Cuando Turquía redescubre Oriente: La “segunda revolución turca” bajo un cambio de orientación geopolítica

XIX Simposio Electrónico Internacional CEID: “Norte de África y Oriente Próximo” Septiembre-Octubre de 2009

Turquía está experimentando una “segunda revolución”, que cierra un ciclo histórico iniciado en 1923 con la proclamación de la República secular por Mustafá Kemal Atatürk, tras la desintegración política del Imperio Otomano. Contradictoriamente, esta “segunda revolución turca”, silenciosamente dirigida por el gobernante e islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) y su líder, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, manifiesta una dirección no tan irrestrictamente pro-occidental y secular como la iniciada por Atatürk, sino más bien orientada en una nueva visión hacia Oriente que tendrá implicaciones geopolíticas de gran nivel para Occidente, específicamente Europa y EEUU, así como para otros actores y escenarios, tal es el caso de Rusia, China, el espacio euroasiático y Oriente Próximo. Sin embargo, las tensiones internas entre la casta militar turca (celosa guardiana del legado de Atatürk) y el gobierno islamista de Erdogan, (afincado en su popularidad y el ascenso de una clase media afín), así como otros problemas hasta ahora irresolubles, como la cuestión kurda y Chipre, podrían generar una perniciosa inestabilidad interna y regional para Turquía, con claros efectos negativos para sus países vecinos así como Europa y EEUU, aliados estratégicos de Ankara.

¿Está Turquía a las puertas de una “segunda revolución”? La respuesta parece ser contundentemente afirmativa, si se toman en cuenta los cambios experimentados en este país desde que el islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP por sus siglas en turco) llegó al poder en el 2002, con Recep Tayyip Erdogan como primer ministro y su socio político Abdullah Gül, primero como ministro de Asuntos Exteriores y ahora como el primer presidente de la secular República turca proveniente de un partido islámico.

El AKP fue reelegido con contundente mayoría en las elecciones de julio de 2007, manifestadas tras un fuerte pulso con la poderosa e influyente casta militar turca, una institución de gran tradición y capacidad política que se considera así misma como la heredera fiel del legado laico y republicano del considerado “Padre de la Patria turca”, el fundador de la República Mustafá Kemal Atatürk.

Desde entonces, el AKP dio curso a varios cambios de orden democrático y de apertura social, considerados auténticas “revoluciones” dentro del escenario nacional. Algunos de estos cambios significativos han sido la aprobación del uso público de la lengua y la cultura kurdas; una apertura exterior hacia “enemigos históricos” como Grecia y Armenia; la implicación diplomática turca en procesos de paz en Oriente Próximo (Siria, Israel y Palestina); su negativa a participar en la guerra de Irak de 2003; la apertura para el uso del velo en las mujeres en el Parlamento y otros espacios públicos; y una mayor liberalización económica. Todo ello sin obstaculizar los procesos de negociación orientados a una posible admisión turca en la Unión Europea, titubeantes en diversos momentos.

La reelección del AKP en el 2007 constituyó un duro golpe político para las elites militar, administrativa y empresarial, concentradas básicamente en su apoyo al Partido Republicano del Pueblo (CHP), principal partido de la oposición, sin olvidar los sectores sociales, políticos, militares e, incluso, de negocios, que apoyan o simpatizan con otros movimientos como el ultraderechista Partido de Acción Nacionalista (MHP).

En este contexto, la casta militar turca y sus aliados políticos manipularon la opinión pública desprestigiando al AKP con una supuesta “agenda islamista” para Turquía que, desde diversas perspectivas, terminó siendo una falsedad. Con el piso político fragmentado y la sensación de haber perdido influencia política en el escenario local, la casta militar turca parece orientar sus cartas hacia otros factores geopolíticos, a ser tomados en cuenta.

No obstante, a pesar del legítimo apoyo popular y electoral al AKP (que se vio moderadamente mermado en las recientes elecciones municipales de marzo de 2009), existen variables que afectan la estabilidad turca: las tensiones políticas e, incluso, la posibilidad de un golpe militar en Turquía, que pueden generar una posible guerra civil, son escenarios que no se deben pasar por debajo de la mesa, constituyendo un escenario de inestabilidad que afectaría los cambios de carácter democrático y la apertura social iniciada por el AKP desde el 2002.

