20051218voto evo morales villa 14septiembre

La hora de Evo

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Desde el centro de votación, a la hora de emitir el sufragio, Evo Morales calificó a Chávez y a Fidel Castro de "compañeros y hermanos". Resulta claro que existe una alianza muy estrecha y, en este sentido, una estrategia muy bien planteada desde Caracas y La Habana, para apuntalar al Evo presidente. De manera obvia, el otro gran triunfador de las elecciones bolivianas se encontraba en el palacio presidencial de Caracas. No hay que olvidar que, en 2006, América Latina se prepara para diversos procesos electorales, donde la izquierda tiene amplias posibilidades de victoria. Un reforzamiento del modelo bolivariano de Chávez, apuntalado con la victoria de Evo, tendría un efecto persuasivo electoral de gran alcance regional. (Foto: Evo Morales en el momento de emitir su voto, el domingo 18 de diciembre de 2005, en Villa 14 de Septiembre, a 560 km de La Paz).
 

Existen tres lecturas claras de la contundente victoria de Evo Morales en las elecciones presidenciales bolivianas. La primera, y la más obvia, se traduce en el hecho de que Evo ha cosechado la representación política más palpable del descontento social, principalmente de los sectores indígenas, obreros y cocaleros, contra las políticas económicas y la convulsionada democracia del país del altiplano, históricamente gobernado por las elites descendientes de europeos y radicadas en la capital, La Paz.

La segunda lectura es, en términos geopolíticos, quizás aún más importante. Tras Venezuela, Bolivia es el país con las mayores reservas de gas natural e hidrocarburos en el hemisferio occidental. Como su homólogo venezolano Hugo Chávez, Evo tendrá en sus manos la principal clave del poder en el país andino, el control de la industria del gas natural. Este evidente factor de poder le otorga a Evo la posibilidad de implementar un modelo de desarrollo más endógeno, aunque el escenario boliviano plantea varios enigmas.

La estrecha alianza política entre Chávez y Morales apuntaría a Bolivia directamente dentro del esquema del ALBA, la alternativa presentada por el eje Cuba-Venezuela e impulsada por Chávez para frenar el avance del ALCA propugnado por Washington. Este nuevo escenario plantea muchas similitudes entre ambos países. El modelo desarrollista de Evo, como el de Chávez en Venezuela, tendrá en el factor energético su principal aval, pero la constante convulsión sociopolítica boliviana también podría acerca este país al ejemplo venezolano.

Desde el centro de votación, a la hora de emitir el sufragio, Evo Morales calificó a Chávez y a Fidel Castro de "compañeros y hermanos". Resulta claro que existe una alianza muy estrecha y, en este sentido, una estrategia muy bien planteada desde Caracas y La Habana, para apuntalar al Evo presidente. De manera obvia, el otro gran triunfador de las elecciones bolivianas se encontraba en el palacio presidencial de Caracas. No hay que olvidar que, en 2006, América Latina se prepara para diversos procesos electorales, donde la izquierda tiene amplias posibilidades de victoria. Un reforzamiento del modelo bolivariano de Chávez, apuntalado con la victoria de Evo, tendría un efecto persuasivo electoral de gran alcance regional.

Existe una tercera lectura, no menos importante que las anteriores. La previsible victoria de Evo afianza el retroceso político experimentado por las opciones planteadas desde Washington en la región y que han tenido precisamente en Bolivia a uno de sus exponentes más claros y turbulentos. Mientras Evo personificaba ese masivo rechazo a EEUU, el derrotado candidato Jorge Quiroga representaba esa elite ligada a los intereses de las clases empresariales y las multinacionales.

La preocupación en Washington ante un triunfo de Morales era tan evidente que el propio embajador norteamericano en La Paz amenazó con cortar la ayuda financiera al país, en caso de victoria del candidato indigenista y cocalero. En Bolivia, el ALCA obtuvo una clara derrota, a pesar de que la alternativa de libre comercio estadounidense se aprobara en 29 de los 35 países latinoamericanos. Pero aún está por verse si la realidad política y económica podría modificar algunos aspectos políticos y económicos del Evo presidente.

Evo y los militares

Sin embargo, existen otras claves que explican el triunfo del candidato indigenista. La convulsión sociopolítica vivida por el país desde la caída del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en octubre de 2003, situaban a Evo Morales como la única alternativa política mayoritaria. Su figura fue creciendo hasta situarse como el candidato con mayores opciones.

