En el contexto de la Administración Obama, el gobierno de los Estados Unidos ha ido perfilando su geo-estrategia de dominación hacia México y la subregión centroamericana, utilizando su cooperación en la lucha contra el narcotráfico como un elemento de justificación político-diplomática con varios objetivos.
En el contexto de la Administración Obama, el gobierno de los Estados Unidos ha ido perfilando su geo-estrategia de dominación hacia México y la subregión centroamericana, utilizando su cooperación en la lucha contra el narcotráfico como un elemento de justificación político-diplomática con varios objetivos. Entre estos son identificables, la necesidad de lograr una mejor imagen en América Latina, mejorar su estado de control político y militar sobre la región, evitar el fortalecimiento de procesos políticos antagónicos a su proyecto imperial y consolidar su concepción geoestratégica y geopolítica en Latinoamérica. Para ello, el traspatio resulta vital, de manera que la estrategia a seguir para México y Centroamérica ha tenido varios pilares, en torno a la polémica Iniciativa Mérida.
La Iniciativa Mérida, surgida en 2007 como producto de un acuerdo bilateral entre el presidente mexicano Felipe Calderón y el -en aquellos momentos- presidente estadounidense George W. Bush, ha constituido el escudo político-diplomático para el incremento de la dominación estadounidense en México y Centroamérica. Sin embargo, el centro de esta breve reflexión abarcará solamente a México, por las características singulares que presenta para los intereses de los Estados Unidos. Indudablemente la “ayuda” financiera y técnico profesional que le pueda facilitar el gobierno estadounidense a ese país resulta bien necesaria, sin embargo, ello no debe prescindir de consideraciones respecto a las importantes cuotas de soberanía que “cede” por ello.
Haciendo un análisis más pormenorizado hacia los derroteros de la Iniciativa Mérida, podemos percatarnos de la inefectividad de sus pilares1, los cuales se orientan únicamente hacia algunas expresiones del problema y no a la esencia del mismo. En ese sentido, se dejan a un lado las dificultades sociales y económicas que existen en México, obviando así, como un fenómeno crucial para el incentivo al narcotráfico, los altos índices de desempleo, las apoteósicas desigualdades sociales y la pobreza perenne en el agro mexicano, que hacen sumamente tentadora la producción y el tráfico de drogas. Esta área base de los profundos problemas que presenta el estado y la sociedad mexicana en la actualidad, son subvaloradas por las estrategias concebidas por los Estados Unidos en la Iniciativa Mérida. Con estas carencias las limitantes que presenta la Iniciativa, hacen inefectivos los pilares concebidos en la misma.
La funcionalidad de los pilares resulta verdaderamente cuestionable, presentando (en el pilar I) la aspiración de disminuir la capacidad operativa del crimen organizado, mediante la captura y formal prisión sistemática a los cabecillas. La Iniciativa Mérida es una estrategia de seguridad hacia México y Centroamérica, también, un mecanismo para asegurar los intereses de EE.UU. en la subregión. Definitivamente viendo como centro del combate al narco, la captura de los cabecillas y la erradicación de algunos cárteles, solo se atacan las expresiones de los problemas, dejando latente en la sociedad las motivaciones que generan la producción y el tráfico. No obstante, la mayor cantidad de fondos aprobados para el año fiscal 2010, continúa destinándose dicha temática.2
Otro elemento del que se hace poco énfasis es en la responsabilidad de EE.UU. en la lucha contra el narcotráfico. México sirve tanto de puente como de receptor de las armas y de las drogas que, en su mayoría, no se producen en el país. De hecho, la causa fundamental de que México tenga lo grandes problemas de seguridad pública, violencia y auge del crimen organizado transnacional es por compartir frontera con el mayor consumidor de drogas ilícitas y el mayor productor de armas a nivel global.
En el tercer pilar de la Iniciativa queda expuesta la necesidad de crear una estructura fronteriza que facilite el comercio y el movimiento de personas legítimos al tiempo que se restringe el flujo ilícito de drogas, personas, armas y dinero. Sin embargo, el tratamiento xenófobo y discriminatorio que se recibe en las fronteras, la aprobación de la Ley de Arizona y su posible réplica en otros estados de la Unión, denotan la imposibilidad de conciliar un convenio en igualdad de derecho para ambas partes.
En el cuarto pilar de la Iniciativa define la necesidad de fortalecer a las comunidades mediante el fomento de la cultura de la legalidad y la disminución del atractivo y poder de las organizaciones del narcotráfico, sin embargo los fondos destinados a este punto carecen de posibilidades reales para encaminarse hacia una solución, ni siquiera en un mediano plazo.