Del mismo modo, los efectos de la crisis económica global en una economía emergente como la turca pueden, en algún momento, inflamar las tensiones internas, traducidas en conflictividad social. El avance del islamismo en una sociedad celosamente laica y republicana puede generar, igualmente, una fuerte polarización entre los centros urbanos pro-occidentales y los centros rurales más tradicionalistas, que demandan un mayor nivel de participación política, social y económica.

Islamistas de la OTAN (1)

El delicado equilibrio al que se han visto sometidos Erdogan y el AKP requiere un mayor nivel de atención desde el exterior. Aparentemente, su hegemonía política parece consolidada, especialmente ahora que el AKP controla la jefatura de gobierno y la presidencia de la república, con la sociedad Erdogan-Gül como auténticos “árbitros” moderadores del escenario político turco.

Resulta curioso que, en el seno de una organización transatlántica con cada vez mayores pretensiones de actuación global como es la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), uno de sus miembros más antiguos y estratégicos como Turquía (admitida en 1952), tenga a un partido islamista en el poder.

Si bien Turquía fue un fiel peón de la OTAN durante la “guerra fría”, condición que mantuvo intacta hasta los actuales días, es necesario considerar que el AKP, sin alterar esta relación estratégica, ha logrado modificar algunos parámetros de esta relación entre Turquía y Occidente, que también han llevado a un considerable debate sobre la esencia de la OTAN en el mundo actual.

Muchos han sido los análisis y calificativos otorgados a la real orientación ideológica y política del AKP. A grandes rasgos, el AKP es heredero del legado político iniciado a principios de la década de 1970 por el líder islamista Necmettin Erbakan, quien cohesionó a partir de 1995 estos movimientos y partidos islamistas bajo el nombre de Refah Partisi (RP) o Partido de la Virtud y el Bienestar. Con el, Erbakan llegó al poder en las elecciones legislativas de 1996, siendo el primer jefe de gobierno turco de corte islamista.

Quizás la heterogeneidad sociopolítica y el carácter inclusivo del islamismo turco, básicamente motivada por los obstáculos generados por una legislación constitucional estrictamente laica que no permitía la formación de partidos de corte religioso, dio curso al posteriormente proscrito RP a formalizarse en torno al actual AKP, especialmente tras el sinuoso golpe militar de 1997, que desalojó a Erbakan del poder sin poder cumplir apenas un año de gobierno.

Un factor esencial para entender el “islamismo laico” o más bien “light” del AKP se evidenció con la formación, desde mediados de la década de 1980, de una especie de “clase media islamista”, grupos de negocios simpatizantes con el islamismo, muchos de ellos provenientes de las cofradías religiosas islámicas del interior del país, especialmente de la región de Anatolia. Los “burgueses islámicos” se beneficiaron de las políticas de liberalización económica iniciada por el fallecido ex primer ministro y ex presidente Turgut Özal, quien ocupó estos cargos entre 1983 y 1993(2).

Aunque no se definen en términos religiosos, Erdogan y el actual AKP recogen esa herencia social y política del islamismo de Erbakan y el RP, aunada al ascenso económico y las aspiraciones políticas de una clase media proveniente del rural turco, tradicionalista y religiosa pero respetuosas de los parámetros laicos y republicanos del Estado y la sociedad turca.

En este sentido, el AKP ha logrado superar sus vínculos con el tradicionalismo político islamista definido bajo la idea de la Visión Nacional (Milli Görus), que propugna el islamismo, el nacionalismo y el antioccidentalismo, para dar curso a una visión más pragmática, identificada con los valores democráticos, políticamente conservadora y secular, proclive a la defensa de los derechos humanos, el libre mercado y la identidad cultural nacional(3). El “islamismo laico” del AKP y Erdogan orientó así una nueva transformación “revolucionaria” dentro del islamismo político tradicional turco.

Es por ello que, desde Europa, la opinión pública tiende a considerar al AKP como una especie de “partido demócrata cristiano”, una especie similar al CDU alemán pero dentro del mundo islámico. El mérito del AKP es que ha logrado “pacificar” a los sectores islamistas turcos, más orientados en minar la esencia secular republicana.

