En apariencia, las elecciones celebradas el pasado 7 de diciembre en los municipios de Taipei y Kaoshiung no han alterado el mapa político taiwanés. De hecho, tanto el Kuomintang (KMT) como el Partido Democrático Progresista repitieron sus resultados. Pero no todo es tan simple.
En primer lugar, el PDP sufrió una singular derrota en sus esfuerzos por tratar de recuperar el control sobre Taipei, la capital de la isla. Según los resultados oficiales, con una participación del 70,6 por ciento, Ma Ying-jeou, candidato del KMT, obtuvo el 64,1 por ciento frente a Lee Ying-yuan, que cosechó el 35,9 por ciento. Ma, alcalde saliente, ya había logrado imponerse al entonces alcalde y hoy presidente, Chen Shui-bian, cuando intentó la reelección. El triunfo en Taipei sitúa a Ma como la figura más destacada hoy día en el KMT y el mejor aspirante para representar a su partido en las próximas elecciones presidenciales, a celebrar en el año 2004.
Otro tanto ocurrió en la ciudad portuaria de Kaohsiung, donde el alcalde saliente, Frank Hsieh, candidato del PDP, obtuvo la reelección, aunque con un resultado más ajustado: un 50,04 por ciento frente al 46,82 por ciento de su rival, Huang Chun-ying, del KMT. Con respecto a los comicios de hace cuatro años, cuando el PDP derrotó al entonces alcalde, Wu Den-yi, del KMT, Hsieh descendió ahora en poco más de mil sufragios. La victoria de Hsieh se produjo por un ligero margen de 4.575 votos.
Tan ajustado resultado es la consecuencia de una reñida campaña que movilizó activamente a los 1,09 millones de votantes. La participación aquí fue más alta que en Taipei, del 71,38 por ciento. Por otra parte, Hsieh debió enfrentarse a otros tres candidatos independientes, entre ellos, Shih Ming-teh, ex presidente de su propio Partido ““y que obtuvo tan sólo 8.750 votos-. En esas condiciones, el triunfo del candidato del PDP, que venía desempeñando las funciones de Presidente en su partido hasta agosto último, reafirma, a pesar de lo ajustado del triunfo, su porvenir político.
En cuanto a los concejales, conviene destacar tres elementos de importancia. En primer lugar, la ausencia de mayorías absolutas. En segundo, la consolidación del pluripartidismo local, con la presencia de terceras fuerzas (Partido Nuevo, Partido Pueblo Primero, Unión Solidaridad de Taiwán) y numerosos independientes que dificultan la formación de mayorías de gobierno estables. Ni una alianza entre el PDP y la Unión Solidaridad de Lee Teng-hui, o del KMT con el Partido Pueblo Primero, serían suficientes para configurar mayorías viables. Por último, el Nuevo Partido, el más ferviente partidario de la unificación con China, ha obtenido cinco representantes en Taipei y ninguno en Kaoshiung, confirmando su grave crisis (en el Parlamento solo cuenta con un diputado).
Una última observación: el poder local se elige para un mandato de cuatro años, a diferencia de los miembros del Yuan legislativo que debe ser reelegido cada tres años.
La Corporación Municipal de Taipei (07/12/2002) | |||||||
Edad promedio | Sexo | Nivel educativo | |||||
M | F | Doc | Master | Univer | Bachill | Otros | |
42,75 | 35 | 17 | 2 | 24 | 22 | 4 | 0 |
Partidos | Concejales | Porcentaje | |||||
KMT | 20 | 38,46 % | |||||
PDP | 17 | 32,69 % | |||||
Partido Nuevo | 5 | 09,62 % | |||||
Partido Verde | 0 | 00,00 % | |||||
Partido Pueblo Primero | 8 | 15,38 % | |||||
Unión de Solidaridad de Taiwán | 0 | 00,00 % | |||||
Independientes | 2 | 03,85 % |
La Corporación Municipal de Kaoshiung (07/12/2002) | |||||||
Edad promedio | Sexo | Nivel educativo | |||||
M | F | Doc | Master | Univer | Bachill | Otros | |
48,2 | 34 | 10 | 0 | 14 | 16 | 9 | 5 |
Partidos | Concejales | Porcentaje | |||||
KMT | 12 | 27,27 % | |||||
PDP | 14 | 31,82 % | |||||
Partido Nuevo | 0 | 00,00 % | |||||
Partido Pueblo Primero | 7 | 15,91 % | |||||
Unión de Solidaridad de Taiwán | 2 | 04,55 % | |||||
Independientes | 9 | 20,45 % |
Los impactos generales
Una encuesta de opinión realizada por la entidad e-Society Research Group en los dos días siguientes a estas elecciones evidenciaba una primera consecuencia política importante. Por primera vez en los últimos cinco años, el KMT lograba situarse por delante del PDP en tendencia de voto: un 22,9 frente al 20,5 por ciento. El Partido Pueblo Primero (PPP), de James Soong, un ex secretario general del KMT, registraba el 10,8 por ciento, muy lejos del casi 23 por ciento que reflejaban las encuestas previas a las elecciones.