De manera general los pilares de la Iniciativa quedan frustrados desde la misma metodología en que se aplica el combate al narcotráfico, “recomendando” formas de gobierno, para el fortalecimiento de la institucionalidad y del estado de derecho, que se inmiscuyen en los asuntos internos de México, acorde con los estándares de la democracia neoliberal y consecuentes con los intereses políticos e inversionistas de EE.UU. en ese país. En esa arista se halla el delicado estado de gobernabilidad existente en México, factor que posibilita un mayor grado de imposición por la parte estadounidense, que perjudica la soberanía. Al tema de la gobernabilidad se le da un tratamiento en conveniencia a los intereses del país “cooperante”, infiriendo trasformaciones que, lejos de fortalecer la institucionalidad y el estado de derecho, denotan la dependencia del Estado mexicano a los designios del gobierno estadounidense.
En resumen, la Iniciativa es un instrumento político diplomático de perfeccionamiento de la dominación imperial de los Estados Unidos sobre México y que se expande por la subregión centroamericana. Desde esta óptica, la Iniciativa resulta el instrumento llamado a manipular la crítica situación que enfrenta el Estado mexicano, con estrategias que persiguen mejorar la imagen del gobierno de Estados Unidos en la región y el refortalecimiento de su hegemonía. Indudablemente el dilema de la independencia entra en peligro con la Iniciativa, que desde sus cuatro pilares, presupone la implantación de un estado de derecho a la usanza neoliberal, midiéndose la efectividad institucional mediante los patrones de la democracia neoliberal.
El compromiso bilateral establecido por EE.UU. de asignar 1400 millones de dólares, prometidos por Bush en 2007, ha posibilitado un plan que posibilita a ese país, la intromisión en los asuntos internos de México. Pero el problema del narcotráfico se ha hecho más álgido en 2010, al confluir los problemas del crimen organizado trasnacional con el contexto de crisis de la economía global, que ha fomentado el impulso de los cárteles del narco en el norte de México, con oleadas de violencia que ponen en duda la gobernabilidad de ese país, y presentan la incógnita, de ver a México como un estado fallido, con una crisis de gobernabilidad arreciada por la debilidad político institucional incapaz de combatir el narcotráfico de una manera coherente.
La co-responsabilidad del gobierno de los EE.UU. en la lucha contra el narcotráfico y el trasiego de armas en México, merita otras reflexiones en torno a las negativas consecuencias del estado de dependencia histórica establecida entre México y los EE.UU. La distribución de los 1400 millones de dólares para México y Centroamérica en un período de tres años; ha estado centrada en combatir las expresiones del problema del narcotráfico, priorizando los fondos para la preparación de las fuerzas policiales mexicanas así como su equipamiento tecnológico. Incluso al interior del Congreso estadounidense se han tenido dudas acerca de la efectividad de la Iniciativa Mérida, lo que fue expuesto en un informe del Congreso de EE.UU. por el demócrata Eliot Engel quién señaló: "Casi tres años y mil 600 millones de dólares después, nuestra asistencia antidrogas para México y América Central carece de mediciones de los logros fundamentales".3
Otro aspecto primordial en las potencialidades que le brinda a EE.UU. la lucha contra el narco es la manipulación de la opinión pública con impacto tanto al interior de la sociedad mexicana, como en las campañas mediáticas contra los procesos de cambio en la región.
La Administración Obama ha dado continuidad a las políticas de Bush, pero ha realizado cambios importantes en las formas a emplear en su relación con América Latina. Uno de esos cambios de forma ha sido el tratamiento de los medios de comunicación masiva y en la mesura de su oratoria. Por esa vía, han vendido como única forma válida de lucha contra el narcotráfico la establecida en consenso con los EE.UU. Desde esa perspectiva, se demonizan los esfuerzos que realizan países como Venezuela, Bolivia y Ecuador, por su decisión de combatir el narcotráfico de manera soberana.
En varios informes de los tanques pensantes estadounidenses, como el CFR, se aprecia la política del multilateralismo, buscando las vías posibles para la profundización de su dominación, hallando un respaldado, desde la arena político-diplomática en la Iniciativa Mérida. Además, han intensificado sus relaciones con las transnacionales y las ONG establecidas en el continente, para fortalecer su dominación de una manera menos directa, con el objetivo de restarle poder a los estados nacionales y evitarse una implicación más directa.
En los dos primeros años de la Administración Obama, se han hecho frecuentes los viajes de altos funcionarios del Departamento de Estado y el de Defensa a Latinoamérica, destacándose los periplos de Hillary Clinton, Arturo Valenzuela y Robert Gates. Con ello, se ha pretendido influir en el mejoramiento de la imagen estadounidense en la región, y lograr credibilidad, teniendo un papel activo en las Conferencias y Eventos regionales que se han celebrado. De estas, llama la atención para el caso centroamericano, el IV Diálogo SICA-EE.UU. y la Conferencia de Caminos por la Prosperidad donde se ha abogado por un mayor control de la zona a partir de las propuestas comerciales establecidas.
