Desde hace mucho tiempo, las especulaciones en torno al si y al cuando Polonia se unirá a la zona euro es un tema favorito y popular tanto entre los políticos como entre los economistas polacos. Sin embargo, cuanto más se arguye, menos claridad. Y formando parte de la Unión Europea, tarde o temprano, Polonia tendrá que cambiar su moneda.
Desde hace mucho tiempo, las especulaciones en torno al si y al cuando Polonia se unirá a la zona euro es un tema favorito y popular tanto entre los políticos como entre los economistas polacos. Sin embargo, cuanto más se arguye, menos claridad. Y formando parte de la Unión Europea, tarde o temprano, Polonia tendrá que cambiar su moneda.
Unas semanas antes del colapso de Lehman Brothers, el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, dijo que la entrada en la eurozona debería realizarse en 2012. Pero debido a lo que pasó después, es decir, la crisis y la ansiedad en torno a si la propia zona sobreviviría en unas condiciones tan difíciles, se dejó de tomar medidas para que Polonia se acercara a la adopción de la moneda común. El tema regresó a la palestra en 2012, cuando el presidente Bronislaw Komorowski firmó el pacto fiscal europeo, que estrecha los requisitos fiscales para los países miembros de la eurozona. Los estados que todavía no han entrado pueden participar en las cumbres relacionadas con la aplicación de las disposiciones del pacto. Este paso provocó la oposición del partido Ley y Justicia, que está en contra de la incorporación de Polonia al euro. Obviamente, dado que la Plataforma Cívica pretende convencer a la sociedad de que Polonia debe prepararse para el cambio de moneda, las próximas elecciones (en 2015) estarán marcadas por la división entre quienes quieren tener el euro lo más pronto posible y los que no lo quieren.
Por el momento, Polonia no cumple los criterios de convergencia. En 2012, la tasa de inflación llegó al 4%, mientras que el límite era del 3,1%. Además, el Consejo de la Unión Europea impuso a Polonia el procedimiento de déficit excesivo hasta al final del año 2014. Se prevé que ya en 2015 todos los requisitos estarán cumplidos salvo a la participación en el MTC II, el mecanismo central de tipo de cambio. Con la tasa de inflación, las tasas de interés, el déficit y la deuda pública adecuados, Polonia podría entrar en el MTC II y – en teoría – dos años después el cambio al euro sería posible.
No obstante, existen varias predicciones sobre la fecha exacta de ese cambio. Algunos economistas creen que ese paso puede darse ya en 2019. El ministro de Finanzas estima en 2023, al señalar que no basta solamente cumplir los criterios de convergencia, sino que toda la economía polaca debe ser muy fuerte y competitiva. Una gran parte de economistas y políticos, entre cuales cabe citar al presidente y el primer ministro, prefieren centrarse en la mejora de la economía sin indicar fechas concretas.
Los beneficios de la entrada en la eurozona a nivel nacional serían: el crecimiento de las inversiones, un impulso al comercio, la integración del mercado polaco con la zona lo que mejoraría la financiación de las empresas polacas, el aumento de la competencia en el mercado de bienes y servicios, la eliminación del riesgo del tipo de cambio y del coste de transacción, el aumento de la credibilidad de la política macroeconómica del país y – quizá lo más importante para Polonia – la participación en la toma de decisiones a nivel europeo.
Quienes están en contra del cambio de moneda enumeran como desventajas un gran coste administrativo y técnico y la pérdida de soberanía en la política monetaria. Asimismo, se perderá un mecanismo importante, el tipo de cambio, para estabilizar las fluctuaciones. Argumentan que precisamente este mecanismo en gran parte salvó a la economía polaca en tiempo de crisis. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que Eslovaquia también se manejó bastante bien en esas condiciones sin su moneda nacional. Además, es posible que la pérdida de la capacidad para adoptar decisiones independientes respecto a la política monetaria no debiera ser tan dura en el caso de Polonia, debido a una correlación considerable entre los ciclos económicos polacos y europeos.
Las ventajas parecen superar a los defectos, suponiendo que la eurozona siga fortaleciéndose. Sin embargo, Polonia aún tiene mucho trabajo por hacer. Lo primero es cumplir con los requisitos de la Unión Europea. Lo segundo, sanear a la economía para que la entrada en la eurozona no sea una catástrofe.
En cualquier caso, para el cambio de moneda es indispensable el apoyo de la sociedad. Si los polacos siguen con su actitud negativa hacia el euro, probablemente el gobierno que salga de las elecciones en 2015 no tendrá la mayoría de votos para cambiar la Constitución, y sin ese cambio la cuestión del euro en Polonia quedará cerrada por cuatro años más. Y el ambiente entre los polacos es, por el momento, muy anti-euro. Según una encuesta, casi dos tercios de los entrevistados están en contra de la entrada, cuando en 2005 la tendencia era la inversa. Ahora, la mayoría cree que la moneda común es la culpable de la crisis y se teme a una gran subida de los precios.
Entrando en detalles, el 37% de los entrevistados piensa que Polonia no debería adaptarse al euro nunca, el 22% cree que el cambio debería tener lugar tras más de 10 años, el 16% - entre 6 y 10 años y el 14%, en los próximos 5 años. Las encuestas entre los empresarios polacos muestran que el entusiasmo hacia la moneda común disminuye, sólo el 56% está a favor, cuando en 2009, el 85% de los empresarios deseaba entrar en la zona euro.
´Tenemos nuestro pie en la puerta y no sabemos a dónde queremos ir, si queremos entrar en la eurozona o queremos pararnos imitando a Gran Bretaña. Por esas dudas no participamos en la toma de las decisiones importantes´ dijo la eurodiputada Danuta Hubner al comentar la situación de Polonia. Desde el colapso de Lehman Brothers, la legislación fiscal y bancaria en la zona euro cambia continuamente. Europa se está dividiendo en dos zonas, la primera realiza reformas, con la protección del Banco Central Europeo durante las crisis; la segunda, sin reformas y sin mucha ayuda. En estas condiciones, es crucial contar con una buena estrategia. Polonia no la tiene. El gobierno polaco intenta incorporar algunas regulaciones, otras no. Sin un destino claro, sin ser consecuente, Polonia corre el riesgo de perder a sus inversores y tampoco ganará mucho a nivel europeo. Y retrasar la decisión hasta las elecciones de 2015, diciendo que ´ ahora saneamos a la economía y después ya veremos que haremos no es ninguna estrategia. Polonia debe decidir, por fin, a dónde quiere ir.