20061009 dresden angela merkel e vladimir putin

El gas de Putin

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El gasoducto denominado la Corriente del Norte que espera unir Alemaña e Rusia en 2012 recorre 1.200 km desde el mar Báltico y será capaz de transportar 55.000 millones de metros cúbicos de gas. Fue anteriormente pactado por el ex canciller alemán Gerhard Schröder y Putin en el 2005, y acordado recientemente por la canciller alemana Ángela Merkel. El propio Schröder es el líder del consejo de administración de este gasoducto. (Foto: La canciller alemana, Ángela Merkel, y el presidente ruso, Vladimir Putin, saludan durante una reunión celebrada en octubre pasado en Dresden).
 

Parecen volver los tiempos de la "guerra fría" entre Occidente y Rusia, pero ahora bajo imperativos energéticos. Un informe confidencial elaborado por un grupo de economistas vinculados a la OTAN, advierte sobre las ambiciones energéticas globales del presidente ruso Vladímir Putin y cómo estas pueden influir en sus relaciones exteriores.

El informe de la OTAN, publicado en el diario británico Financial Times, habla de una "OPEP del gas" impulsada por Putin desde Moscú, y que conformaría un cartel global de productores que involucraría "a Qatar, Argelia, Libia, los países de Asia Central y, posiblemente, a Irán".

A pesar de que en Moscú, el vocero del Kremlin Dmitry Peskov insistió en la "poca veracidad" de ese informe, los recientes acontecimientos políticos entre Rusia y Europa obligan a tomar en serio la posible estrategia de Putin, sobretodo ante la próxima cumbre entre la UE y Rusia, prevista para finales de noviembre en Helsinki.

El arma energética

Este informe explica que Putin está "utilizando la política energética con fines políticos", probablemente dirigidas a persuadir a la Unión Europea y EEUU a adaptarse a sus demandas como productor de petróleo y gas natural.

Una muestra de esta política es la que Moscú implementó a comienzos de año con Ucrania y que ahora realiza con Georgia, cuyas orientaciones pro-occidentales ya provocaron cortes de suministro y encarecimiento del gas natural ruso.

En el caso georgiano, el asunto llega incluso a los niveles de chantaje con repercusiones políticas, tal y como se vio en el reciente referendo en la región separatista georgiana de Osetia del Sur.

Los osetios, de orientación pro-rusa, aprobaron por mayoría su separación de Georgia en un referendo rechazado en Europa, temerosa de perder para Georgia una región imprescindible por el paso de gasoductos y oleoductos desde el mar Caspio.

Del mismo modo, las malas relaciones entre el presidente georgiano Mijail Saakasvilli y Putin aumentaron con las pretensiones del primero de ingresar a Georgia en la OTAN y manifestar abiertamente una posición pro-occidental que irrita al Kremlin.

Continuando con el informe de la OTAN, éste considera que Putin está persuadiendo a otros productores de gas natural, tales como Argelia, a limitar las inversiones extranjeras. Argelia suministra el 10% del consumo de gas en Europa, especialmente a países como España e Italia.

El propio Javier Solana, responsable de la UE en política exterior y de seguridad, remarcó la semana pasada la existencia de un acuerdo entre Rusia y Argelia para impedir la venta de campos de explotación de gas argelinos a inversores europeos y estadounidenses.

Sin embargo, diversos analistas energéticos ven con cautela esta posible estrategia de Putin, considerando que países como Qatar, Nigeria o Noruega se mostrarían recelosos de unirse a Moscú en este cartel del gas. Incluso, la dependencia de la empresa estatal rusa Gazprom hacia el mercado europeo es tan elevada que podría convencer a Putin a no propiciar enfrentamientos directos con sus clientes europeos.

Los temores europeos

Este informe de la OTAN remarca en las "profundas divisiones y tensiones entre Europa y Moscú sobre la política de seguridad energética". Rusia proporciona a Europa el 43% de su consumo de gas natural y el 30% de su consumo de petróleo, con lo cual se ha convertido en su más cercano y mayoritario suplidor energético.

Pero las tensiones afloran: el pasado lunes 12 de noviembre, en Bruselas, Polonia boicoteó el pacto energético entre la UE y Alemania que estipulaba un nuevo marco de Cooperación y Asociación entre la UE y Rusia.

En Varsovia interpretaron este pacto como un aislamiento para Polonia ante los recientes acuerdos ruso-alemanes sobre la construcción de un paso de gasoductos denominado la Corriente del Norte y que espera unir a ambos países en el 2012.

Este gasoducto recorre 1.200 km. desde el mar Báltico y será capaz de transportar 55.000 millones de metros cúbicos de gas. Fue anteriormente pactado por el ex canciller alemán Gerhard Schröder y Putin en el 2005, y acordado recientemente por la canciller alemana Ángela Merkel. El propio Schröder es el líder del consejo de administración de este gasoducto.

Este pacto ruso-alemán expira en el 2007 y espera ser renovado, debido a que la Corriente del Norte se ha convertido en un gasoducto vital para el abastecimiento de los países de la UE. Es por ello que esta polémica decisión polaca amenaza con fracasar la cumbre entre la Unión Europea y Rusia, prevista para el próximo 24 de noviembre.

En la mente de los líderes europeos está demasiado presente el ejemplo georgiano, como una muestra de lo que Putin es capaz de hacer si se le irrita en demasía.

El consorcio Putin SA

Aún si los planes de una OPEP del gas son embrionarios o inexactos, Putin está trazando una estrategia energética y económica que coloque a Gazprom y los consorcios industriales rusos como principales instrumentos políticos para obtener una mayor presencia en el mercado global, capaz de hacer frente a la competencia occidental.

Moscú acaba de unificar su industria aeronáutica con la fusión de las empresas Sukhoi, Tupolev y Antonov, para crear la primera compañía de aluminio a escala global. También ha participado en intentos de compra de la multinacional del acero Arcelor, de la británica de gas Céntrica y de la aeronáutica europea EADS.

El mensaje de Putin es claro: quiere acceso total de Rusia a los mercados europeos, aunque no escatima coqueteos con China e India por si ocurre un enfrentamiento con Occidente.

Pero así como compra en el exterior, Putin se cierra en el interior. Gazprom acaba de romper contratos con cinco petroleras europeas y estadounidenses para explotar un yacimiento en el mar de Barents. Del mismo modo, la estatal rusa presiona a Shell y las japonesas Mitsui y Mitsubishi para que abandonen un proyecto gasífero en las islas Sajalín.

En la estrategia de Putin está romper los contratos de explotación firmados por el anterior gobierno de Boris Yeltsin en los noventa y que Gazprom asuma todo el control, motivado por su política expansionista. La volátil y desunida posición europea con respecto a cómo tratar a Rusia seguramente persuade a Putin a apostar arriesgadamente.

Durante la "guerra fría", fueron los misiles soviéticos los que causaron el terror en Europa. Pero en la Rusia post-soviética de Putin y en el mundo post-11/S de la "posguerra fría", son los gasoductos y oleoductos rusos los que generan temor y zozobra en Europa.