Por primera vez, la popularidad del actual presidente, Chen Shui-bian, bajaba incluso entre los votantes más jóvenes. En apenas unas semanas, su tasa de apoyo se redujo del 38,2 por ciento al 32,2. Solo el 18,1 por ciento de los encuestados creía que el presidente Chen y la vicepresidenta Annette Lu, podrían ganar la relección en los próximos comicios del 2004. La aptitud del PDP para gobernar está muy cuestionada.
“El mapa de nuestros sueños no tiene límite”, aseguraba un radiante Chen Shui-bian el 20 de mayo de 2000, al tomar posesión de su cargo como nuevo Presidente de Taiwán. Ante los invitados, sus palabras resonaban en la Sala Chiehshou del Palacio Presidencial de Taipei con la fuerza del optimismo de quien había conseguido poner fin a 55 años de gobierno ininterrumpido del Kuomintang (KMT). Pero traspasada la mitad de su mandato, el descontento por la gestión de Chen presenta evidencias de un considerable fracaso. El empeoramiento de la economía, con un nivel de desempleo que ya supera el 5 por ciento, ejerce una considerable influencia en el electorado. Poco antes de las elecciones, unos 200.000 agricultores se manifestaban en la capital.
En su programa de gobierno, el PDP incluía el parón nuclear y la apuesta por otras energías alternativas. La sociedad, al igual que los científicos, estaba muy dividida en este tema, pero Chen, quizás condicionado por las dificultades para materializar otros compromisos, decidió impulsar esta medida para hacer más visible su Presidencia. La decisión de cancelar el proyecto se anunció el mismo día en que el Presidente y Lien Chan, el jefe del entonces principal partido del Legislativo, el KMT, intentaban aproximar posiciones en una ronda de contactos que abarcaron a todas las fuerzas del arco parlamentario. La inoportunidad del anuncio fue interpretada como un acto de soberbia que enfureció a la oposición. El KMT, promotor del proyecto, ha insistido siempre en la conveniencia de culminar la construcción de esta central -ejecutada en una tercera parte- para no hipotecar el desarrollo económico y garantizar el suministro energético del país. El Presidente Chen debió comparecer ante la opinión pública por televisión pidiendo perdón.
Socialmente, la falta de éxito en la lucha contra la corrupción o la criminalidad, en el esclarecimiento de affaires oscuros como el caso Yin-Elf (que tiene como principal implicado a un oficial de la marina asesinado en 1993 cuando se disponía a revelar la corruptela descubierta en la compra de varias fragatas a París -caso Dumas en Francia-; o la postergación de la entrada en vigor de las medidas de corte social que incluía en su programa electoral, no han sentado nada bien y le han hecho perder credibilidad. Las mejoras prometidas en materia de asistencia sanitaria, acceso a la vivienda o pensiones de jubilación se han estancado. La imposición de ajustes presupuestarios a Taipei y Kaoshiung, municipalidades que dependen directamente del gobierno, originaron un lógico enfrentamiento institucional.
Chen resistió el primer embate serio, en las elecciones legislativas del pasado diciembre de 2001. Entonces, hace solo un año, el mapa político tradicional intensificó su quiebra en perjuicio fundamentalmente del KMT, la fuerza que había pilotado la delicada transición de un sistema autoritario a otro democrático. Enfangado en la crisis, el KMT perdía un número significativo de diputados, al pasar de 123 al inicio del mandato a 110 en el intermedio y a 68 finalmente. El electorado seguía confiando en Chen: el PDP experimentaba un incremento de 22 escaños, pero no habría cheques en blanco. La primera fuerza no contaría con mayoría absoluta. En las elecciones locales el resultado, en número de sufragios, era sensiblemente superior al porcentaje obtenido por Chen en las elecciones presidenciales (un 45,3 frente al 39,3 por ciento).
