Galicia y Norte de Portugal, construyendo Europa

El proceso de integración económica ha generado una nueva dinámica en las relaciones entre los agentes institucionales, económicos y sociales en Europa. Un escenario privilegiado de ese proceso lo constituye sin duda alguna la llamada cooperación transfronteriza, un marco general de ámbito eurorregional que contextualiza y vertebra mecanismos de intensa proyección económica, social y cultural, acumulando un enorme potencial de desarrollo y grandes oportunidades de futuro.

La eurorregión económica integrada por Galicia y el Norte de Portugal constituye un excelente ejemplo.A la proximidad geográfica, al haber compartido un tronco histórico común o a las conocidas afinidades culturales o lingüísticas, se une la complementariedad como nota característica dominante que facilita la superación de las mutuas desventajas que ambas regiones acumulan de forma individualizada, consiguiendo establecer, en un marco de entendimiento, una plataforma territorial susceptible de generar energías suficientes para competir en ese contexto de creciente globalización e internacionalización de la economía.

En la actualidad, las áreas fronterizas de Galicia y del Norte de Portugal constituyen los espacios de mayor concentración demográfica y de mayor dinámica de toda la frontera luso-española, contribuyendo en gran medida a la integración ibérica y a gran distancia de los procesos de aproximación en curso con las regiones de Castilla y León, Extremadura o Andalucía.

Mientras el Norte de Portugal se caracteriza por ser una región fuertemente industrializada, Galicia es más dependiente del sector agrícola. Si Galicia presenta un perfil bajo en su crecimiento demográfico, con un notable envejecimiento de su población, en el Norte de Portugal, la población es notoriamente joven (cerca del 40% tiene menos de 25 años). En el vecino luso, más del 42% de la población activa está ocupada en el sector industrial (en Galicia, el 30%, similar a la media europea) y con una fuerte incorporación de la mujer al mercado laboral (casi el 50%, cuatro puntos por encima de Galicia). La economía del Norte de Portugal tiene un mayor peso relativo de la industria, más baja presencia del sector primario y una menor terciarización. Comparativamente, en el Norte de Portugal la tasa de actividad es muy alta (59.2%) y el desempleo muy reducido (5.8% y del 10% entre la población menor de 25 años, cuando en la Unión Europea asciende al 21.6%).

El proceso de aproximación de la economía de la región Norte de Portugal con la media comunitaria ha sido muy acelerada en los últimos años, pasando el PIB per cápita del 49% de aquélla en 1983 al 62% en 1993. Si en 1986 representaba el 93% del PIB gallego, diez años más tarde ya conseguía igualarse. Ambas están incluidas entre las regiones Objetivo 1 de la Unión Europea, ya que su nivel de renta por persona es notablemente inferior a los dos tercios del promedio europeo.

En la eurorregión existen aproximadamente unas 70.000 empresas que emplean algo más de un millón de trabajadores (14,6% del empleo existente en la península). Es un territorio con un PIB similar al de Chile o de Venezuela. El territorio constituido por las dos regiones ocupa una superficie total de 51 mil km2 (mayor que Dinamarca o Suiza) y concentra una población superior a 6 millones de habitantes (más que Irlanda, Noruega o Dinamarca). El espacio conjunto alcanzó como media en el período 1994-96 un PIB de 67.000.000 de euros, repartido entre la región Norte de Portugal y Galicia en proporciones de 56/44%, frente a 54/46% en 1986.

Pensar y actuar en clave de eurorregión permite a Galicia imaginar la superación de algunas importantes desventajas de partida que hipotecan su futuro (déficit de infraestructuras, atomización productiva, baja tasa de urbanización y hábitat disperso, mercado reducido), ofreciendo el horizonte de un mercado natural de mayor tamaño, un singular apoyo para la culminación de sus infraestructuras de todo tipo (rodoviarias, ferroviarias, gasísticas, energéticas, de telecomunicaciones, etcétera) y un contexto de cooperación para impulsar el proceso de internacionalización de nuestras empresas y el acceso a nuevos mercados regionales en formación o en funcionamiento tanto en América Latina, como en Asia o África.

