Fidel Castro parece dispuesto a permitir una transición a la cubana, a su medida y sin interferencias extranjeras. Este parece ser el principal diágnóstico de la inédita reunión de 150 grupos disidentes que el pasado fin de semana celebraron en La Habana la Asamblea para Promover la Sociedad Civil, APSC. Aunque queda claro que, a la luz de los resultados, la división entre los diversos grupos de la oposición a Castro es más que evidente y que el camino de la transición será más largo de lo previsto.
Las elevadas expectativas en torno a la reunión movilizaron a diversos diputados de la Unión Europea, así como ex senadores y periodistas, y a diplomáticos estadounidenses, quienes auspiciaron la reunión. Esta marcada presencia extranjera que podría influir en la Cuba post-castrista motivó a que Fidel actuara con sus acostumbradas medidas represivas. Expulsó a dos europarlamentarios polacos, un senador checo, dos senadoras españolas, un diputado alemán, otro español y otro italiano.
Los gobiernos europeos agraviados por el incidente calificaron de "inaceptable" la medida castrista y enviaron inmediatamente sus notas de protesta ante los embajadores cubanos. La Comisión Europea emitió un duro reproche al gobierno cubano mientras colocaba en entredicho la política de apertura con Cuba iniciada por el primer ministro español José Luis Rodríguez Zapatero y que Bruselas adoptó como propia. En este apartado, Bruselas manifestó, en clara alusión al gobierno español, que "incluso los mejores amigos de Cuba van a tener dificultades".
Con este nuevo incidente, que también se puede interpretar como una bofetada a esa política aperturista de Zapatero, Fidel congeló momentáneamente esa ventana de apertura europea mientras mantiene un rudo contencioso con las autoridades estadounidenses por la extradición del anticastrista Posada Carriles.
El mensaje de Bush
Lo significativo del acto de apertura del viernes 20 en el barrio habanero de Río Verde fue que 200 personalidades pertenecientes a 150 grupos distintos de la sociedad civil cubana, pudieron reunirse con libertad y expresar en un informe central la raíz de sus demandas. La casa del ex preso político Félix Bonne fue el escenario del encuentro, donde se pidió la excarcelación total e inmediata de los demás presos políticos y se acusó al régimen fidelista de "autocrático y fascista". Quien abrió el acto fue la opositora Marta Beatriz Roque. La clásica vigilancia oficial brilló por su ausencia.
Para profundizar en lo inédito e histórico del acontecimiento, un diplomático de la Oficina de Intereses Estadounidenses en La Habana facilitó un ordenador en el cual se pudo observar un mensaje del presidente George W. Bush, quien exclamaba que "en su lucha por la libertad de su país, el pueblo de EEUU está a su lado". Los disidentes lanzaron vítores a Bush y consignas contra Castro.
No estaban todos los que son
Sin embargo, los resultados de la reunión de dos días no fueron satisfactorios. Se evidenciaron profundas diferencias entre varios líderes de la oposición, tal y como se vio en el proceso de votación para elegir a las autoridades de la APSC. De los 103 dirigentes asistentes, sólo 72 estuvieron en el proceso de elección.
Una de las ausencias significativas de la reunión fue la de Oswaldo Payá, cuya negativa a asistir a la reunión fue muy comentada. Payá es líder del Proyecto Varela que aboga por cambios democráticos en la isla y un programa político y económico de transición y es visto tanto en EEUU como en Europa como la figura más visible y coherente de la oposición cubana.
La otra gran ausencia fue la de Eloy Gutiérrez Menoyo, septuagenario y medio ciego, quien volvió a Cuba desde Miami para impulsar los cambios. Tanto Payá como Gutiérrez Menoyo calificaron el acto de "manipulación que beneficia al gobierno de Castro".
Mientras se celebraba la reunión opositora y con la intención de medir el pulso político, Fidel Castro convocó a una manifestación de 100.000 personas para confesar cómo el escritor Gabriel García Márquez permitió en 1998 una inédita vía de diálogo y cooperación con EEUU en lucha antiterrorista, sobre supuestos planes de atentados por parte de la Fundación Cubano Americana del exilio en Florida.
¿Hay vientos de cambio?
Desde que Zapatero abriera un canal de diálogo con el régimen cubano, parecía cerrada la etapa de confrontación iniciada en el 2003, cuando Bruselas suspendió sus relaciones con La Habana por el encarcelamiento de 73 disidentes cubanos y el fusilamiento de tres secuestradores de un ferry. Pero el actual incidente explica la inefectividad tanto de la la "línea dura" como de la vía pragmática hacia Fidel y su régimen.
De todos modos, la política de Zapatero redundó en algunos signos significativos. La reciente liberación del poeta y disidente Raúl Rivero, actualmente exiliado en España, y de otro grupo de opositores, fue utilizado mediáticamente por Zapatero como una victoria de su política y un síntoma de que Fidel estaba dispuesto a algún tipo de apertura. Si bien es cierto que, anteriormente a ese hecho, fueran expulsados el diputado español Raúl Moragas y otros dos holandeses, quienes intentaron entrevistarse con Payá.
Hace tres semanas, Raúl Castro, hermano y sucesor de Fidel, visitó Galicia, donde estuvo en la casa natal paterna y se entrevistó con el presidente Manuel Fraga. El acontecimiento no pasó por debajo de la mesa: para Raúl, porque significaba seguir manteniendo los mismos vínculos exteriores una vez asumiera la sucesión. Para Fraga, era un leve destello de tener a Cuba presente, en un momento en que Galicia prepara unas elecciones autonómicas donde el octogenario presidente espera una nueva pero dificultosa reelección.
Movimientos dentro y fuera de Cuba, el futuro de la isla camina hacia una decisión interna, con escasas interferencias extranjeras. Fidel quiere dejar todo atado antes de irse.
El dilema Posada Carriles
Mientras la oposición cubana no atinaba en definir sus estrategias, el escenario regional mostraba un pulso diplomático entre EEUU, Cuba y Venezuela, por la extradición del anticastrista Luis Posada Carriles, de 77 años, acusado de volar el avión de Cubana de Aviación que, en 1976, cumplía el trayecto Caracas-La Habana, con 73 pasajeros a bordo.
La manifestación organizada por Fidel frente a la Oficina de Intereses Estadounidenses de La Habana para exigir la extradición de Posada Carriles contó con el beneplácito de Hugo Chávez y las demandas de la cancillería venezolana para extraditarlo a Caracas. Decenas de simpatizantes chavistas se manifestaron frente a la embajada estadounidense en Caracas para exigir lo mismo que Fidel mientras Chávez amenazó con suspender las relaciones con Washington.
Por su parte, Fidel, en su discurso durante la manifestación, y a pesar de las arengas antiestadounidenses y antimperialistas, expresó sorpresivamente su confianza en que el "noble pueblo norteamericano y sus autoridades" logren cumplir la demanda de extradición por terrorismo.
Posada Carriles, detenido la semana pasada por entrada ilegal a EEUU, se está convirtiendo en un incómodo asunto para el gobierno de Bush, el cual si bien busca mejorar su imagen en Latinoamérica, tiene ante sí un espinoso dilema moral. Del mismo modo, el exilio anticastrista trata de desmarcarse de un personaje que les resulta, cuando menos, molesto, aunque la detención del mismo constituya una evidente derrota política para el ala más dura del anticastrismo.