200608 visita chavez a fidel

La hora de Chávez

Apartados xeográficos Latinoamérica ARQUIVO
Idiomas Galego
 Chávez e dúas das súas fillas, clic para aumentar
El nuevo período presidencial no mostrará cambios con el Chávez ya conocido, el de fuerte retórica antiimperialista y antiglobalización, retador de la hegemonía estadounidense y defensor de una nueva forma de socialismo teóricamente incierta y poco sustentada y aún embrionaria en su modalidad de acción. (Foto: Chávez ondea una bandera venezolana desde el "balcón del pueblo" del palacio de Miraflores, acompañado de dos de sus hijas mayores y el ministro de Educación, Aristóbulo Istúriz, tras conocerse su victoria electoral el pasado 3 de diciembre).
 

Palacio de Miraflores de Caracas. Noche del domingo 3 de diciembre. Un alborozado presidente venezolano Hugo Chávez saluda a miles de simpatizantes tras su contundente victoria electoral presidencial, la tercera en ocho años y la onceava en cuanto a número de procesos electorales celebrados desde su llegada al poder en 1999. Este nuevo período presidencial abarcará hasta el 2013.

En el "balcón del pueblo", Chávez anunció la profundización del "socialismo del siglo XXI" y de la revolución bolivariana, confirmando sus deseos de presentar un plebiscito en el 2010 que le garantice la reelección indefinida, con el objetivo de continuar la revolución "hasta el 2021".

Plaza de la Revolución de La Habana. Sábado 2 de diciembre. El histórico desfile conmemorativo del desembarco del Granma cuenta, por vez primera en 47 años, con la ausencia del comandante máximo Fidel Castro, levantando toda serie de rumores y expectativas sobre su estado de salud y sobre el nuevo liderazgo cubano.

El palco de honor confirma la presencia de su hermano Raúl como elemento principal del proceso de sucesión-transición iniciado el pasado mes de julio, mientras el nuevo liderazgo cubano se muestra respaldado por la presencia de mandatarios extranjeros como el boliviano Evo Morales y el haitiano Raúl Preval, o futuros presidentes como el nicaragüense Daniel Ortega.

No estaba Chávez, ocupado en las elecciones que se celebrarían un día después, pero los intereses de los líderes presentes en el desfile militar en La Habana estaban enfocados en la reelección presidencial del mandatario venezolano.

Los ejes geopolíticos

Los dos momentos lucen simbólicos. La ausencia de Fidel y la confirmación política de Chávez suponen el cambio de liderazgo y de formas en la izquierda antiimperialista no solo latinoamericana sino mundial. Las primeras palabras de Chávez tras su triunfo electoral fueron de saludo y ofrecimiento de su victoria a Fidel Castro, con lo cual sellaba una relación unitaria entre los procesos revolucionarios cubano y venezolano y entre sus dos máximos exponentes.

 Visita de Chávez a Fidel, clic para aumentar
La ausencia de Fidel y la confirmación política de Chávez suponen elcambio de liderazgo y de formas en la izquierda antiimperialista no solo latinoamericana sino mundial. Las primeras palabras de Chávez tras su triunfo electoral fueron de saludo y ofrecimiento de su victoria a Fidel Castro, con lo cual sellaba una relación unitaria entre los procesos revolucionarios cubano y venezolano y entre sus dos máximos exponentes. (Foto: Chávez y Fidel durante la visita del presidente venezolano al mandatario cubano poco después de su operación, en agosto pasado).
 

Es por ello que en La Habana, y a pesar de las señales aperturistas de Raúl hacia una reconducción de las relaciones con EEUU durante el discurso conmemorativo del Granma, resulta palpable el cálculo de que parte de la supervivencia del régimen cubano post-Fidel pasa por la perdurabilidad del poder político de Chávez para los próximos decenios en la Venezuela petrolera, catapultada hacia la revolución mundial.

El momento actual luce estelar para Chávez, aunque es necesario matizar varios aspectos de la influencia y expansión exterior de su figura y su revolución, elemento de constante incordio para Washington y sus aliados hemisféricos.

