20080227guaviare rodriguez chacin e gloria polanco

La diplomacia de Chávez

 Ramón Rodríguez Chacín y Gloria Polanco de Lozada; clic para aumentar
El presidente venezolano reparte su logro diplomático con la labor de la senadora colombiana Piedad Córdoba y del ministro de Interior y Justicia venezolano, el ex militar Ramón Rodríguez Chacín, considerado el enlace principal de Caracas con las FARC. El momento luce oportuno en la arena internacional, toda vez que en la política interna venezolana comienzan a aflorar determinadas fisuras dentro del "chavismo". (Foto: Ramón Rodríguez Chacín y la ex congresista colombiana Gloria Polanco de Lozada, instantes después de su liberación por las FARC el 27 de febreiro de 2008 en el Departamento de Guaviare).
 

La reciente liberación de cuatro ex congresistas secuestrados por las FARC, que se suma a la de las dos senadoras realizada a comienzos de enero, confirma el papel protagónico que el presidente venezolano Hugo Chávez ha venido impulsado en los últimos meses, a fin de encontrar una alternativa de acercamiento y solución del conflicto colombiano.

Paralelamente, las negociaciones entre Chávez y las FARC encaminadas a posibilitar futuras liberaciones de secuestrados a corto plazo, especialmente el de la ex candidata Ingrid Betancourt, suponen un minucioso cálculo destinado a obtener un claro triunfo personal en su apuesta por la "diplomacia de la paz".

La confirmación del avanzado deterioro del estado de salud de Betancourt, cuyo diagnóstico realizado por los recién liberados le otorgaban pocas semanas de vida, podría acelerar las negociaciones para su liberación por parte no sólo de Chávez sino de su homólogo francés Nicolás Sarkozy. El primer ministro francés François Fillon llegó incluso a realizar una petición pública a las FARC para liberar a Betancourt.

El eje Chávez-FARC

El presidente venezolano reparte su logro diplomático con la labor de la senadora colombiana Piedad Córdoba y del ministro de Interior y Justicia venezolano, el ex militar Ramón Rodríguez Chacín, considerado el enlace principal de Caracas con las FARC. El momento luce oportuno en la arena internacional, toda vez que en la política interna venezolana comienzan a aflorar determinadas fisuras dentro del "chavismo".

En el caso de la guerrilla colombiana, la apuesta de Chávez abre una ventana exterior que le permite aliviar la fuerte presión política, mediática y militar, especialmente por parte del presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez y EEUU. Chávez reafirmó en enero ante la Asamblea Nacional, la "no beligerancia" de las FARC, incluso reconociendo que los límites fronterizos venezolanos al oeste y suroeste del país, están delimitados "con las FARC y con Colombia".

Aún resulta una incógnita si el entendimiento entre Chávez y las FARC llevará a inmediatas liberaciones, incluyendo la esperada de Betancourt, objetivo también apetecido por el gobierno francés. La guerrilla conoce a fondo la importancia de Chávez y Sarkozy como actores geopolíticos clave para disuadir a Uribe y EEUU sobre la necesidad de obtener el mismo reconocimiento político otorgado por Chávez.

En su reciente comunicado, las FARC afirmaron su voluntad de suspender momentáneamente las liberaciones de secuestrados hasta que el gobierno de Uribe no posibilite el despeje por 45 días de los municipios de Pradera y Florida, incluso con presencia de observadores internacionales.

Amparados en la benevolencia de Chavez y con la liberación de seis secuestrados, las FARC se sienten ahora con la fortaleza política necesaria para afincar en sus demandas.

El aparente dilema de Uribe

Este escenario anuncia un resultado claro: que Uribe pierde réditos y espacios políticos ante estas liberaciones propiciadas por Chávez y las FARC, al ser desplazado el gobierno colombiano en esta ecuación de liberaciones y alivio del sufrimiento de sus familiares. Todo ello a pesar del apoyo obtenido por Uribe en su reciente gira europea de mantener el estatus de "organización terrorista" a las FARC.

Con cierta pérdida de iniciativa, Uribe deberá modelar a corto plazo y de manera inmediata, una nueva relación bilateral con Chávez que, probablemente, reconozca de manera indirecta y extraoficial un papel político de las FARC. Así, para recuperar la iniciativa, el presidente colombiano muy probablemente se verá persuadido a modificar de alguna manera su enfoque sobre el conflicto interno de su país, o bien atraerse a otros actores políticos y civiles que le permitan contrarrestar la de algún modo incómoda influencia de Chávez.

No obstante, y a pesar de estos últimos reveses políticos de Uribe, el "cuadro de guerra" con las FARC parece seguir inclinando su balanza a favor del presidente colombiano. Mientras se agilizaban las recientes liberaciones de secuestrados, el ejército colombiano detuvo a un alto dirigente de las FARC que regresaba de Venezuela al mismo tiempo que se desmantelaba una red de financiamiento a la guerrilla, cuyos vínculos llegaban hasta el "número 2" de las FARC, Raúl Reyes.

Para reafirmar su estrategia de "seguridad democrática", Uribe reiteró su negativa a complacer a las FARC con el despeje de los municipios de Pradera y Florida, aunque anunciara su intención de propiciar una "zona de encuentro" con la presencia de observadores internacionales.

Todo ello apunta a que en Bogotá observan cada vez con mayor detenimiento la necesidad de contar con Chávez como el actor político más eficaz en materia de liberación de los centenares de rehenes y secuestrados por las FARC. La próxima cumbre de la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), a celebrarse entre el 28 y 29 de marzo en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias, debería propiciar un acercamiento en la tensa y complicada relación bilateral colombo-venezolana. Chávez ya anunció que llevará sus propuestas a Uribe.