocedor de dicho proceso por cuanto desde su cargo de ministro de asuntos exteriores (2006-2013) vivió de cerca el salto cualitativo experimentado en sus vínculos durante el mandato de Hugo Chávez (1998-2013), especialmente tras la rúbrica del acuerdo de asociación estratégica en 2001. Ahora, con el horizonte de seis años por delante, en un caso, y con una dirección china al inicio de su mandato, en otro, esta visita permite coordinar intereses y prioridades, trazar los contenidos esenciales del nuevo impulso y definir los contornos de la puesta a punto.
La visita del presidente venezolano Nicolás Maduro a China abre un nuevo horizonte en las relaciones bilaterales. Maduro es buen conocedor de dicho proceso por cuanto desde su cargo de ministro de asuntos exteriores (2006-2013) vivió de cerca el salto cualitativo experimentado en sus vínculos durante el mandato de Hugo Chávez (1998-2013), especialmente tras la rúbrica del acuerdo de asociación estratégica en 2001. Ahora, con el horizonte de seis años por delante, en un caso, y con una dirección china al inicio de su mandato, en otro, esta visita permite coordinar intereses y prioridades, trazar los contenidos esenciales del nuevo impulso y definir los contornos de la puesta a punto.
El contenido económico ha primado en los encuentros con Zhang Gaoli y Li Keqiang. China es el segundo socio comercial de Venezuela. En 2012, el volumen de los intercambios superó los 20.000 millones de dólares (en 2001, eran apenas 589 millones). En el transcurso de la visita se dio vía libre a la línea de crédito de 5.000 millones de dólares, pendiente tras el escándalo surgido en la desviación de 84 millones de dólares adscritos al fondo binacional para el desarrollo (2007) gestionado por ambos países. Con cargo a dicho mecanismo, Caracas ha recibido unos 36.000 millones de dólares (del total de 44.500 millones de dólares recibidos) que cancela con el suministro de barriles de petróleo (640.000 diarios actualmente que podrían convertirse en 1 millón en 2015).
En el orden energético, Sinopec invertirá 14.000 millones de dólares en el bloque Junín 1 de la Faja del Orinoco para la producción de 200.000 barriles diarios. Por su parte, Eximbank avala un préstamo para la construcción de un nuevo muelle de PDVSA en Morón, cerca de la refinería El Palito, a 150 km al oeste de la capital. Otros 700 millones de dólares del Banco de China permitirán el desarrollo del mapa minero del país y la explotación de la mina aurífera de Las Cristinas
Otros acuerdos se refieren a la compra de autobuses y la creación de una empresa mixta para su producción en Venezuela con destino a toda la región. La construcción de viviendas (4.500 unidades) afectará a Nueva Esparta y Anzoátegui. En el ámbito agrícola, se dará prioridad a los cultivos de arroz y soja. Es este un campo de especial atención para Caracas que ansía comprometer a China en la mejora de su frágil seguridad alimentaria.
En lo económico, el mayor reto para ambos países se centra en el impulso a las zonas económicas especiales, cuestión a la que el vicepresidente Arreaza prestó especial atención durante su visita preparatoria de julio último. China, tras su desigual experiencia con el modelo aplicado en algunos países africanos, advirtió a Caracas de la importancia de considerar las condiciones locales.
Por otra parte, la confianza política es un factor clave en sus relaciones. La visita del presidente Maduro adquiere en este sentido una gran significación. La alianza con China es un factor clave en su política exterior, pero también se orienta al ámbito interno como quedó de manifiesto en su visita a la Escuela Central del PCCh, que presagia un incremento de la cooperación interpartidaria, ya explorada durante la visita en julio del presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello.
China toma distancias de las proclamas antiestadounidenses de la revolución bolivariana (ni una sola alusión a la polémica surgida después de denunciar que Estados Unidos le había negado el permiso para sobrevolar territorio puertorriqueño para viajar a China) pero, indudablemente, Beijing simpatiza con cierta visión del orden internacional y comparte el anhelo de construcción de un mundo multipolar. El pragmatismo, la no injerencia y el entendimiento estratégico son las piedras angulares de la cooperación en su conjunto, que abarca dominios de especial significación como la cooperación militar y espacial.
El presidente Xi Jinping (que visitó Venezuela en 2009) calificó a Maduro como “buen amigo de China”. Con anterioridad, cuando el vicepresidente Li Yuanchao visitó Venezuela en mayo último (el primer líder extranjero que expresó su apoyo en persona e in situ en medio de la tensión por los resultados electorales de abril), calificó a Venezuela como “el mejor amigo de China en América Latina”. Hay temores ante lo siempre delicado de la situación política venezolana y sus fragilidades y reveses, pero no son palabras huecas.