Japón, retos de la tercera economía mundial

Japón lleva desde 1991, dos décadas de lento crecimiento económico, lastrado por la deflación. Es la tercera economía mundial y la segunda asiática. Pero el país se siente agobiado por el rápido crecimiento del coloso chino, un vecino con el cual mantiene unas relaciones políticas ambivalentes.
 
China es, desde 2006, su principal socio comercial y el gran motor que permite crecer a la economía japonesa, muy dependiente de su sector exportador. La demanda interna japonesa no arranca. Aún existen en el futuro económico del país del sol naciente algunos nubarrones. Suele ser complicado hacer previsiones sobre la evolución de su economía, en constantes altibajos y datos contradictorios. Hace 3 meses, el FMI pronosticó que el PIB japonés crecería un 2,8% en 2010. El 25 de enero, el FMI revisó al alza sus predicciones y anunció que el PIB de 2010 creció un 4,3%, gracias a las nuevas medidas de estímulo económico adoptadas por Tokio. Pero los interrogantes volvieron, solo dos días después, cuando la agencia de calificación financiera Standard& Poor’s (S&P) rebajaba la nota de la deuda de Japón, de AA a AA-. Algunos analistas temen que el primer ministro Naoto Kan no logre sanear las finanzas públicas, agobiadas por una enorme deuda pública que supone el 200% del PIB. Pero la situación resulta manejable gracias a la elevada tasa de ahorro interno. Cabe confiar en la ambiciosa reforma fiscal adoptada por el Gobierno que, si es aprobada por la Dieta, se aplicará a partir del 1 de abril de 2011. Mientras Japón espera salir de una larga crisis,  el modelo chino de “capitalismo sin pluralismo político” logró que su economía creciese un 10,3% en 2010. EEUU, estimulado por las últimas medidas económicas de Obama, creció un 2,9% en 2010. Alemania un 3,6%.

La explosión de las burbujas bursátil e inmobiliaria en 1991 y la crisis financiera asiática de 1997 sacudió pero no derrumbó un modelo económico japonés. Sin embargo, la última crisis financiera que arrancó en 2008 en EEUU, sí planteó la necesidad de acelerar los cambios estructurales. Y sobre todo lograr recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones y las motivaciones colectivas y personales para afrontar con decisión nuevos retos. Japón debe reinventarse. No sería la primera vez. Lo hizo cuando se modernizó con la restauración Meiji a mitades del siglo XIX. Y otra vez tras la derrota militar en 1945. 

Pero existe otra gran amenaza para Japón que no es exterior, sino interna. Su gran reto consiste en corregir el bajo índice de fertilidad y el rápido envejecimiento de la población que ya cuenta con un 21,5 % de mayores de 65 años. Si no se toman medidas urgentes, la población puede bajar de los 127 millones a 85 millones en 2055. El déficit  demográfico ya afecta al crecimiento económico, el consumo, al ahorro interno y a la financiación del sistema de salud y de pensiones. Japón también debe rejuvenecer.

Japón es un gran país que merece toda la confianza. Goza de un sistema democrático, un alto nivel de vida, una población culta y una mano de obra especializada que le permite ejercer un liderazgo tecnológico. Es una Sociedad del Conocimiento. La tasa de paro se mantiene en torno al 5%. El país tiene grandes capacidades pero le falta la dimensión y la población que sí tiene el coloso chino. El futuro de Japón depende de dos factores: a) del como evolucionen sus complejas relaciones políticas con China y b) de que el país, marcado por la geografía y la historia, se abra sin reservas al exterior. El mantenimiento de la identidad japonesa puede y debe conjugarse con una mayor apertura al exterior.

Desde Europa debemos ser prudentes cuando juzgamos a Japón. Muchas veces lo hacemos desde el desconocimiento de su cultura milenaria. Podemos aprender mucho de Japón, tanto de sus grandes virtudes como pueblo como de sus errores políticos o económicos. Se han juzgado con un cierto desden las dos décadas perdidas de Japón desde el punto de vista económico. Pero ahora son algunos países occidentales, incluida España, los que están amenazados por una larga recesión. Si salimos de ella será, en gran parte, gracias a que somos miembros de la UE, liderada por Alemania. Merece reconocer que Tokio está apoyando financieramente  a la zona euro y está dispuesto a adquirir deuda europea. Japón cuenta, tras China, con las segundas reservas de divisas mundiales (850.000 millones euros). También quiere asegurar la estabilidad del euro. La UE es el destino del 10% de las exportaciones niponas.

Una última consideración: China es, tras superar a Japón, la nueva estrella del escenario internacional. Pero Pekín tiene una asignatura pendiente: las reformas políticas. Es innegable que el desarrollo chino es hoy muy superior al japonés o el indio. China ha crecido mucho pero con graves desigualdades territoriales, sociales y medioambientales. En cambio, Japón es, a pesar de la crisis económica sufrida, una sociedad democrática, culta, homogénea y estable.