Conviene tener presente que el espacio Galicia + Norte de Portugal incorpora también un notable grado de apertura al exterior, más acentuado del lado portugués. Las exportaciones se concentran en material de transporte (automoción, sector naval) en el caso de Galicia y textil-calzado en el Norte de Portugal.

En los últimos años, los intercambios comerciales entre Galicia y Portugal mostraron una evolución exponencial. Los 474 millones de euros de 1992 se cuadriplicaron hasta alcanzar una suma total de 1.564 millones de euros en 1998. Portugal es el segundo cliente de Galicia, mercado que ha adquirido el 20% de las ventas gallegas en el exterior, y, a su vez, es el segundo proveedor, ya que suministra el 8% de las compras foráneas de Galicia.

Ambas comunidades comparten además problemas similares como el de la pesca. No hay que olvidar, semala el profesor Souto, coordinador del libro "Geografía del Eje Atlántico". que una de cada cuatro toneladas de pesca que se generan en la Unión Europea tiene su origen en la flota portuguesa o la española y, dentro de esta última, Galicia ocupa un lugar privilegiado en cuanto a volumen. Las dificultades generadas por el agotamiento biológico de los recursos pesqueros o la ampliación de la soberanía hasta las doscientas millas marinas sobre caladeros en los que portugueses y gallegos pescaban sin dificultades (Namibia, Terranova, Gran Sol, etcétera) ha convertido la supervivencia del sector en un desafio compartido. Baste recordar el llamado "caso del fletán", en el que Canadá secuestró un pesquero en aguas internacionales, y la manifestación ciudadana que movilizó a miles de vigueses y que contó la significativa presencia del alcalde de Oporto.

Todo empezó con Europa

Al poco tiempo de producirse el ingreso de Portugal y España en las Comunidades, se firmó el protocolo de colaboración entre ambas regiones que culminaría en 1991 con la firma del Acuerdo Constitutivo de la Comunidad de Trabajo Galicia-Norte de Portugal, un mecanismo institucional establecido al amparo del Convenio Marco europeo sobre Cooperación Transfronteriza entre Comunidades y Autoridades territoriales del Consejo de Europa, con el respaldo de las administraciones comunitaria, española y portuguesa y con el objetivo fundamental de estimular y coordinar la cooperación transfronteriza e interregional para promover el desarrollo conjunto de ambas regiones en un espacio europeo sin fronteras.

La Comunidad de Trabajo selecciona conjuntamente las propuestas de proyectos a presentar para ser financiados por los Fondos Estructurales, a la vez que coordina la gestión de los proyectos financiados con cargo a la iniciativa comunitaria INTERREG I (1991-93) e INTERREG II (1994-99). La aportación principal de INTERREG consiste en el hecho de que por primera vez un montante específico de los créditos de la Unión Europea se ha puesto a disposición de la cooperación transfronteriza a través de programas operativos. Además de contribuir a la efectivización de los principios de subsidiariedad y partenariado, al fortalecimiento de la cohesión y la cooperación económica y social y a la apertura de los mercados laborales y a la armonización de la cualificación profesional, en el plano institucional y sociocultural ha aportado innumerables ventajas (conocimiento y cooperación entre administraciones y colectividades territoriales, intercambio de información y conocimientos prácticos en las regiones, etc).

En el ámbito socioeconómico sus repercusiones también han sido directas y concretas: mejora de los transportes, desarrollo del turismo, creación de empleo en ámbitos tan diversos como la formación o la investigación o la mejora de las estructuras de los transportes y de las comunicaciones. Para el período 2000-2008, el nuevo programa INTERREG III abarcará la cooperación transfronteriza, interregional y transnacional, equilibrando cada vez más la superación de los déficits en infraestructura con proyectos de otra naturaleza, más estructurales.

El resultado final de toda esta estrategia es un mercado regional mejor comunicado, con grandes homogeneidades, concentrado en el litoral, lo que sin duda puede ayudar a superar las desventajas naturales derivadas de una condición periférica que puede acentuarse con el proceso de ampliación al este de la Unión Europea. No es de extrañar que el presidente de la República Portuguesa, Jorge Sampaio, afirme que "la comunidad de trabajo entre Galicia y Portugal es lo más importante que se hace entre los dos estados ibéricos".

