20070424 ankara abdullah gul e tayyip erdogan

La elección turca

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 Abdullah Gül y Recep Tayyip Erdogan, clic para aumentar
Tanto Erdogan como Gül han logrado nivelar la orientación islámica y reformista del AKP con el carácter laico estatal turco, moldeando una especie de “Islam secular” definido dentro de una identidad republicana. En este sentido, diversos sectores dentro y fuera de Turquía han considera a Erdogan más como un “conservador” que como un “reformista”, probablemente presionado por las inquietudes y demandas de las elites y la influyente casta militar. (Foto: Abdullah Gül (izquierda) y Recep Tayyip Erdogan).
 

El péndulo político en Turquía está balanceándose aceleradamente en este año electoral decisivo. El próximo mes, la Asamblea Nacional deberá elegir un nuevo presidente de la República, dando paso a las elecciones legislativas del próximo mes de noviembre, que conformará un nuevo gobierno para los próximo cinco años.

Esta coyuntura determina porqué estos próximos cinco años hasta el 2012 serán tan decisivos para definir la orientación y las potencialidades de la posición geopolítica de Turquía, en especial con respecto a sus negociaciones con la Unión Europea.

El primer test para el actual primer ministro, el islamista Recep Tayyip Erdogan, será la elección del cargo presidencial que sustituya al actual jefe de Estado, Ahmed Necdet Sezer, el primer civil en ocupar este cargo en los 84 años de historia republicana turca.

La Presidencia turca determina un cargo consultivo influyente dentro del Consejo de Seguridad Nacional, principal escenario de la toma de decisiones en Turquía, donde prevalece el componente militar.

A pesar de contar con una notable popularidad, las especulaciones sobre la candidatura presidencial de Erdogan dieron lugar a múltiples presiones políticas contra el gobernante partido islamista de la Justicia y Desarrollo, AKP, incluyendo una masiva manifestación en Ankara y otras ciudades, en la que se defendía la identidad laica de la sociedad turca y su carácter secular republicano.

¿Un poder bicéfalo?

Sometido a presiones desde diversos ángulos, Erdogan decidió delegar la candidatura en su ministro de Exteriores, Abdullah Gül, probablemente ante su pretensión de concentrar esfuerzos para que el AKP logre otra victoria electoral en las legislativas de noviembre, que le garanticen un nuevo período de gobierno a Erdogan.

La mayoría absoluta del AKP en la Asamblea Nacional es notoria: 354 escaños de un parlamento de 550 diputados, lo cual podría garantizar sin problemas la elección de Gül como nuevo presidente de la república.

Su elección sería aceptada tanto en Europa como en EEUU, debido a que conocen a Gül como un interlocutor pragmático y “europeísta” convencido, a pesar de que la diplomacia turca bajo Erdogan ha manifestado varias reticencias y oposiciones a muchas de las decisiones adoptadas por Washington, tales como la guerra de Irak.

Pero, a nivel interno, la posibilidad de una hegemonía islamista “bicéfala” tanto en la jefatura del Estado como en el gobierno es lo que provoca temores “apocalípticos” dentro de la tradicional elite secular turca, principalmente dominados por el poderoso sector militar, popularmente conocidos como los “pashás”.

Los medios de comunicación afectos a las elites turcas y los partidos opositores, independientemente de su orientación ideológica, enfatizan en la especulación de que Erdogan y el AKP guardan una “agenda oculta” destinada a “islamizar a Turquía” para “acabar con el Estado laico republicano” en el próximo período de gobierno.

No obstante, Erdogan y el gobierno del AKP han demostrado una orientación tan pragmática como efectiva para realizar diversas reformas y modificaciones dentro de la casi monolítica estructura de poder turca, El “viraje” de Erdogan no ha sido hacia una “islamización” del país, ni tampoco existen evidencias de que lo será en el futuro.

En este sentido, tanto Erdogan como Gül han logrado nivelar la orientación islámica y reformista del AKP con el carácter laico estatal turco, moldeando una especie de “Islam secular” definido dentro de una identidad republicana. En este sentido, diversos sectores dentro y fuera de Turquía han considera a Erdogan más como un “conservador” que como un “reformista”, probablemente presionado por las inquietudes y demandas de las elites y la influyente casta militar.

