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Hacer las Américas

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 Maradona e Chávez, clic para aumentar
El presidente Hugo Chávez se presentó como el único mandatario regional abiertamente opuesto al ALCA, por lo que su protagonismo se elevó como icono hemisférico en la alternativa Cumbre de los Pueblos, promoviendo su propuesta del ALBA. El esperado enfrentamiento entre Chávez y Bush fue mitigado por el protocolo oficial argentino: evitando hacerles coincidir en sus entradas al recinto, fueron también visiblemente distanciados en la tradicional "foto de familia". (Foto: Diego Armando Maradona y Hugo Chávez en un acto paralelo a la IV Cumbre de las Américas en el estadio de fútbol de Mar del Plata, lugar que albergó la Cumbre de los Pueblos).
 

Si se toman en cuenta cuáles fueron los resultados tangibles de la recién finalizada IV Cumbre de las Américas de Mar del Plata, sólo se presenta un escenario inmediato: el hemisferio es un mar de diversidades políticas, cada uno dentro de su complejidad. Las "Américas" parecen ser una realidad disociada, que gira en torno a sí misma pero gravitando también en torno a EEUU y Canadá, sus dos vecinos del Norte, diferentes en cuanto a lengua, cultura e institucionalidad.

Las dos cumbres de Mar del Plata, la oficial y la alternativa Cumbre de los Pueblos, reflejaron como nadie esa realidad cambiante pero también confusa. Si lo definimos geopolíticamente, existe una primaria división entre América del Norte-Central y la América del Sur, sin incluir necesariamente la región andina. Esta definición se debe a la cambiante política de estos países respecto a EEUU y su propuesta del ALCA, y a las nuevas realidades sociales y políticas que están emergiendo en el continente.

La disociación y diferenciación de esta cumbre determinó que, por primera vez en la historia de estos encuentros oficiales hemisféricos, se demorara su conclusión y se elaborara una declaración final sin consenso en cuanto al ALCA. Ni siquiera se realizó una rueda de prensa global. En este sentido, Washington obtuvo un duro pero previsible golpe.

Las dos Américas

Pero hubo otras realidades en esta cumbre. En primer lugar, existe una obvia y clara polarización en torno al ALCA estadounidense. Lo que en principio fue el NAFTA entre EEUU, Canadá y México, cuya intencionalidad era expandirlo por el hemisferio, ha pasado a convertirse en tratados bilaterales aprobados por la mayor parte de los países centroamericanos, además de Chile. Los países andinos esperan a la puerta: Colombia acaba de aprobar el TLC con Washington, mientras Ecuador y Perú están por hacerlo. La convulsión social y política en Bolivia tiene paralizado el proyecto.

En cuanto a la defensa del ALCA, fue significativo observar cómo el presidente mexicano Vicente Fox se definió como su principal valedor, actuando como el aliado más estrecho de Bush, e incluso criticando al "grupo de los cinco" de Venezuela más los cuatro miembros del MERCOSUR, como los principales detractores del ALCA.

Otra realidad, muy distinta, se encuentra en América del Sur, con Venezuela a la cabeza. El presidente Hugo Chávez se presentó como el único mandatario regional abiertamente opuesto al ALCA, por lo que su protagonismo se elevó como icono hemisférico en la alternativa Cumbre de los Pueblos, promoviendo su propuesta del ALBA. El esperado enfrentamiento entre Chávez y Bush fue mitigado por el protocolo oficial argentino: evitando hacerles coincidir en sus entradas al recinto, fueron también visiblemente distanciados en la tradicional "foto de familia".

Si el ALCA no alcanzó consenso, el ALBA tampoco obtuvo el mismo éxito entre los jefes de Estado y de gobierno hemisféricos, no así entre los más de 20.000 asistentes a la Cumbre de los Pueblos, opuestos a la visita de Bush a Argentina. La alianza anti-ALCA encabezada por Venezuela tuvo en los países miembros del MERCOSUR a sus primarios aliados, pero la "realpolitik" parece no garantizar una continuidad en este sentido. Brasil y Argentina constituyen el mayor PIB latinoamericano, junto a México, por lo que Washington busca desesperadamente adecuarlos a un "ALCA light". En este sentido, sus esfuerzos están aún por verse.

El presidente brasileño Lula da Silva, atribulado por la crisis política interna, viene demostrando desde la Cumbre Iberoamericana de Salamanca, un distanciamiento notable en cuanto a protagonismo, condición aprovechada, en términos de imagen y retórica, por su homólogo venezolano. Sea o no por prudente intencionalidad, Lula confesó no saber que, paralelo a la Cumbre de las Américas, se realizaba la Cumbre de los Pueblos. Posiblemente, el presidente de la mayor economía emergente del hemisferio occidental no quiso exponerse ante movimientos sociales alterglobalización, muchos de ellos desencantados con su política, ni verse eclipsado ante un Chávez que emerge como líder antiglobalización.

¿Lula y Bush vs Chávez?

Quitando munición a la declaración de Chávez de que vino a Mar del Plata "a enterrar el ALCA", el canciller brasileño Celso Amorim declaró que su gobierno no pensaba "enterrarlo" sino adecuarlo a las necesidades de su país. En pocas palabras: si Washington flexibiliza los subsidios agrícolas (elemento difícil de comprobar), Brasil podría renegociar un nuevo ALCA con Washington. Por su parte, el anfitrión Néstor Kirchner, más preocupado en que la organización de la cumbre no se le fuera de las manos, tampoco arrojó una posición definida en torno al ALCA y al ALBA.

Con este panorama, no era casualidad que Bush volara inmediatamente de Mar del Plata a Brasilia, para una minicumbre con su homólogo brasileño. Ni tampoco que Chávez reforzara su alianza estratégica con el presidente argentino Néstor Kirchner, suscribiendo un nuevo acuerdo energético que hace del petróleo el activo más efectivo de la política exterior de la "revolución bolivariana".

Como conclusión, no parece seguro que el ALCA "original" concebido en la Cumbre de Miami de 1994, se legitime en todo el hemisferio occidental. Si bien 23 de los 34 países asistentes a la Cumbre aceptaron o están por aceptar esta fórmula de integración diseñada por Washington, la ausencia de un elemento de peso como los miembros del MERCOSUR arroja incertidumbres en cuanto a su aplicación. Un ALCA "rediseñado" es, quizás, más factible, y la estrategia de Bush parece concentrarse más en atraer a Brasil.

En diciembre, Venezuela y su potencial energético suscribirán su admisión dentro del MERCOSUR. Pero el ALBA, por ahora, tampoco parece estar en la agenda de prioridades para las dos potencias suramericanas, Brasil y Argentina. Del mismo modo, apenas se habló de democratización, pobreza, exclusión social, lucha contra el narcotráfico o inmigración. El ALCA ocupó todo el debate. Por todo ello, en Mar del Plata no hubo completos vencedores ni vencidos.