Del mismo modo, la transformación operada por el AKP en el escenario político turco ha dado lugar a un cambio de tendencias considerable. Quizás, el AKP aparece ahora como el más activo defensor del ingreso turco en la UE, cuya primera demanda de ingreso acaba de cumplir recientemente 50 años.

Precisamente, rememorando esta fecha que data la petición realizada por el entonces primer ministro turco Adnan Menderes en 1959, Erdogan lanzó un toque de atención a Bruselas al considerar que Turquía “se está hartando” de los constantes retrasos y los obstáculos desde la UE al proceso de admisión turco, así como el incremento de una retórica antiturca en la opinión pública europea. El responsable turco para las negociaciones con la UE, Egemen Bagis, declaró igualmente que Turquía “no va a tolerar más tiempo perdido ni atrasos”(4)

Por su parte, el “establishment” kemalista y republicano, tradicional aliado occidental, comienza ahora a manifestar una actitud más reaccionaria hacia Europa y EEUU, incluso propagando cierta retórica antieuropea, probablemente temerosa ante la posibilidad de que Occidente vea al AKP y a Erdogan como los actores políticos más confiables dentro de Turquía(5). Es muy posible que Bruselas considere más oportuno apoyar ahora al AKP, especialmente ante sus constantes procesos de reformas, que a su tradicional aliado “kemalista”, mucho más reaccionario, y además políticamente ligado al nacionalismo de ultraderecha antioccidental.

¿Un AKP hegemónico?

Independientemente de las categorías políticas e ideológicas que se le quieran otorgar al AKP, su concurso electoral desde el 2002 le ha otorgado a Turquía la necesaria estabilidad política y gubernamental que careció en los últimos años, especialmente en el período 1993-2002, marcado por los constantes cambios de gobiernos, adelantos electorales y gobiernos heterogéneos, con partidos minoritarios conformando plataformas de gobierno escasamente unitarias.

La inestabilidad gubernamental arrastrada desde la década pasada, aunada a las repercusiones en Turquía de las crisis financieras y económicas mundiales, especialmente las de 1998, 2001 y la actual, determinaron el afianzamiento y la consolidación del AKP como una alternativa de cambio importante y necesaria para la estabilidad del escenario político turco.

Si bien el AKP prácticamente consolida su posición como principal partido nacional, pueden estar manifestándose fisuras en su electorado, especialmente entre las clases medias liberales, que vieron en este partido una alternativa de cambio necesaria.

Las recientes elecciones municipales celebradas el pasado 29 de marzo, si bien le dieron la mayoría al AKP (39% de los votos), evidenciaron un distanciamiento de estas clases medias liberales con el programa del partido gubernamental, probablemente explicado por un cúmulo de factores: dificultades en el proceso de admisión turca a la UE; decisiones del AKP más proclives a favorecer los sectores más islamistas; y determinados casos de corrupción que involucraron a varios de sus miembros. Este escenario provocó un pequeño viraje de los votos de clases medias y liberales del AKP a otros movimientos en ascenso, como el nacionalista kurdo Partido Democrático y Social (DTP) en diversas regiones del sur del país, donde se asienta el Kurdistán turco(6)

Sin embargo, vale la pena considerar que el modelo económico del AKP desde el 2002, si bien conservó gran parte de la esencia propia de las cofradías islámicas turcas y su modelo de “asistencialismo social”, manifestó una política abiertamente neoliberal en diversos aspectos. Del mismo modo, el AKP se ha constituido en el partido político más entusiasta e impulsor de la adhesión turca a la UE, incluso por encima del CHP, tradicionalmente el partido más europeísta del escenario político turco.

Trabajando estrechamente con los programas económicos del Fondo Monetario Internacional (FMI), el AKP acometió políticas activas de privatizaciones (sectores forestal, inmobiliario, etc) así como una política restrictiva y de control en materia salarial y de actividad sindical(7) Están por verse los efectos que tendrá en Turquía y en el modelo económico del AKP la actual crisis económica mundial, la cual puede orientar el choque de diversas fuerzas y sectores del poder en el país, influyendo así en la orientación económica, social y política del AKP.

