¿Ha respetado China sus compromisos respecto a Hong Kong? Michael Klosson, cónsul general de Estados Unidos en esta Región Administrativa Especial de China Popular, resaltaba hace unas semanas en un almuerzo ofrecido por la Cámara de Comercio Americana, la positiva y exitosa aplicación del principio “un país, dos sistemas”. De George Soros a Bill Clinton, todos parecen coincidir en el diagnóstico. En el Informe Anual 2002 del Instituto Fraser, de Canadá, se indica que la economía de Hong Kong es la más liberal del mundo, lo cual, paradójicamente, llena de orgullo al Partido Comunista de China, quien no se cansa de resaltar el ventajoso clima de inversión existente en el otrora enclave británico.
¿Opina lo mismo la sociedad de Hong Kong? Se puede hablar de una cierta convicción mayoritaria acerca de la discreción con que Beijing controla la ex colonia. En cualquier caso, la influencia continental ha aumentado ostensiblemente. Buena muestra de ello es el avance de las fuerzas pro chinas en las elecciones de septiembre de 2000, celebradas en un contexto general de baja participación pero cuyo resultado evidencia el sustancial incremento de la legitimidad de Beijing para sancionar sus políticas restrictivas en materia de libertad de expresión, de derechos de residencia o de menoscabo de la independencia de sus tribunales con el objeto, ha señalado Jiang Zemin, de “combatir la inestabilidad social y el sabotaje exterior”. Los episodios de crisis de la economía hongkonesa han guardado más relación con las dificultades del entorno que con una hipotética asfixia de Beijing. La vida ha proseguido con su normalidad, incluidos los millares de residentes que cada año recuerdan los acontecimientos de Tiananmen.
¿Qué ha fallado? Sobre todo la utilización de Hong Kong como ejemplo para Taiwán. Beijing, a sabiendas de que, tradicionalmente, las relaciones de China con Taiwán y viceversa pasaban necesariamente por Hong Kong, ha realizado gestos de aproximación que se han visto frustrados con el inesperado triunfo de los independentistas en las municipales de noviembre de 1997 y en las presidenciales posteriores. Se ha evidenciado una clara insuficiencia a la hora de aplicar una misma vara de medir a situaciones diferentes. Vía Hong Kong no se llegará a Taipei. Los intentos de establecer un diálogo bilateral directo han fracaso por el momento.
¿Se ha despejado el futuro? No del todo. La apuesta de Taiwán por convertirse en una nueva puerta hacia la región de Asia-Pacífico transformando la isla en un inmenso centro regional de operaciones, el poderoso abrazo de la vecina provincia de Guangdong y, sobre todo, el auge de la zona de Pudong en Shanghai amenazan con mermar la significación internacional de Hong Kong. El estancamiento es su mayor rival. Y la apuesta de fondo de los dirigentes chinos es Shanghai, de donde proceden la mayor parte de los artífices y gestores del milagro hongkonés, incluido su actual Presidente, Tung Chee-Hwa.