El próximo fin de semana, el Partido Democrático Progresista (PDP) celebrará un Congreso Nacional, en el que confluirá la enorme ebullición que vive su militancia en los últimos meses. La crisis desatada por las denuncias de corrupción en el entorno presidencial sigue condicionando la vida política taiwanesa. Después de la esperada derrota de la moción de censura planteada por una oposición cuya mayoría en el Parlamento resulta insuficiente, continúan las manifestaciones semanales exigiendo la renuncia del presidente Chen Shui-bian. La reciente remodelación del gobierno, con la salida de Joseph Yu, quien ocupaba la cartera de finanzas, muy criticado por su irregular gestión de los bancos bajo control estatal, poco puede influir en la moderación de las tensiones.
Para el PDP, este Congreso representa una oportunidad para mejorar su imagen ante la ciudadanía en un momento especialmente delicado ya que, en diciembre próximo, se celebrarán elecciones a las alcaldías de Taipei y Kaoshiung, las dos principales ciudades del país. En Taipei gobierna el KMT, y el candidato sustituto de Ma Ying-jeou, probable próximo presidente de Taiwán, debe enfrentarse al ex primer ministro Frank Hsieh. El PDP se enfrenta a la posibilidad de perder Kaoshiung, donde su victoria en 2002 ya había sido muy ajustada. Ese revés podría precipitar los acontecimientos cuando sólo quedaría poco más de un año hasta las próximas elecciones presidenciales (marzo de 2008). Un fracaso en las elecciones de diciembre aumentaría la presión interna para que Chen cediera el poder en favor de su vicepresidenta, Annette Lu, que tendría así la oportunidad de reflotar el PDP y el proyecto político presidencial. Según fuentes próximas a la presidencia taiwanesa, coincidiendo con la crisis, en los últimos meses se registraría un distanciamiento entre Chen y Annette Lu.
El segundo objetivo del PDP consiste en reforzar la unidad interna. Actualmente, está dividido en cinco facciones: Formosa, la Alianza para la Justicia, la Alianza para el Estado del Bienestar, Nueva Ola y Formosanos del Mundo Unidos para la Independencia, estas dos últimas, las más radicales en su planteamiento independentista. En la presentación del Congreso, Yu Shyi-kun, presidente del PDP, ha realizado un llamamiento a las diferentes facciones para cerrar filas en torno al presidente, en un momento en que los intereses generales del partido y del país atraviesan una situación delicada, que podría agravarse si a ello sumamos la intensificación de las luchas intestinas.
Pero cuando ya muchos se ven en la oposición y cuando la rivalidad por incrementar las influencias internas respectivas ha sido siempre una nota característica del PDP, cuando las perspectivas a propósito de la presente crisis y las propuestas de solución pueden ser ““y lo son”“ diametralmente diferentes, no resultará fácil encontrar un punto de equilibrio que permita, como desea la dirección, una fusión de las cinco facciones que integran la formación, una iniciativa que muchos interpretan como un intento de acallar las voces más críticas, reconduciéndolas a los pareceres oficiales que deberían ser resultado del libre juego de mayorías y minorías en los órganos partidarios compartidos, acabando con la expresión pública de las discrepancias al amparo de las corrientes internas reconocidas.
Sea como fuere, la agenda política del PDP se encuentra a merced de la evolución de la crisis presidencial, con un proyecto ““la nueva Constitución prometida por Chen”“ sin posibilidades de salir adelante, a la defensiva y con un déficit de credibilidad ante la ciudadanía que perjudica por igual, aunque en menor grado, a todas las formaciones políticas, incluida el Kuomintang, su principal rival. Al insistir en no dar el brazo a torcer ante las exigencias de la oposición, el calendario y la iniciativa se le está yendo de las manos al PDP. Solo queda contar los días. Pero sus días están contados.