Estrategia oblicua para una reunificación de hecho

A lo largo del próximo mes de junio podrían cerrarse las negociaciones entre Taiwán y China continental para firmar un Acuerdo Marco de Cooperación Económica (AMCE), llamado a contextualizar las relaciones económicas y comerciales bilaterales. Tanto Taipei como Beijing han expresado su confianza en lograr este objetivo, prácticamente contra-reloj, antesala necesaria para facilitar que Taiwán pueda negociar más tratados de libre comercio (los tiene ya firmados con cinco países centroamericanos pero que solo representan el 0,2 por ciento de su comercio) con otros países del área y, en el orden bilateral, paso previo para un hipotético acuerdo de paz. Dicha dinámica se verá reforzada por la promoción de alianzas en numerosos campos. Recientemente, por ejemplo, el Grupo Haier, el mayor fabricante de electrodomésticos para la cocina y la limpieza del hogar de la parte continental de China, ha decidido crear una empresa conjunta con la taiwanesa AU Optronics Corporation (AUO), líder en fabricación de pantallas de cristal líquido (LCD), para producir módulos de televisión LCD. Ese tipo de acuerdos abarcarán cada vez más sectores, productivos y financieros.

Ma asegura que este proceso no es indicativo del “entreguismo” de su política hacia el continente, sino una necesidad urgente derivada del hecho de que China es su mayor socio comercial y que la normalización de las relaciones exige este paso previo para no ver mermadas sus posibilidades presentes y futuras. Pero también se ha cuidado de señalar que no pondrá “todos los huevos en una única cesta”, según aseguró hace pocos días ante la asamblea de la Cámara General de Comercio de Taiwán, para no agravar la dependencia existente respecto a Beijing.

Desde la llegada al poder de Ma Ying-jeou en 2008, el acercamiento entre los dos lados del Estrecho ha experimentado un auge notable, facilitado por la normalización de las comunicaciones, hasta entonces suspendidas durante décadas. Recientemente se han intercambiado oficinas de turismo en Beijing y Taipei y a partir de ahora los residentes de otras seis provincias y regiones autónomas de la parte continental de China podrán viajar a Taiwán. Las seis regiones autorizadas son Mongolia Interior, Tíbet, Xinjiang, Ningxia, Qinghai y Gansu. El objetivo de las autoridades de la parte continental es que más de un millón de turistas de la parte continental viajen a la isla en 2010. Dinámicas similares están en curso, no sin polémica pero tampoco sin avances, en el orden educativo, cultural, etc. Raro es el día que no se registra alguna noticia que da cuenta de la profundización del entendimiento bilateral.

En la Expo Shanghai luce el pabellón de Taiwán y sus representantes son recibidos con todos los honores y cumplimentados por las máximas autoridades del país y del PCCh. En el orden diplomático, por otra parte, las pasiones parecen más controladas que nunca y la política de pequeños pasos adoptada por Ma encuentra en Hu Jintao el eco adecuado para no incentivar deserciones que afectarían a la credibilidad de su política.

Muy atrás quedan cada vez más las amenazas dirigidas a la isla (entre 1996 y 2008) que expresaban el temor de Beijing a una peligrosa deriva que acentuara la independencia de hecho de Taiwán y la irreversibilidad del proceso de afirmación de la identidad diferenciada de la isla. El entendimiento (2005) entre el KMT y el PCCh ha abierto un nuevo tiempo en las relaciones entre ambos partidos y entre ambos sujetos.

La política de Ma goza de buena acogida en la colectividad empresarial, a excepción de algunos sectores minoritarios temerosos de los efectos de la competitividad continental. Pero cabe esperar que China esté dispuesta incluso a perder ahora para ganar más adelante, ofreciendo compensaciones que faciliten la máxima unanimidad posible. En el orden político, no obstante, más difíciles serán de vencer las resistencias del PDP y la UST, que agravan la brecha que separa a “verdes” y “azules”, con la expectativa de un referéndum sobre el AMCE que podría llegar a celebrarse.

¿Tiene fecha ya la unificación? El entendimiento entre el KMT y el PCCh es profundo y de alcance. El mayor reto para ambos es asegurar la continuidad política en Taiwán. China hará lo imposible porque así sea, a sabiendas de que la recuperación del poder por parte del PDP supondría el retorno de la confrontación y la inestabilidad en el Estrecho.

Este año se celebrarán importantes comicios en las grandes municipalidades taiwanesas. Para Ma representa una dura prueba, toda vez que en los celebrados en 2009 ha cosechado algunos retrocesos significativos. Solo unos buenos resultados pueden afianzar su liderazgo y evitar que se cuestione su postulación a una segunda candidatura en las presidenciales de 2012. Ese segundo mandato sería decisivo para blindar el entendimiento con el continente firmando el acuerdo de paz con quien suceda a Hu Jintao en la jefatura china.

Del Estado de hecho a una unificación de hecho, la estrategia oblicua pactada por el KMT y el PCCh avanza a pasos agigantados, si bien las mejoras se producen en terrenos donde el entendimiento es más fácil. Lo más complejo está por llegar.