Un elemento esencial en la superación de ese largo periodo de aislamiento y en la habilitación de relaciones más amplias no propiamente transfronterizas sino interregionales, lo constituye el llamado Eje Atlántico, un esfuerzo integrador en el que participan 18 ciudades y cuyo objetivo se orienta a organizar relaciones de cooperación entre los sistemas urbanos de las dos regiones, ya que es aquí, en las principales aglomeraciones, donde obviamente se encuentran los más relevantes recursos para el desarrollo.

La estructura urbana de la eurorregión está presidida por el área metropolitana de Porto, con 1.2 millones de habitantes. En un segundo nivel figuran las aglomeraciones de A Coruña-O Ferrol-Betanzos y Vigo-Pontevedra-Porriño, con .000 habitantes cada una. Estas tres regiones urbanas concentran cerca del 40% de la población total de la eurorregión. A continuación aparece un numeroso grupo de ciudades medias (entre 80.000 y 160.000 habitantes) como Guimaraes, Braga, Ourense, Santiago, Lugo y Viana do Castelo.

Desde el Eje Atlántico se han potenciado esencialmente dos tipos de iniciativas. De una parte, el fomento del intercambio cultural para fraguar una identidad común de la eurorregión. La atribución a Santiago de Compostela y a Oporto del titulo de capitales europeas de la cultura, respectivamente en el 2000 y en el 2001, anima un escenario de colaboración y complementariedad urbana y cultural de grandes perspectivas. Unido a otros incentivos y políticas que se han venido desarrollando en los últimos años, el intercambio cultural destaca como uno de los elementos claves de esta peculiar relación bilateral.

En segundo lugar, la construcción de infraestructuras científicas y estables que nos permitan obtener un mejor conocimiento mutuo desde el cual poder adoptar posiciones comunes en el ámbito estratégico. Conviene destacar en este sentido la importancia del llamado Observatorio Urbano, un proyecto innovador en el ámbito europeo que se propone organizar y promover el acceso a los recursos de información existentes en la eurorregión, a partir de las nuevas tecnologías disponibles. La cooperación estadística, una experiencia pionera dentro del conjunto de las regiones europeas del Objetivo 1, no solo permite efectuar una radiografía permanente de ambas comunidades sino que permite advertir y fundamentar la importancia y evolución de este proceso. Además representa un valioso instrumento para impulsar la proyección exterior conjunta.

Tan ambicioso plan, que ha conocido en los últimos años un nivel de desarrollo muy considerable, se encuentra ahora en un momento crucial. De una parte, la reducción de los fondos comunitarios previstos para los espacios transfronterizos puede significar que algunos proyectos importantes pueden tener dificultades en el mandato comunitario que ahora se inicia. Urge aprovechar el tiempo y maximizar las actuales oportunidades ya que la presión de las regiones más deprimidas de los países del Este impondrá nuevos ritmos a la maquinaria de Bruselas. En segundo lugar, la persistencia de dos modelos político-administrativos diferentes que no acaban de confluir y que deben coexistir activamente. Mientras el sistema autonómico consolida el perfil regional de Galicia, en Portugal no hay regiones y el reciente intento de regionalizar el país vecino (dividiendo el norte en dos regiones -entre el Duero y el Miño y Tras Os Montes-) se ha visto frustrado al triunfar el "no" en el referéndum convocado al efecto el pasado año. Portugal sigue siendo un país no solo muy centralizado sino también muy centralista, como señaló en una ocasión Fernando Gomes, alcalde de la ciudad de Oporto.

Es un hecho asumido que la interdependencia entre ambas economías es irreversible. Sin embargo, conviene señalar que a pesar del incremento de las relaciones económicas entre Galicia y el Norte de Portugal, la realización de inversiones directas de empresarios gallegos en el Norte de Portugal y viceversa son todavía modestas (respectivamente, 35 millones de euros y 32,07 millones de euros, en 1997). La creación de la unión monetaria, que reducirá los costes de transacción de los intercambios y abrirá posibilidades de negocio y empleo para ambas regioens, puede favorecer esa expansión.