Los “enemigos internos”

Tanto como los procesos electorales previstos para el 2007, otros factores de importancia determinan los peligros que pueden derivarse en el caso de que el péndulo turco vire hacia posiciones más radicales y el difícil camino a seguir hacia la consolidación de un verdadero sistema democrático y plural en Turquía.

Es notorio el aumento de los movimientos nacionalistas de ultraderecha en los últimos años, muchos de ellos concentrados en el Partido del Movimiento Nacionalista, MHP, heredero de los tristemente conocidos “Lobos Grises”, cuya actuación terrorista y subversiva fue notoria en los años setenta.

Diversos sectores sociales, especialmente entre los jóvenes, muestran un aumento del descontento turco hacia Europa y los obstáculos de admisión turcos. Incluso, dentro de las elites gobernantes, existe ya la percepción de buscar una orientación geopolítica alternativa para Turquía, enfocando hacia China, Asia Central, Oriente Medio y el diverso y múltiple “mundo turco” que existe dentro del espacio euroasiático.

Incluso, el propio Erdogan llegó a enviar un mensaje a la UE de que, si no están convencidos en admitir a Turquía, “que nos lo digan ya para nosotros buscar nuestro propio camino”.

Dentro de estas incidencias sobre el “péndulo turco” están manifestando fuertes tensiones de índole histórica, como el reconocimiento exterior de acontecimientos pasados con gran impacto cultural en Turquía, tales como el genocidio armenio. Las amenazas en los últimos meses contra el premio Nobel Orhan Pamuk, así como al asesinato del editor de origen armenio, Hrant Dink, dan fe de estas tensiones y peligros para la viabilidad de un sistema democrático abierto.

En este apartado, diversas ONGs y movimientos civiles dentro y fuera de Turquía están pidiendo a Erdogan la abolición del polémico decreto 301, que castiga con seis meses de cárcel a los que “ofendan la identidad nacional turca”. La persecución judicial que existía contra Pamuk alertó a diversos colectivos a presionar por mayores demandas de transparencia legislativa y pluralidad democrática.

Tanto como el sentimiento ultranacionalista, se están presentando una serie de conflictos violentos de carácter religioso, como el degollamiento de tres miembros de una editorial cristiana. Aunque no generalizadas, estas tensiones se amplían hacia otros credos como los protestantes o, incluso, entre los mismos musulmanes alevíes, sunnitas y chiítas, encerrando también con ello un oculto conflicto de clases sociales.

Estas tensiones están provocando también la aparición de algunas células de carácter islamista radical, tales como el Hizbulah turco (sin conexión con su similar libanés) con capacidad de activar atentados terroristas, así como movimientos y grupos de extrema izquierda, algunos de inspiración guevarista y maoísta, radicalmente opuestos al “establishment” turco.

La clave kurda

Dentro de todos estos conflictos, cobra renovada importancia el interminable drama kurdo. La reactivación guerrillera del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, PKK, principalmente desde el Kurdistán iraquí, llevó al jefe del Estado Mayor, el general Yasar Buyukanit, a amenazar con una invasión militar al Kurdistán iraquí.

Desde Washington y Bruselas están persuadiendo a los militares turcos a no fomentar esta posibilidad, a fin de no complicar el delicado panorama regional con un nuevo conflicto. Pero la posibilidad de que la independencia del Kurdistán iraquí pase de ser un elemento “de facto” a un “de iure” provoca una gran inquietud no sólo en Turquía sino en Irán e Irak, tomando en cuenta la próxima celebración de un referendo autonómico en la provincia de Kirkuk, en el Kurdistán iraquí, rico en yacimientos petrolíferos y estratégicamente importante para el paso de oleoductos y distribuidores hidráulicos.

A pesar de estas tensiones, Turquía no deja de ser un actor estratégico clave para los intereses occidentales. Ankara ha sido escenario de las reuniones entre el responsable europeo de Política Exterior y Seguridad, Javier Solana, con la diplomacia iraní, a fin de encontrar espacios de negociación hacia el polémico programa nuclear de Irán.

Pero el año electoral turco y el próximo período de gobierno deben ser vistos con gran detenimiento e interés tanto en Europa como en EEUU y los países de la región. La fecha tentativa del calendario de negociaciones de admisión con la UE está previsto para el 2014. Todo depende del balance de varios factores que determinará si, en realidad, Turquía y la UE llegarán juntos a esa fecha, o hacia dónde finalmente se moverá el péndulo turco.