Sin embargo, la extraña particularidad del sistema electoral boliviano de elegir presidente por medio del Congreso en caso de que ningún candidato obtuviera la mayoría absoluta en la primera vuelta, hacían necesaria para la "opción Evo" una victoria incontestable en la elección popular. En este sentido, Evo y su partido Movimiento al Socialismo, MAS, obtuvieron un espaldarazo quizás decisivo, desde el punto de vista electoral, cuando las Fuerzas Armadas bolivianas anunciaron, cuatro días antes de los comicios, que las autoridades debían aceptar como ganador legítimo al candidato con mayor número de votos populares, sin necesidad de llegar a la votación en el Congreso.

Este hecho pudo repercutir, a última hora, en la elección de la franja de indecisos, calculada entre el 10-12% del electorado, tomando en cuenta la necesidad de tener a un Evo presidente como un factor de mayor estabilidad que a un Evo opositor, activo en la calle. Si bien el 46% de los votos no le da la mayoría absoluta, se advierte claramente que existe un consenso nacional para proclamar a Evo como el gobernante para el período 2006-2011. Su opción es mayoritaria o, cuando menos, sólida, en cuanto a representación parlamentaria, en el Senado y en la distribución regional.

La declaración castrense puede ser interpretada como un guiño a la candidatura de Evo, tomando en cuenta que el sector militar se encuentra en una delicada posición, investigado desde la Fiscalía por las muertes de civiles ocurridas tras la caída de Sánchez de Lozada. Para el sector militar, esa misma opción podía constituir la alternativa necesaria para crear un saludable clima de consenso y estabilidad nacional.

¿Entre Chávez y Lula?

En este contexto, ¿cuáles son los retos planteados para el futuro presidente Evo Morales? El primer mandatario indígena en la historia de un país donde el 60% de su población pertenece a las etnias quechua y aymara y donde la pobreza es mayoritaria, tendrá tres retos ineludibles en su legislatura.

El primero, la solución del problema del control sobre los recursos gasíferos, petroleros e hidráulicos, con los cuales tendrá que lidiar con las multinacionales, la clase empresarial y las enormes demandas populares sobre su nacionalización y distribución. Compañías como Repsol, Petrobras o ExxonMobil, se verán en la necesidad de negociar constantemente con el nuevo gobierno, sus contratos y licitaciones. En este sentido, el escenario boliviano sería un calco del existente en Venezuela.

En segundo lugar, Evo tiene ante sí la necesidad de crear un clima de estabilidad y reforma, importante factor tras las crisis contemporáneas en un país con seis presidentes en los últimos cuatro años y un historial de 200 golpes militares y rebeliones desde su independencia en 1826.

El tercer aspecto será, probablemente, el más inmediato y riesgoso: la importancia política que revisten los dos eventuales referendos previstos para julio de 2006: el de la creación de una Asamblea Nacional Constituyente (el mismo esquema planteado por Chávez en Venezuela en 1999), y la posible consulta en la rica región de Santa Cruz, que plantea el reto de la unidad nacional o la fragmentación territorial, en este caso bajo parámetros económicos.

Al reto que planeta el referendo en Santa Cruz, región abundante en reservas de gas natural, se le agrega el de la región de El Alto, rica en reservas hidráulicas y motor de la rebelión popular contra el ex presidente Sánchez de Lozada y las elites políticas empresariales de La Paz. Su eco sociopolítico sigue siendo relevante y decisivo, por su masiva convocatoria y su capacidad de golpear intereses ya constituidos.

Otro factor de importancia se ubica en el eventual estilo de gobernar que implementará Evo Morales. Muchos analistas especulan si seguirá el camino de Chávez o el de Lula. Desde el punto de vista ideológico, Evo parece estar ya definido hacia el modelo chavista, pero la dura realidad boliviana podría persuadirlo a seguir un ejemplo más pragmático. Pero existen más claves: en sentido geopolítico, Brasil tiene una enorme influencia en los asuntos bolivianos, principalmente desde el punto de vista energético. La empresa estatal brasilera Petrobras es la principal inversora en el país y, probablemente, muestre un interés mayor en los acontecimientos en la región de Santa Cruz.

¿Solucionará la victoria de Evo la endémica crisis boliviana? Su contundente victoria deberá servir para acercar posiciones, derivar en un necesario pragmatismo y un consenso nacional y plantear un escenario interesante dentro de los dinámicos cambios que experimenta América del Sur. Pero las crisis bolivianas han demostrado ser demasiado recurrentes, demasiado multipolares y con cada vez mayor expansión regional.