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Rumsfeld y la lección demócrata

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Bajo exclusiva responsabilidad de Rumsfeld, así como del vicepresidente Dick Cheney, estaba todo el entramado legal que legitimaba la tortura y las reiteradas violaciones de derechos individuales, justificadas dentro de la estrategia de lucha antiterrorista, y que tiene a Guantánamo como su símbolo más notorio y lamentable. (Foto: Rumsfeld frota sus ojos durante un servicio fúnebre).
 

Que Donald Rumsfeld, hasta ahora secretario de Defensa del gobierno de George W. Bush, sea la primera víctima política de la debacle electoral republicana del pasado martes, es la evidencia más clara de cómo la posguerra de Irak se ha convertido en la cruz de la actual administración de la Casa Blanca y en la crisis más compleja y controvertida a resolver para Washington y la nueva orientación política a venir.

El final de Rumsfeld parecía anunciado desde hace varios meses. Atrás quedan dos renuncias ofrecidas entre el 2004 y el 2005 por el propio Rumsfeld a Bush, rechazadas tajantemente, a diferencia de la actual, que tiene visos de dimisión sutilmente provocada. Consecuentemente, la abrumadora pérdida republicana de la Cámara de Representantes y el Senado confirma también el final de la era neoconservadora en Washington.

Con Rumsfeld se desvanecen los principales pilares teóricos y prácticos de la administración Bush, especialmente la polémica tesis sobre la guerra preventiva. A sus 74 años, su carrera política seguramente llegará a su final, probablemente matizada con alguna oferta académica, traducida en conferencista y analista para cualquiera de los numerosos think tank conservadores existentes en EEUU.

La era post-Rumsfeld y la actual hegemonía demócrata motivarán a un análisis profundo de los últimos años de gobierno republicano en la Casa Blanca y sus perspectivas electorales para el 2008. Como alto responsable del Pentágono, Rumsfeld fue el ideólogo y arquitecto de las guerras de Afganistán e Irak, así como de la política unilateral de Bush que provocó una ruptura de la legalidad internacional y la peor crisis en las relaciones transatlánticas desde la II Guerra Mundial. Para la historia quedará su polémica declaración sobre la "vieja Europa", aquella que se opuso a la guerra de Irak.

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¿Significa la dimisión de Rumsfeld el final de una era en la Casa Blanca? Muy probablemente sí, además de un necesario cambio de rumbo. El propio Bush ya lo reconoció al señalar la importancia de un "cambio de estrategia en Irak" y en la política exterior, interpretados como los principales detonantes de la reciente debacle electoral republicana. (Foto: Donald Rumsfeld, izquierda, estrechando la mano del ex dictador iraquí, Sadam Husein, en diciembre de 1983, cuando Husein era aliado estadounidense en la guerra contra Irán).
 

Del mismo modo, bajo exclusiva responsabilidad de Rumsfeld, así como del vicepresidente Dick Cheney, estaba todo el entramado legal que legitimaban la tortura y las reiteradas violaciones de derechos individuales, justificadas dentro de la estrategia de lucha antiterrorista, y que tiene a Guantánamo como su símbolo más notorio y lamentable.

Por otro lado, la perspectiva de un dominio demócrata en el Congreso y el Senado obligará a Bush a replantear diversas políticas y estrategias en marcha, ante temas tan sensibles como Irak, Irán, Corea del Norte, la amenaza terrorista, la inmigración, el oneroso gasto público militar, las pensiones, el aborto, el matrimonio homosexual, la presión ecológica o la investigación de células madres. En este sentido, el presidente ya no contará con el antaño arrollador apoyo legislativo, complicando las aspiraciones de su partido para un tercer mandato en el 2008.

El nuevo mapa político estadounidense obligará a prestar atención a figuras hasta ahora poco notorias, como la nueva presidente parlamentaria Nancy Pelosi y el senador de raza negra Barack Obama, potencial candidato demócrata a las presidenciales. Otras figuras como Hillary Clinton refuerzan también su espacio de poder con miras a los comicios de 2008.

¿Significa la dimisión de Rumsfeld el final de una era en la Casa Blanca? Muy probablemente sí, además de un necesario cambio de rumbo. El propio Bush ya lo reconoció al señalar la importancia de un "cambio de estrategia en Irak" y en la política exterior, interpretados como los principales detonantes de la reciente debacle electoral republicana.

Desde la perspectiva electoral, alejados del centro político y concentrados en la esfera de la derecha religiosa, los republicanos deben ver la dimisión de Rumsfeld y el triunfo demócrata como una dura lección a corto y mediano plazo.