Asimismo, los intercambios comerciales aún puede desarrollarse ampliamente ya que no alcanzan el 5% de las exportaciones totales de la eurorregión. El saldo es ampliamente favorable a Galicia, salvo en textil-confección y minerales y sus manufacturas. Sin embargo, Galicia dista de ser la región española con una más intensa relación comercial con Portugal. Mientras Galicia supone el 12,55% de los intercambios comerciales existentes entre España y Portugal, Cataluña eleva su protagonismo al 22,23% y Madrid al 17,38%. Si nos olvidamos por un momento del sector del automóvil (Citroen), el papel de Galicia como socio comercial de Portugal no difiere significativamente del que tienen comunidades como Andalucía o Valencia.

A ambos lados del río Miño, sin embargo, se comprende la imperiosa necesidad de intensificar y se apuesta por reforzar las actuales trayectorias para fomentar la interrelación, propiciando la convergencia de las estrategias de aproximación formuladas a uno y otro lado de la frontera. De lo que se trata es de imaginar políticas coherentes de desarrollo que doten a la eurorregión de un mayor peso especifico en Europa. ¿Como conseguirlo? Fundamentalmente actuando en una triple dirección. De una parte, implicando a los agentes locales de forma que orienten sus esfuerzos en la misma dirección. Agentes públicos y privados se incorporan de forma cada vez más creciente a las políticas de cooperación, ampliando y reforzando los flujos de relación bilateral y generando dinámicas de consolidación de este proceso, pero es necesario generar una mentalidad con estos horizontes para intensificar la densidad de interrelaciones y liquidar los factores de rivalidad que aún puedan persistir.

En segundo lugar, desarrollar actuaciones que permitan concretar toda una oferta homogeneizada de servicios colectivos, de equipamientos, de gestión del territorio, incrementando el potencial de los recursos existentes y su mejora a través de su vertebración interna y la superación de los déficits actuales. En este sentido, conviene destacar el aprovechamiento de la red de puertos, uno de los principales atractivos para la localización de inversiones en una Europa que parece apostar por el cabotaje como sistema de transporte de mercancías. En la fachada marítima que bordea la eurorregión se sitúan siete puertos que destacan sobre el resto que jalonan el litoral del noroeste peninsular y que mueven en total casi cuarenta millones de toneladas de mercancías.

En tercer lugar, abordar la proyección exterior de la eurorregión a nivel no sólo europeo sino también mundial para resaltar su atractivo y los factores de competitividad (nuevos mercados y formalización de alianzas estratégicas). Aunar esfuerzos para intensificar las relaciones con los espacios internacionales más dinamicos y cultivar los lazos económicos y culturales preferenciales con el continente americano, constituyen valiosas aportaciones del litoral atlántico a la propia Unión Europea. Esos proyectos comunes cimentarán en mayor grado la construcción de un espacio económico integrado.

Todo ello exige mantener por un tiempo el compromiso bi-estatal y europeo para implementar aquellas actuaciones que ayuden a mitigar la condición periférica de este territorio, que acumula aún graves taras en materia de infraestructura. Como se recoge en las propuestas de intervención formuladas desde la Comunidad de Trabajo Galicia-Norte de Portugal, es irrenunciable la construcción de un moderno eje ferroviario de A Coruña a Lisboa, la modernización de plataformas logísticas del sistema portuario de todo el Noroeste peninsular, la valorización y coordinación del hinterland del sistema aeroportuario y la dotación de infraestructuras de telecomunicaciones (telepuertos y redes de banda larga), coherentes con la apuesta de posicionamiento de este espacio conjunto en la sociedad de la información.

Por último, conviene tener en cuenta que el fortalecimiento de esta eurorregión puede contribuir de manera decisiva a la revitalización por el sur de la fachada atlántica del continente, un proyecto estratégico para Galicia pero también para una Europa que no puede dar la espalda a su periferia sin renunciar a esas dinámicas de solidaridad que proporcionan la indispensable cohesión al proceso de integración.

En suma, hoy por hoy, para Galicia, no hay mejor camino que el portugués para alcanzar mayores niveles de modernización y de progreso.