La insistencia en adecuar el estado de derecho de los países y debilitar sus leyes aduanales, para obtener una mayor libertad jurídica en sus incursiones ha sido una de las temáticas abordadas en este intercambio, siempre con la atenuante, potencializar nuevas vías de desarrollo comercial. Sin embargo México no había tenido una visita importante hasta el impacto en la opinión pública, de la oleada violencia en Ciudad Juárez,4 por el asesinato de dos funcionarios diplomáticos de Estados Unidos. Posteriormente, Hillary Clinton viajó a México, acompañada por una numerosa delegación de altos funcionarios políticos y militares. Las propuestas planteadas se resumieron a -en el marco de la Iniciativa Mérida- fortalecer el combate al narcotráfico para lo cual demandaron –muy oportunamente- liberalizar las restricciones legales mexicanas para aumentar las acciones del gobierno estadounidense quedando estipulado una Conjunta sobre Cooperación Bilateral contra la Delincuencia Organizada Transnacional5nuevo acuerdo, el cual solo planteó algunas reformas a la situación, en el marco de la Iniciativa Mérida.
No obstante a la respuesta diplomática, el embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, debió reconocer la ausencia de soluciones inmediatas para la inseguridad ciudadana que vive en la actualidad ese país.
México posee lazos históricos de dependencia y dominación con los Estados Unidos. El hecho de compartir fronteras y ser un aliado estratégico conlleva a un mayor nivel de compromiso con esa sociedad por parte de los EE.UU., sobre todo, porque la crítica situación vivida en el norte de México, se entiende también, como un problema para la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Indudablemente la temática de la lucha narcotráfico en México, sin dejar de ser un elemento de desestabilización ciudadana y marginalización, forma parte de los instrumentos en que fundamenta diplomáticamente, la política exterior de los Estados Unidos de Norteamérica, en su concepción geopolítica, para el refortalecimiento de su dominación en México y la subregión centroamericana.
Notas:
1. Ver pilares de la Iniciativa Mérida en Anexo.1.
2. Ver presupuesto aprobado para la Iniciativa Mérida en el año fiscal 2010.
3. Ver página web de la Iniciativa.
4. Ver Anexos, Acuerdo bilateral del 23 de marzo, con la revisión de la Iniciativa Mérida producto del impacto en la opinión polémica del asesinato de tres norteamericanos, funcionarios del servicio diplomático estadounidense en Ciudad Juárez.
5. Ver Anexo No.3. Conjunta sobre Cooperación Bilateral contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
Fuentes Consultadas:
1. De la Ossa, Álvaro. La unión centroamericana: condiciones y perspectivas. Managua, Nicaragua, Cries, 1999.
2. Guerra-Borges, Alfredo (Antología). La integración centroamericana ante el reto de la globalización. Managua, Cries, 1996.
3. Muñoz Varela, Luis (Comp.) Memoria Primer Seminario-Taller La sociedad civil regional y los procesos de integración. Heredia, Costa Rica, 7-8 de agosto de 1997.
4. Sunkel, Osvaldo. Capitalismo transnacional y desintegración nacional en América Latina. Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1972.
5. Morales Gamboa, Abelardo y Carlos Castro Valverde. Migración, empleo y pobreza. San José, Costa Rica, FLCASO, 2006.
6. Colectivo de autores. Relaciones Estados Unidos-América Latina: una nueva dirección para una nueva realidad. Informe de un Grupo de Trabajo Independiente. Patrocinado por el Council on Foreign Relations, 2008.
7. Castro Mariño, Soraya. “George W. Bush: Entre su legado y Katrina”. En: Cuadernos de Nuestra América. No. 35-36, Vol. XVIII. Enero-diciembre2005, pp.205-239.
8. Dale, Catherine. CRS Report for Congress. National Security Strategy: Legislative Mandates, Execution to Date, and Considerations for Congress. Updated September 23, 2008. Order Code RL 34505
9. Hernández Martínez, Jorge (Coordinador). Los EE.UU. a la luz del siglo XX. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2008, pp.530
10. “La cultura política norteamericana de la guerra Fría (Lo que le viento se llevó) “. En: Cuadernos de Nuestra América. No. 35-36, Vol. XVIII. Enero-diciembre2005, pp.177-204.
Obama, Barack. Discurso del presidente Obama sobre el Estado de la Unión al Congreso y la nación el 27 de enero de 2010. Ver en: http// www.american.gov
11. Jorge Sapoznikow et al., “Convivencia y Seguridad: Un reto a la gobernabilidad,” Banco Interamericano de Desarrollo, 2000.