La Ley del Talión en Medio Oriente

La espiral de violencia que se vive entre palestinos e israelíes se radicalizará con la muerte, a manos del gobierno de Ariel Sharon, del Sheik Ahmed Yassin, líder espiritual de la organización fundamentalista palestina Hamas, principal instigadora de la Intifada y acusado de ser el cabecilla de los atentados terroristas contra Israel. La presumible reacción de Hamas será una renovación de los ataques terroristas, esta vez probablemente hacia líderes políticos israelíes, así como un posible vínculo entre grupos fundamentalistas palestinos y Al Qaeda.

El asesinato del sheik Ahmed Yassin, líder espiritual de Hamas, durante un bombardeo israelí a una mezquita en Gaza, probablemente sea el golpe más contundente que el Estado de Israel ha realizado contra líder palestino alguno. Siendo uno de los objetivos número 1 para el actual gobierno de Ariel Sharon, Yassin, de 75 años, ya había sido objeto de un atentado en septiembre pasado, del cual quedó herido cuando helicópteros israelíes bombardearon su residencia. El atentado terrorista de Hamas hace dos semanas en la población israelí de Ashdod, el cual dejó 10 israelíes muertos, fue la causa perfecta para que Sharon diera "luz verde" para acabar con el líder espiritual del grupo palestino.

El asesinato de Yassin el lunes 22 provocó la ira entre miles de simpatizantes de Hamas, el rechazo por parte de la dirigencia palestina, y la condena contra Sharon desde la ONU y la Unión Europea. Pero lo que anuncia definitivamente el asesinato es un escenario casi imposible para reactivar las negociaciones de paz y un período mucho más violento del que ha venido experimentando la región desde que en septiembre de 2000 se inaugurara la segunda Intifada.

La primera Intifada, la cual vio luz en 1987 en los territorios palestinos ocupados, marcó el nacimiento de Hamas a través de Yassín, como grupo que anhelaba la construcción de un Estado palestino islámico y la destrucción de Israel. Sin embargo, Yassín venía desempeñando un cargo mucho más moral y espiritual que operativo, aunque era la cabeza visible del grupo. A Yassín se le acusa en Israel de instaurar la modalidad de atentados terroristas kamikazes, contra objetivos israelíes, hecho que ha provocado la muerte de 350 ciudadanos israelíes desde septiembre de 2000.

Con Yassín fuera de escena, tanto Sharon como el líder palestino Yasser Arafat se sacan de encima a uno de sus rivales más incómodos, pero las reacciones pueden superar sus objetivos. Sharon deberá hacer frente ahora a una mayor intensificación de los atentados terroristas con fuertes consecuencias para su gobierno, a tenor del aumento del descontento socio-político interno. En cuanto a Arafat, con un liderazgo cada vez más cercado y un estado de salud complicado, contener la ira de Hamas se tornará una tarea demasiado complicada, lanzando el péndulo de la moderación directamente a favor de los radicales islámistas.

Hamas y Al Qaeda

La peligrosa dinámica de la violencia en Medio Oriente se radicalizará una vez Al Qaeda entre en escena directamente en el conflicto palestino-israelí. Horas después del asesinato de Yassín, Al Qaeda envió un comunicado a través del grupo Brigadas Abu Hafs al-Masri, el mismo que reivindicó los atentados en Madrid del 11/M, instando a la resistencia palestina a vengar la muerte de su líder espiritual.

El mensaje arroja una clave nueva: el llamado era a internacionalizar la "jihad" en Palestina en una especie de "panislamismo" global que radicalizara los sentimientos nacionalistas entre los diversos grupos palestinos, pero al mismo tiempo el comunicado instaba a los palestinos a desobedecer la autoridad de Yasser Arafat y su grupo Al Fatah, al que acusa de "traidor" por querer negociar la paz. En realidad, la intención de Al Qaeda es remover los sentimientos islamistas entre los diversos grupos fundamentalistas palestinos para acabar con la autoridad de Arafat y su ideología laica e izquierdista, mediante la alianza con Hamas, Yihad Islamica y el grupo Mártires de Al Aqsa.

En los últimos meses, las simpatías hacia Hamas han crecido de manera vertiginosa en la franja de Gaza, lugar donde Yassín fue asesinado. El Muro de Contención que el gobierno de Sharon ha venido construyendo en esta franja, a pesar de los llamamientos de EEUU, la comunidad internacional y la dirigencia palestina a que desestimara esos planes, ha exacerbado la ira entre los palestinos que allí viven, lo que ha dejado a la Autoridad Palestina prácticamente sin capacidad de control.

Actualmente, el péndulo gira peligrosamente a favor de Hamas y Yihad Islámica como principales referencias de la resistencia palestina, superando al ya envejecido Arafat y sus seguidores, escenario que Al Qaeda observa con detenimiento para entrar en acción.

El problema puede consistir en las referencias ideológicas entre Hamas y Al Qaeda. Los palestinos enrolados en Hamas desean crear un Estado islámico en Palestina, pero no comparten la ideología wahabbita salafista del grupo de Osama bin Laden. Su conexión podría ser efectiva operativamente para atacar a Israel e incluso EEUU, pero es aún nebuloso a la hora de proyectar un posible surgimiento de una alianza política que lleve a la eventual aparición de una especie de "talibanes palestinos".

En todo caso, el asesinato de Yassín pudiera ser terreno abonado para las pretensiones de Al Qaeda de posicionarse con fuerza en el escenario palestino en particular, y musulmán en clave global. Un acercamiento con los grupos palestinos llevaría a una mayor sofisticación de los atentados terroristas contra Israel e, incluso, EEUU. En las próximas semanas, la reacción de Hamas podría centrarse en algún líder político israelí de importancia para contrarrestar la pérdida de Yassín mientras Al Qaeda tendría ahora motivos contundentes para atentar directamente contra Israel en cualquier lugar del mundo.