Nicaragua: crisis interminable

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En la actualidad, los pactos políticos en el Congreso amenazan con implementar mecanismos legales de destitución contra Bolaños. La crisis política se agrava con el pulso mantenido entre el presidente, la cúpula liberal y los sandinistas, por sus desencuentros en cuanto a las reformas constitucionales. Éstas fueron aprobadas por el poder legislativo el año pasado, y tienen que ver con la disminución de los poderes del Ejecutivo sobre el control de servicios como el agua, la electricidad y las telecomunicaciones. (Foto: Intervención del presidente de Nicaragua, Enrique Bolaños, en la VI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del Mecanismo de Diálogo y de Concertación de Tuxtla. Managua, 23 a 26 de marzo de 2004).
 

Con vistas a las elecciones regionales y presidenciales de 2006, el clima político en Nicaragua dista de ser el más adecuado. Un profundo conflicto de poderes enfrenta al presidente Enrique Bolaños con los líderes de su propio partido, el Liberal Constitucionalista, y la oposición, liderada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional. La crisis se viene agudizando a nivel institucional desde hace tres años.

En efecto, en octubre de 2002, Bolaños y treinta de sus colaboradores tuvieron que hacer frente a acusaciones de financiamiento de su campaña electoral con dinero del Estado. Del mismo modo, el presidente se enfrentó a su propio partido cuando acusó a su antecesor, Arnoldo Alemán, por fraude al Estado y lavado de dinero. Alemán, condenado a 20 años de prisión, goza de libertad condicional por una decisión emanada de un poder judicial dominado por una combinación entre sus partidarios y los de la oposición.

En la actualidad, los pactos políticos en el Congreso amenazan con implementar mecanismos legales de destitución contra Bolaños. La crisis política se agrava con el pulso mantenido entre el presidente, la cúpula liberal y los sandinistas, por sus desencuentros en cuanto a las reformas constitucionales. Éstas fueron aprobadas por el poder legislativo el año pasado, y tienen que ver con la disminución de los poderes del Ejecutivo sobre el control de servicios como el agua, la electricidad y las telecomunicaciones.

El escenario se agravó con la reciente decisión del Congreso de aprobar un desafuero contra cinco altos cargos ministeriales, por supuestos delitos electorales. El acuerdo, diseñado en el poder legislativo y que afecta directamente los esfuerzos gubernamentales del presidente Bolaños, se llevó a cabo tras una inédita y sorprendente alianza entre Alemán y Daniel Ortega. En pocas palabras, dos rivales casi irreconciliables, liberales y sandinistas. Esta alianza viene funcionando desde hace más de un año y tuvo mucho que ver en la aprobación de las reformas constitucionales antes expuestas.

La crisis nicaragüense llegó a instancias internacionales cuando el secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, envió a Managua en dos ocasiones a su representante, Dante Caputo, con la finalidad de buscar mecanismos de negociación y diálogo entre los actores políticos. Del mismo modo, los ministros desaforados se dirigieron a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para exponer sus casos y argumentar la persecución en su contra.

Por otro lado, un panel de la Cámara de Representantes estadounidense, aprobó una resolución en la que pedía a Washington apoyar el proceso democrático en Nicaragua "ante el peligro que supone la politización del poder judicial" y condenar públicamente el pacto Alemán-Ortega, que considera "perjudicial para la democracia y la estabilidad regional". Para reforzar esta resolución, el embajador estadounidense en Managua criticó el "caudillismo político" de Alemán y Ortega. Una vez obtenido el apoyo del gobierno de Bolaños al TLC y al ALCA, Washington presiona para evitar que un futuro gobierno, posiblemente dirigido por los sandinistas, denuncie ese acuerdo comercial.

Lo que está claro es que la crisis política e institucional tiene fuertes vínculos electorales. El ex presidente Alemán mantiene el pulso con Bolaños, debido a que aún posee importantes cuotas de poder dentro del partido liberal y busca enterrar las acusaciones de corrupción y lavado de dinero. En este sentido, encontró en el presidente Bolaños a un firme rival, aunque también salpicado por problemas con la justicia.

Por otro lado, resulta interesante observar los movimientos de Daniel Ortega dentro del sandinismo. Las bases del partido manifiestan un claro síntoma de cansancio con quien ha sido su líder histórico. De hecho, y ante las pretensiones de Ortega de volver a postularse para las presidenciales del próximo año, diez de los catorce miembros del Consejo de la Región Autónoma Atlántico Sur del FSLN, pertenecientes a la bancada dirigida por Ortega, renunciaron a apoyarlo y manifestaron su intención de respaldar la candidatura presidencial de Henry Lewites, bajo la fórmula Alianza Herty 2006. Los "rebeldes" declararon que la cúpula sandinista no atiende las demandas de los militantes a la hora de escoger los candidatos a puestos públicos.

En medio de la crisis política e institucional, Nicaragua se vio afectada por la amenaza del presidente costarricense, Abel Pacheco, de demandar a Managua ante la Corte Internacional de Justicia, para reclamar su derecho a la navegación armada en el río San Juan. Este problema de delimitación de áreas marinas activó en San José, capital costarricense, a varios sectores políticos interesados en explotar un pernicioso (y no menos tradicional) sentimiento antinicaragüense en la población.

Visto desde varios ángulos, Nicaragua camina por aguas tumultuosas. El pulso político divide internamente a ambas formaciones políticas. La pugna Bolaños-Alemán pasa factura al partido oficialista mientras el ascenso de Lewites resta apoyo electoral a Ortega entre los sandinistas. En todo esto, una destacada encuesta realizada por la Universidad Centroamericana, el National Democratic Institute y Ética y Transparencia, revela que un 67% de los jóvenes nicaragüenses rechaza la política "porque desconfían de los partidos y del Consejo Supremo Electoral" ante el "incumplimiento de promesas, ansias de poder y lucro, altos salarios en medio de la pobreza y desatención de las necesidades del pueblo".