El segundo impacto de los comicios se conocía una semana después, el 14 de diciembre. Los líderes de los dos principales partidos de oposición, Lien Chan y James Soong, antiguos compañeros de militancia política “guomindanista” anunciaban que sus partidos presentarían una candidatura conjunta para las próximas elecciones presidenciales a celebrarse en el año 2004. La sorpresa, dada a conocer a través del secretario general del KMT, Lin Feng-chen, no terminaba ahí: ambos partidos habilitarían mecanismos de cooperación interpartidista estables para no solo presentar un candidato único sino también para integrar talentos y opiniones. Las primeras consecuencias políticas de esta cooperación se podrían hacer sentir en la ciudad de Kaoshiung, en cuya Corporación municipal ambas fuerzas sumarían 21 concejales frente a los 12 del PDP que se vería obligado a negociar con mayor ímpetu con los ediles independientes, un total de 9. Pero en un contexto más general dificultan seriamente cualquier intento de aproximación al centro del presidente Chen de cara a nuevas confrontaciones electorales e introducen señales de madurez que bien podrían hacer tabla rasa con un pasado de desencuentros que les alejó del poder.
Las relaciones a través del Estrecho
Por otra parte, los encuestados por e-Society Research Group introducían otro dato relevante: el KMT inspira mayor confianza y esperanza en el manejo de las relaciones entre los dos lados del Estrecho de Taiwán, un asunto de capital importancia para la estabilidad de este estado de hecho pero no de derecho y de toda la región.
La última torpeza en este dominio se fraguó a mediados del corriente mes de diciembre cuando el anuncio de una hipotética visita privada del presidente Chen, de ruta hacia Bali, a la provincia indonesia de Yogyakarta, país con el que no mantiene relaciones diplomáticas, desató las iras habituales de Pekín. La inmediata intervención del ministro de relaciones exteriores de Yakarta, Hassan Wirajuda, afirmando que su país no acogía con agrado la visita taiwanesa y que no permitiría entrar a Chen en territorio indonesio por ningún motivo, cayó como un jarro de agua fría en Taipei. El tono de la declaración indonesia, país en el que Taiwán ha invertido 17.000 millones de dólares hasta diciembre de 2001 y con un comercio bilateral que ha crecido el último año un 32,27 por ciento, acusando a Taipei de aprovechar las visitas privadas a lugares turísticos para sacar ventajas políticas, incomodó notoriamente al gabinete de Chen. Se anuncian represalias: congelación de la entrada de obreros indonesios a Taiwán, suspensión de toda la ayuda economía a Yakarta y desactivación de los programas de estimulo de las inversiones empresariales en dicho país.
La bofetada de Yakarta tiene además otra lectura. Taiwán viene promoviendo la “política hacia el Sur”, iniciada por el ex presidente Lee Teng-hui, con el objetivo de aminorar la excesiva dependencia del mercado de China continental de los capitales taiwaneses. Pero, a la vista está, ni ello ha debilitado los vínculos económicos con Pekín ni favorecido un mayor entendimiento con los países del Sudeste asiático de los que no ha conseguido obtener ninguna contrapartida política. Se diría incluso que un buen número de empresarios contempla con preocupación la pérdida de oportunidades que supone para sus negocios la falta de entendimiento con Pekín y la puesta en marcha de estrategias de distracción que obedecen a cálculos de naturaleza prioritariamente política. Muy a su pesar, los empresarios se sienten más cómodos y seguros trabajando en el continente y apoyando a los “bandidos chinos comunistas”. Para ellos China es una opción natural y para llevar a buen término sus negocios no dudan incluso en burlar las rígidas reglamentaciones de Taiwán, multiplicando sus operaciones a través de Hong Kong o presionar al más alto nivel para facilitar los contactos directos.
La sensación de asfixia de un lado (Nauru ha abandonado recientemente a Taiwán y la diplomacia continental extrema su presión desde Méjico sobre los países centroamericanos) y de frustración por otro, ha motivado el anuncio del viceprimer ministro Lin Hsin-i de la creación de un grupo ad hoc del gabinete para discutir la llamada “política hacia el Sur”, que bien podría estar viviendo sus últimos momentos, al menos en la formulación actual.
El temor a la interferencia china presenta además otro aspecto particular. El Consejo de Ministros aprobó recientemente un proyecto de ley que prohíbe a las firmas de China continental y Hong Kong donar fondos a los partidos políticos o candidatos independientes que concurran a los procesos electorales en Taiwán, limitando igualmente los montos de las donaciones individuales.
En suma, a poco más de un año de las próximas elecciones presidenciales, se estrecha el cerco sobre Chen Shui-bian, tanto en el plano interno como externo. Para Pekín, que siempre ha observado con recelo el ascenso de la formación independentista a la máxima jefatura gubernamental de la “provincia rebelde”, la ocasión se muestra especialmente idónea para castigar a Chen restándole capacidad de maniobra, vislumbrando ya la recuperación del diálogo sobre bases más acordes a los planteamientos tradicionales, quizás menos espectaculares pero más conocidos y a la larga, favorables.