El cambio del péndulo

Pero, dentro del contexto global actual, ¿hacia dónde se dirige Turquía bajo el AKP? La estratégica posición geopolítica del país le obliga a mirar hacia diversos escenarios en su política exterior: Europa, los Balcanes, el espacio euroasiático, Oriente Próximo, Rusia, el Cáucaso y Asia Central. Todos estos factores permitieron a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, a calificar a Turquía como un “poder global emergente”.

El AKP ha logrado coadyuvar a varios sectores europeístas y occidentales, sin que ello significara relegar la visión más “orientalista” derivada de varios sectores islamistas dentro del partido. Como miembro fundador y activo de la Alianza de Civilizaciones impulsada a partir de 2004 por Erdogan y el jefe de gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, así como el ex presidente iraní Mohammed Jatamí, Turquía encaja perfectamente en la imagen occidental orientada a potenciar a este país como el “puente de acercamiento” entre Occidente y el Islam.

El tradicional énfasis de la política exterior turca hacia Occidente, específicamente Europa y EEUU, así como el “redescubrimiento” de Oriente desde el final de la guerra fría en 1991, ha moldeado, incluso de manera desequilibrada, la política exterior turca de los últimos años. Analistas como Őmer Taspinar(8) sostienen que la política exterior turca del AKP se balancea entre lo que denomina el “neootomanismo”, que se dirige hacia Oriente Próximo y el mundo turcófono, y el “kemalismo”, tradicionalmente prooccidental pero que, dentro del contexto actual, opta por la moderación.

Interpretando esta apreciación de Taspinar, esta puja de orientación en la política exterior turca manifiesta diversos escenarios a corto y mediano plazo. En el caso de las relaciones entre Turquía y la UE, si bien existe un marco de negociación para una futura admisión, la posición más reacia a una pronta admisión turca en Europa, oficialmente defendida por la canciller alemana Ángela Merkel y el presidente francés Nicolás Sarkozy, viene provocando un fuerte desencanto en la sociedad turca, cuyas fuerzas internas están obligando al AKP a observar otro tipo de orientación.

La reciente implicación turca en Oriente Próximo, siempre de la mano de los intereses geopolíticos estadounidenses, en especial por la estratégica relación entre Turquía e Israel, puede dar curso a escenarios importantes desde el punto de vista diplomático. Turquía se ha convertido en un notorio actor diplomático ante procesos de paz y negociación entre Siria e Israel, como interlocutor en el conflicto palestino y como fuerza de paz en la guerra del Líbano de 2006. Pero siglos de recelos y desconfianza entre el mundo árabe y Turquía, así como el alejamiento de Ankara de Oriente Próximo desde su constitución como República en 1923, son factores históricos que obligan a modificar ciertos parámetros de relación.

Igualmente, el apoyo occidental hacia el islamismo moderado del AKP ha dado paso a fuertes reacciones en diversos sectores “kemalistas”, como el CHP, y en partidos nacionalistas de ultraderecha como e MHP. Estos sectores interpretan que el AKP es una especie de “avanzada estadounidense y occidental” dentro de Turquía, que puede  favorecer el nacionalismo kurdo en el sureste del país. Si las congeladas negociaciones con la UE se perpetúan temporalmente y el nacionalismo kurdo vuelve a la escena con una revitalización de la lucha armada, el AKP puede confrontarse a serios problemas internos que coloquen en la cuerda floja su gobernabilidad.

Otros actores externos, como Rusia y China, han sido tangencialmente considerados por Turquía como focos de atención para su política exterior. El paso de oleoductos y gasoductos desde el Mar Caspio hasta Occidente por territorio turco ha obligado a Ankara a manifestar una política de acercamiento y “apaciguamiento” con Moscú, a fin de moderar el pulso geopolítico y energético que mantiene Rusia con Occidente en el espacio euroasiático ex soviético, con países como Turquía y Georgia como epicentros de distribución energética.

Ankara considera vital negociar equilibradamente con Rusia y China como actores de interés e importancia en el Cáucaso y Asia Central, quizás incluso especulando con afianzar las relaciones con estos países en el caso de que asomen fisuras mayores entre Turquía y Occidente.

