La ONU debate el futuro palestino

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Bajo una fuerte polarización, la histórica votación que mañana viernes 23 se realizará en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la petición de reconocer un Estado palestino independiente intensifica el inflamado clima político actualmente existente en Oriente Próximo, toda vez que el ya anunciado veto estadounidense al Estado palestino puede igualmente incrementar el descrédito de Washington hacia el mundo árabe, complicando su posición ante los cambios políticos existentes en la región.

Lo que parece considerarse como un día histórico para Palestina puede convertirse en un capítulo más de la frustración de la población palestina para alcanzar su legítimo derecho a constituirse como Estado independiente. Mañana viernes 23, el Consejo de Seguridad de la ONU debatirá, bajo un fuerte clima de polarización, la petición formal presentada a comienzos de septiembre por Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), de ver a Palestina como miembro formal de la ONU.

La histórica votación en la ONU tras más de seis décadas de conflicto en Oriente Próximo decidirá si Palestina puede finalmente constituirse como Estado independiente en base a las fronteras anteriores a la Guerra de los Seis Días de 1967, conservando así los territorios de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. Israel rechaza abiertamente esta posibilidad instando a reanudar unas negociaciones de paz paralizadas desde octubre de 2010, una vez fracasaran cuando el gobierno israelí del derechista Benjamín Netanyahu rechazó la petición de la ANP a acabar con los asentamientos de colonos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este.

Amparándose en un acuerdo establecido con la reanudación de las negociaciones entre Israel y la ANP en septiembre de 2010, Abbas anunció a finales del año pasado una amplia campaña diplomática a nivel internacional para pedir el reconocimiento de Palestina en la ONU.

El poder del veto de Washington

Con las negociaciones de paz paralizadas, la votación se anuncia dividida entre los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, siendo estos EEUU, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia, y los otros diez miembros rotativos no permanentes, entre los cuales se encuentran países como Brasil, Alemania y Colombia, y que ocuparán estos cargos hasta finales de 2011 y 2012.

Rusia y China ya anunciaron su aceptación de un Estado palestino como miembro formal de la ONU, al igual que Brasil y el Líbano, miembros no permanentes. Por el contrario, EEUU anunció públicamente el veto al Estado palestino, mientras Francia y Gran Bretaña aún no han mostrado una decisión final. Otros miembros no permanentes como Alemania y Colombia rechazan la inclusión de Palestina en la ONU, mientras Portugal especula con abstenerse.

En la actualidad, 122 de los 193 países miembros de la ONU reconocen a Palestina como Estado independiente, en gran medida gracias a la amplia campaña diplomática realizada por la ANP en los últimos meses en América Latina. La ANP también tiene representación diplomática en 70 países mientras es reconocida como miembro observador en instituciones internacionales como la UNESCO y la Organización Mundial de la Salud, y como miembro permanente en la Liga Árabe, la Conferencia Islámica y el Grupo de los 77. Por tanto, en caso de que la votación se lleve finalmente a la Asamblea General de la ONU, la ANP tendría garantizado su sitio permanente en la ONU.

No obstante, aquí han entrado las presiones políticas y el lobby, principalmente desde Washington y París. El gobierno de Barack Obama se muestra en una delicada posición al anunciar su veto precisamente en un momento en que Washington intenta recuperar su credibilidad e imagen ante un mundo árabe convulsionado por los cambios políticos, muchos de ellos abiertamente críticos con la política estadounidense en la región.

No obstante, la estratégica relación de EEUU con Israel dificulta un cambio de posición estadounidense, y más ahora que el gobierno israelí de Netanyahu se muestra casi absolutamente aislado en Oriente Próximo, ante los acercamientos políticos y diplomáticos entre aliados tradicionales de Tel Aviv, como Turquía y Egipto.

Incluso, algunos legisladores republicanos en Washington presionaron a Obama con suspender la ayuda financiera de US$ 500 millones que recibe anualmente la ANP para mantener su operatividad, en una clara estrategia de presión y manipulación indirectamente orientada a instar a Abbas en desistir de su petición ante la ONU.

Por su parte, París intenta erigirse como un mediador con peso, toda vez no ha anunciado oficialmente cuál será su posición. El gobierno de Nicolás Sarkozy quiere ganar influencia en el nuevo contexto que se abre en el mundo árabe, especialmente con las transiciones en Libia y Túnez, por lo que ha instado en los últimos días a que se eleve a Palestina al rango de “Estado observador” en la ONU.

Al mismo tiempo, la ONU se juega su prestigio como institución de resolución de conflictos, especialmente ante las perspectivas, levemente paralizadas, de una reforma global interna. Como advirtiera esta semana el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, el debate sobre Palestina puede significar la clave principal de la fortaleza o la debilidad de la ONU en el actual contexto global.

¿Hacia otra Intifada?

Mientras la ONU debatirá sobre Palestina, la crisis amenaza con quebrantar la tensa calma actualmente existente entre israelíes y palestinos. Diversas ONGs acusaron que colonos israelíes se estaban armando en Cisjordania y Jerusalén Este, preparándose incluso con apoyo militar israelí en caso de enfrentamientos con los palestinos, se reconozca o no el estatuto de Estado independiente.

En el caso palestino, si bien los partidos Al Fatah (al cual pertenece Abbas) y el islamista Hamas alcanzaron en abril pasado un acuerdo de gobierno de unidad nacional en la ANP, tras la ruptura y los enfrentamientos establecidos desde 2007, y con la finalidad de acudir con una posición unitaria a la ONU, el contexto actual luce complejo. La población palestina puede experimentar un nuevo nivel de frustración si la ONU finalmente no atiende su legítima e histórica demanda.

Incluso, diversos movimientos radicales palestinos afincados en Damasco (Siria) denunciaron esta semana estar en contra de la posición de Abbas de pedir el reconocimiento palestino con las fronteras de 1967 porque desestimaría “los derechos históricos palestinos a recuperar sus territorios anteriores a 1948”, cuando la ONU reconoció al Estado de Israel y comenzaron las guerras palestinas-israelíes.

Como parece evidenciarse, el veto estadounidense finalmente influirá en la decisión de rechazar y paralizar momentáneamente el reconocimiento de la ONU del Estado palestino. Con ello, Netanyahu obtendrá una táctica victoria política mientras en los territorios palestinos puede intensificarse la frustración, renovando unos enfrentamientos que sepulten las negociaciones de paz e, igualmente, dificulten cualquier votación a futuro en la ONU sobre un Estado palestino.

No obstante, la posibilidad de admitir a Palestina como “Estado observador” en la ONU intensificará la presión política e diplomática de la ANP, con apoyo de los 122 países que la reconocen y que puede elevarse a 140 en los próximos meses. Tomando en cuenta la factibilidad de que el veto estadounidense finalmente sea el decisivo en la ONU, la posición de Washington se verá mucho más dañada dentro del mundo árabe, con un nivel de descrédito que dificultará cualquier iniciativa estadounidense en la región. Un laberinto que seguramente obstaculizará cualquier solución duradera para Palestina, considerado el principal conflicto de Oriente Próximo.