El post-independentismo del PDP

El portavoz del PDP, Lo Chih-cheng, participó los pasados 15 y 16 de marzo en un seminario sobre las relaciones a través del Estrecho de Taiwán celebrado en Yunnan. Dicho evento fue organizado por la Oficina para Asuntos de Taiwán en China continental. Chen Chu, alcaldesa de Kaohsiung y presidenta interina del PDP, destacó la pertinencia de la visita. Lo es el primer responsable del PDP que participa en un seminario en China desde 2008, aunque lo hizo en su condición de profesor de la universidad de Soochow. En el simposio también participó Wang Yi, director de la citada oficina, quien recordó la importancia del principio de “Una sola China” para normalizar las relaciones bilaterales. Por su parte, Lo habló de la necesidad de fomentar los intercambios con el continente.

¿Cambiará o no el PDP su política hacia China? La visita de Lo a Yunnan se enmarca en ese crucial debate. La derrota en las elecciones presidenciales y legislativas de enero de 2012 ha provocado una intensificación de las discusiones y reflexiones internas en el seno del PDP a propósito de la identidad de su proyecto político y los límites que sugiere en cuanto al respaldo electoral. Una mayoría social –y empresarial-  en la isla parece inclinarse por el mantenimiento del statu quo como base de cualquier consenso en claro detrimento de las reivindicaciones netamente independentistas. Ello explica la presunta imbatibilidad del KMT, quien conecta mejor su “centrismo” en este aspecto con un sentimiento social deudor de un resignado realismo, tanto en función de las tendencias expresadas en los últimos años en el escenario bilateral, especialmente en el orden económico, como ante el hecho de una hipotética cesión de terreno por parte de EEUU ante el avance de una China irresistible.

Pero la posibilidad de que el PDP participe de algún modo en la gestión de los lazos entre las dos orillas del Estrecho de Taiwán ofreciendo a sus conciudadanos una nueva imagen más pragmática, depende de la renuncia a su mensaje tradicional, aceptando de una u otra forma la exigencia continental de aceptación y respeto del Consenso de 1992.

El regreso al poder del PDP parece depender en último término de su capacidad para efectuar ajustes en su política continental que tengan en cuenta ese sentimiento popular que tanto rechaza la confrontación como la unificación. Entre ambos polos queda un ancho espacio para la especulación pero implicando siempre incidencias inevitables en la alteración de la personalidad política de su proyecto.

¿Dónde está la frontera de un posible aggiornamento? El ex presidente del PDP Frank Hsieh ha propuesto con claridad abandonar el espacio del independentismo cediéndolo a favor de la UST de Lee Teng-hui, de modo que el PDP pudiera representar una versión soberanista más ambigua y moderada, implicada a conciencia en la defensa del statu quo frente a un KMT comprometido con la unificación.  

Otros apuestan por abrazar sin miramientos el realismo, es decir, aceptar el Consenso de 1992. Frank Hsieh también ha aludido en ocasiones anteriores a esta posibilidad al evocar la posibilidad de establecer un consenso diferente sobre otra base, que pudiera ser compartido internamente y por Beijing. Su referencia serían las “diferentes interpretaciones de la Constitución” de la República de China que como es sabido recoge el espíritu de Una sola China. Esa alusión constitucional aportaría una mayor dignidad institucional a Taiwán que el Consenso de 1992, dice Hsieh. Pero nos hallaríamos ante dos constituciones que reflejarían la existencia de dos unidades políticas separadas. Pero precisamente esto es bien difícil que Beijing lo acepte.

Las piruetas jurídicas y artificios semánticos que proliferan en la literatura política del PDP reflejan esa convicción de un cierto acorralamiento a la hora de definir opciones para encontrar vías de normalización de las relaciones con el continente. La visita de Lo a Yunnan es parte de un proceso que ya no tiene vuelta atrás, aunque pudiera traducirse en costes internos importantes en una base militante que no aceptará de buenas a primeras un cambio de esta naturaleza. Sin duda, el primer beneficiado inmediato será la UST que podrá mejorar sus actuales expectativas.

Alterar el modo en que el PDP aborda la relación con China es clave para su estrategia electoral. Chen Chu encabeza la línea más pragmática y apuesta por la interacción en sentido amplio, confiando quizás que ello amplíe la capacidad de maniobra del PDP. En varias ocasiones, ha reclamado del PCCh que no limite las relaciones con Taiwán a un solo partido, pero los requisitos previos son bien conocidos de todos.

Desde 2008 los intercambios económicos bilaterales aumentaron cerca del 25%, pasando de 145 a 185 mil millones de dólares. Los intentos de diversificación de Taiwán a través de la firma de acuerdos con otros socios podrían verse interceptados por Beijing con la excusa de impedir una mayor proyección internacional de Taipéi. Las dudas del PDP refuerzan a China no al KMT. Al contrario, debilita sus posiciones negociadoras ante  el PCCh.