El 2006 ha sido prolífico en procesos electorales en América Latina, donde la impronta de Chávez ha dejado huella, para beneficio o perjuicio de sus candidatos simpatizantes. Tal y como sucediera en el 2005 con Evo Morales en Bolivia, Chávez se anotó sonados triunfos con Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador. En otros países, la estela de candidatos supuestamente "pro-chavistas" ha sido una constante en los procesos electorales.

Pero sus fracasos más observados de este tendencia han sido Ollanta Humala en Perú y Manuel López Obrador, este en un México convulsionado, cuya bochornosa investidura del nuevo presidente para Felipe Calderón (celebrada un día antes de los actos de La Habana y dos días antes de las elecciones venezolanas) se vio desafiada por el boicot de los diputados de izquierda y por la investidura paralela de López Obrador como mandatario "legítimo y popular".

Reelecciones como las de Lula en Brasil suponen para Chávez el mantenimiento de un antiguo aliado que, paradójicamente, se está convirtiendo en un serio rival energético y militar. Pero el mapa político latinoamericano del 2006 muestra diversas variantes de la izquierda nacionalista y moderada, cuya vertiente más proselitista y activa es la de Chávez.

A nivel internacional, un actor fundamental del eje geopolítico chavista lo constituye Irán, importante socio energético y comercial que está desarrollando un polémico programa nuclear, constantemente atacado y denunciado por las potencias occidentales. El eje iraní se reforzará con un Chávez que también observa a Rusia, China y Siria como posibles aliados globales.

La nueva era chavista

En el caso específico venezolano, la victoria de Chávez lo reafirma como el principal actor y líder político de un país cuyos cambios estructurales están aún por verse, a diferencia de los variados y acelerados cambios nominales en cuanto a líderes y partidos políticos que hacen de Venezuela un escenario imprevisible y novedoso.

El nuevo período presidencial no mostrará cambios con el Chávez ya conocido, el de fuerte retórica antiimperialista y antiglobalización, retador de la hegemonía estadounidense y defensor de una nueva forma de socialismo teóricamente incierta y poco sustentada y aún embrionaria en su modalidad de acción.

Mientras refuerza sus movimientos sociales participativos y las milicias armadas de defensa de la revolución, es muy posible que a partir del 2007, Chávez inicie una fuerte campaña de captación de simpatizantes dentro de unas clases medias fuertemente golpeadas por las crisis económicas pero ahora seducidas por la bonanza petrolera que vive Venezuela.

Una prueba de ello es que la cifra original de alcanzar los diez millones de votos, esgrimida oficialmente hace meses como objetivo político de cara a las elecciones, fue repentinamente reducida a seis millones. Chávez obtuvo 5.939.141 sufragios, un sólido triunfo pero que le señala la necesidad de ampliar los horizontes para consolidar la revolución en la sociedad venezolana.

Por otro lado, los temores de la clase empresarial y los medios de comunicación sobre las intenciones chavistas en materia de propiedad y libertades económicas e individuales también serán una tarea de gobierno de un Chávez que enfatiza en la "profundización de la revolución" mientras propicia la centralización del poder.

Sin embargo, y a pesar de su contundente victoria, el aproximadamente 40% de votantes de la oposición, principalmente ubicados en las clases medias y altas, así como algunos sectores pobres decepcionados por la creciente corrupción dentro del gobierno, constituyen un notable conglomerado de sociedad civil activa y desafiante, que tendrá que medirse con la avasallante marea de movimientos sociales de las clases pobres más necesitadas, religiosamente adheridos a Chávez y su carismática personalidad, y decididos a apoyar la revolución y la "democracia directa y participativa".

Con su legítima y legal ratificación electoral, la mayor parte de los detractores de Chávez temen una deriva absolutista y autoritaria, refrendada en la fuerte concentración de los poderes públicos y el estamento militar en manos de Chávez y sus deseos de reelección indefinida en el poder.

Lo curioso e interesante de todo este proceso es que los cambios propiciados por Chávez en Venezuela se han realizado siguiendo canales democráticos electorales. Más que el "socialismo del siglo XXI", Chávez puede estar anunciando la era de la posdemocracia, principal elemento teórico de su ex asesor, el fallecido sociólogo argentino Norberto Ceresole.