En una inédita declaración realizada en julio de 2007 por el Jefe de Estado Mayor turco, Yasir Buyükanit, éste consideró incluso la posibilidad de que, ante los obstáculos de ingreso a la UE, Turquía podría orientar su atención “hacia Rusia y China”. Incluso, la política exterior del AKP ha logrado balancear una óptima relación con Irán, un aspecto que ha sido bien visto en Occidente.

Ergenekon: la interminable trama golpista

A mediados de julio, la Corte Suprema turca inició un histórico juicio contra dos altos generales de las Fuerzas Armadas acusados de intentar llevar a cabo una trama golpista contra el gobierno del AKP. El juicio, según varios medios de comunicación internacionales, ha abierto una fuerte brecha entre los sectores laicos e islamistas, las “dos Turquía” que balancean el pulso político del país desde hace décadas.

El “caso Ergenekon” puede ofrecer muchas de las variables que determinan la orientación política de Turquía en los últimos años. El mismo supone la aparición de una amplia y poderosa red con conexiones mafiosas, paramilitares y de ultraderecha, presuntamente conectados con ex funcionarios de la elite turca, el denominado “Estado profundo”, para derrocar por la vía del golpismo y métodos propios del terrorismo, con el proceso de reformas iniciado por el AKP.

Los dos altos generales llevados a juicio por su presunta implicación en la red Ergenekon son Sener Eruygur, ex jefe de la Gendarmería militar, y Hursit Tolon, quien comandara un cuerpo del Ejército(9). El sumario del juicio, que supera las 2.000 páginas, involucra también a otras 86 personas, siendo éstos militares, periodistas, hombres de negocios y miembros de la ultraderecha nacionalista turca. Los recientes decomisos de armamentos dan a entender su capacidad de actuación para desestabilizar al gobierno.

La comparecencia de Eruygur y Tolon ante el Tribunal Supremo motivó a una fuerte ola de manifestaciones en las calles de Estambul y Ankara, entre simpatizantes del “establishment” laico y los del gobierno del AKP. La polarización causada por el caso Ergenekon revela también la fisura sociopolítica nacional, rememorando la idea de las “dos Turquías”, la laica y la islamista, enfrentadas entre sí, sin aparente capacidad de conciliación.

Del mismo modo, Ergenekon enseña que la tentación golpista no ha desaparecido en Turquía, cuya posibilidad sumiría al país en un escenario de caos e inestabilidad sumamente pernicioso para la región. El pulso político, el choque de fuerzas sociales y la irresolución de problemas internos como el kurdo, que puede explotar nuevamente por medio de la lucha armada, son factores que pueden definir un cambio una mayor convulsión interna y un cambio de orientación geopolítica para Turquía, todo ello mientras el país asiste a una “segunda revolución”, más silenciosa pero notoriamente diferente a la iniciada por Atatürk a partir de 1923.

 

Baiona (Galicia-España). Agosto de 2009

(1) Este subtítulo hace referencia al artículo de Cihan Tuğal, “Islamistas de la OTAN”, aparecido en la revista New Left Review, versión española, Nº 44, mayo/junio de 2007.

(2) Para una mejor comprensión del proceso de formación del islamismo turco y de esta especie de “clase media empresarial islamista”, se recomienda el libro de Gilles Kepel, La Yihad: expansión y declive del islamismo, editorial Península, Barcelona, 2001.

(3) Bilal Sambur, “La gran transformación del Islam como ideología política. El caso del AKP y Erdogan”, en Las Dos Turquías, La Vanguardia Dossier  Nº 32, julio/septiembre 2009.

(4) “Turquía cumpre medio século á porta de Europa”, Vieiros, 3/8/2009. http://www.vieiros.com/nova/75809/turquia-cumpre-medio-seculo-a-porta-de-europa

(5) Sambur, “La gran transformación…”, op.cit

(6 ) Soner Cagaptay, “Turkey´s Local Elections: Liberal Middle-Class Voters abandon AKP”, en The Washington Institute for Near East Policy, http://www.washingtoninstitute.org/templateC05.php?CID=3036

(7) Tuğal, “Islamistas de la OTAN”, op. cit

(8) Őmer Taspinar, “Entre neootomanismo y kemalismo”, en Afkar Ideas (España) Nº 22, verano de 2009.

(9) “Turquía siente en el banquillo a dos ex generales por una trama golpista”, El País, 21/7/2009