20070925 tokio yasuo fukuda

Fukuda promete estabilidad


 Yasuo Fukuda; clic para aumentar
Acerca de la corrupción de políticos y funcionarios, Yasuo Fukuda dijo que había llamado al orden a todos los ministros. Por otra parte, anunció una reforma de la función pública para acabar con el derroche y la ineficiencia administrativa, y volver a ganarse la credibilidad y la confianza de los japoneses. Prometió, igualmente, que las fianzas básicas del Estado y de los municipios se saldarían con superávit en 2011.
 

El nuevo primer ministro de Japón, Yasuo Fukuda, pronunció un discurso sobre política general el pasado 1 de octubre. De él se desprende que su perspectiva política es diferente a la compartida por Abe y Koizumi, es decir, se basará en la armonía. En la política, ya sea interior o exterior, promoverá el diálogo y el entendimiento con el partido en la oposición y con los países extranjeros. Su ideario recuerda al de su padre, Takeo Fukuda, que fue primer ministro y concertó el Tratado de Paz y Amistad entre Japón y China en 1978. Y también fue el artífice de la famosa doctrina que lleva su nombre, declarando que Japón nunca más sería una potencia militar sino que contribuiría a la paz en el mundo, a construir buenas relaciones mutuas, a promover la paz y la prosperidad en el Sudeste asiático sobre la base de unas relaciones en pie de igualdad. Ese esquema general, asociado a la familia Fukuda, ha estado presente en el primer discurso del nuevo primer ministro.

Fukuda empezó disculpándose por las molestias causadas a los parlamentarios y al pueblo japonés a causa de la elección de un nuevo líder del Partido Liberal Democrático (PLD). A renglón seguido, señaló que hablaría con el partido en la oposición, el Partido Democrático de Japón (PDJ), sobre los temas importantes de la agenda política. Como el PDJ es el partido más fuerte en la Cámara Alta, el primer ministro no puede ignorar su opinión.

Acerca de la corrupción de políticos y funcionarios, Fukuda dijo que había llamado al orden a todos los ministros. Por otra parte, anunció una reforma de la función pública para acabar con el derroche y la ineficiencia administrativa, y volver a ganarse la credibilidad y la confianza de los japoneses. Prometió, igualmente, que las fianzas básicas del Estado y de los municipios se saldarían con superávit en 2011.

En cuanto al sistema de seguridad social, se realizará una reforma conforme a la idea de “autonomía y simbiosis”. Fukuda dijo que Japón debe dejar de ser el país del “antes que nada, la producción” para convertirse en el de la “tranquilidad y seguridad”, especialmente para ancianos y jóvenes. Por eso, se ajustará todo el sistema de pensiones, se protegerá a los consumidores de los comerciantes sin escrúpulos, y se impulsarán nuevas medidas contra desastres como los terremotos, que han generado muchos problemas recientemente. Y además, en materia educativa, anunció el aumento de las horas de clase en la escuela pública. También se construirá una “sociedad de participación cooperativa de hombres y mujeres”, es decir, se modificará el sistema laboral para armonizar la familia y el trabajo.

Gracias a la reforma de la estructura de la economía y la sociedad, la economía de Japón está en curso de recuperación. Pero aún cabe acelerar más la reforma y el crecimiento. Para lograrlo, Fukuda considera que se debe aprovechar la ventaja de estar en Asia, y que Japón debe planificar y asegurar su condición de “Puerta de Asia (Asia Gateway)”. También prestó importancia al problema de la diferencia de nivel de vida entre la ciudad y el campo, un tema importante en Japón. Acerca del medio ambiente, Fukuda plantea el “domicilio de 200 años” para realizar una sociedad sostenible. Y como explicó en “Planeta Hermoso 50”, Japón adoptará medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la mitad en 2050 a través de la Cumbre en Touya-ko, que se realizará el año que viene en Japón.

Acerca de la diplomacia, Fukuda revalidó la alianza entre Japón y EEUU, y reiteró el entendimiento internacional como la idea básica de la diplomacia japonesa. Japón debe ser consciente de su responsibilidad y ejercerla de forma proporcionada a su potencia como país. El problema más urgente a afrontar es la continuación de la actividad de ayuda de las Fuerzas Marítimas de Autodefensa en el mar de India y Corea del Norte. Y además, aunque la mejora general en Asia es notable, hay quiebras importantes como reveló la reciente crisis de Myanmar, que imponen a Japón la necesidad de impulsar una diplomacia activa en la región. La reciprocidad y la búsqueda de beneficios estratégicos comunes serán la guía en las relaciones con China, consolidará una buena relación de confianza con Corea del Sur, al igual que con los países de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático) y tratará los problemas territoriales con Rusia. Japón perseverará en su intento de convertirse en un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y facilitará un acuerdo en la negociación de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio.

En la parte final de su discurso, Fukuda prometió la continuidad de las reformas, pero teniendo muy en cuenta las aspiraciones populares, es decir, contemplando la protección de ancianos y jóvenes, y asegurando equilibrios indispensables entre la grande y la pequeña empresa, entre la ciudad y el campo, etc., alentando el respeto, el apoyo mutuo, llevando a cabo una política de compromiso y de futuro. Si Shinzo Abe, el ex-primer ministro, declaró que haría de Japón un “país hermoso”, Fukuda terminó su discurso haciendo votos por un “país de esperanza y tranquilidad”.

Los modos políticos de Fukuda son muy diferentes a los de Koizumi y Abe. Es decir, plantea una mayor cooperación con la oposición interna y con los países extranjeros. Tampoco se muestra adepto inquebrantable del neoliberalismo. Promueve una apuesta apacible y pacífica. Sin embargo, deberá ejercer un fuerte liderazgo, para evitar los reveses registrados en los últimos meses. Según el resultado de una encuesta de opinión del periódico Yomiuri, el gabinete de Fukuda cuenta con la simpatía del 57,5%, lo que le sitúa en cuarta posición en apoyo en relación a los gabinetes existentes desde 1978. Puede ser que los japoneses no deseen otra cosa que estabilidad.