quebec castillo de frontenac02

Québec: ¿a la tercera va la vencida?

 Québec, Castillo de Frontenac, clic para aumentar
Un dato refleja el potencial de Québec: según estimaciones de la OCDE, si la provincia canadiense obtuviera la independencia, ocuparía el 19ª lugar entre las principales economías del mundo. El actual panorama puede lucir favorable a sus demandas si se obtiene una victoria, traducida en la convocatoria de un nuevo referendo, que algunos analistas consideran inevitable. En el último, realizado en 1995, los soberanistas se quedaron a las puertas de la victoria, al obtener el 49,1% de los votos. Hoy, si hay una tercera oportunidad, puede que sea la vencida y en Montreal puedan corear lo que en 1967 expresara, durante una visita, el ex presidente francés Charles De Gaulle: "Vive le Québec livre!". (Foto: Québec, Castillo de Frontenac).
 

A pesar de ser objeto de casi nulo tratamiento informativo, la actual crisis política en Canadá, impulsada por escándalos de corrupción en el gobierno del liberal Paul Martin, está replanteando seriamente y con renovado ímpetu las posibilidades autonomistas en la francófona región de Québec. A tal punto llega la situación que aumentan las posibilidades de una nueva consulta refrendaria (la tercera, tras las de 1980 y 1995), esta vez con mayores posibilidades de triunfo para los soberanistas del Parti Québecois.

A pesar de transitar por un boyante y estable panorama económico y social, la vida política canadiense comienza a arrojar los síntomas de la necesidad de un cambio que permita fraguar una nueva relación federal entre la capital Ottawa y las provincias. Tras el retiro del ex primer ministro Jean Chrétien hace un año, a favor de su sucesor Paul Martin, entonces ministro de Finanzas, la situación dentro del Partido Liberal, hoy minoritario en el gobierno, comenzó a complicarse. Las diferencias entre Chrétien y Martin eran demasiado evidentes y hoy colocan al actual primer ministro en una situación compleja: la posibilidad de un adelanto electoral para junio, con el ritmo ascendente del Partido Conservador, y nuevas presiones por parte de los soberanistas de Québec.

La génesis del problema explotó cuando el juez John Gomery anunció públicamente la existencia de fondos federales, por valor de $200 millones, que el anterior gobierno de Chrétien había utilizado, de forma abusiva, para promover el federalismo en Québec, a través de actividades culturales y deportivas. Un agente consultor de Montreal, Jean Brault, testificó que su agencia había recibido unos $20 millones de esos fondos. El escándalo ha golpeado de tal manera la popularidad de los liberales que los conservadores han ganado espacio de preferencia política, sobre todo en regiones tradicionalmente liberales como Ontario.

De igual modo, la opinión pública ha asociado a Martin con la mentalidad neoconservadora imperante en la actual política estadounidense en un momento en el cual, en Canadá, temas sociales tan sensibles como el aborto y el matrimonio entre homosexuales están polarizando el debate. Esto también se ha reflejado en la variante del modelo imperante en Québec: con los liberales en el poder, el tradicional modelo social-demócrata ha sufrido algunos cambios, a favor de una mayor ampliación del modelo liberal económico.

Del mismo modo, también han existido roces con su vecino estadounidense: Canadá se conduce con política exterior multilateral y aperturista no siempre bien vista en Washington: se opuso a la guerra de Irak, ha mantenido relaciones con Cuba, y suscribió el Protocolo de Kyoto. En el plano interno, esta posición también significó una polarización entre las regiones anglófonas y la francófona Québec.

Las encuestas en Québec reflejan el contundente ascenso del Parti Québecois a un 48% de aceptación, contrario al colapso de los liberales (18%), todo ello a pesar de que, en el 2003, los liberales ganaron las elecciones regionales, desbancando la hegemonía que mantenían los soberanistas desde 1994. Pero hoy, muchos parlamentarios liberales se han enfrentado a Martin y ya trabajan en una posible moción de censura contra su gobierno. Mientras, otros partidos como el de los Nuevos Demócratas (izquierda) y Los Verdes, hacen campaña para atraer a más votantes liberales.

Este panorama deja nuevamente en el tapete la situación federal de Québec. La economía canadiense ha logrado óptimos resultados en los dos últimos años, a pesar del encarecimiento de los precios de la energía y la desaleceración económica de EEUU, su principal socio comercial. Esto ha provocado un impresionante aumento en los excedentes financieros del gobierno federal, al contrario de las provincias, que ganan menos.

Aunque el gobierno lo niega, es más que evidente una abierta crisis de desequilibrio fiscal favorable a Ottawa que irrita a las provincias, especialmente a Québec, y está afectando las relaciones entre la capital y el resto del país. Si a esto se le une el actual escándalo de financiación, el Parti Québecois está en condiciones de presionar a favor de las demandas de mayor autonomía. No hay que olvidar que Québec desarrolla, desde varios años, una activa participación internacional, sobre todo en aspectos comerciales, culturales (ocupando incluso el lugar de Canadá en las reuniones de la UNESCO) y de inmigración (con ambiciosos programas de reclutamiento), para obtener una mayor difusión exterior. Un dato que refleja su potencial: según estimaciones de la OCDE, si la provincia canadiense obtuviera la independencia, ocuparía el 19ª lugar entre las principales economías del mundo.

El actual panorama puede lucir favorable a sus demandas si se obtiene una victoria, traducida en la convocatoria de un nuevo referendo, que algunos analistas consideran inevitable. En el último, realizado en 1995, los soberanistas se quedaron a las puertas de la victoria, al obtener el 49,1% de los votos. Hoy, si hay una tercera oportunidad, puede que sea la vencida y en Montreal puedan corear lo que en 1967 expresara, durante una visita, el ex presidente francés Charles De Gaulle: "Vive le Québec livre!".