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Taiwán: Azul, verde… y rojo

 Shih Ming-teh, clic para aumentar
Shih Ming-teh ha adoptado el color rojo para su movimiento, cuyo objetivo consiste en lograr la deposición del presidente Chen. El pasado sábado, varios cientos de miles de personas se concentraron en Taipei para iniciar una sentada de protesta que solo se suspenderá, aseguran, cuando Chen abandone la presidencia. A pesar de las lluvias torrenciales caídas y de la delicada salud de Shih (recientemente tratado de un cáncer de hígado), los manifestantes resistieron las inclemencias y se muestran dispuestos a mantener la presión contra el presidente.
 

La política taiwanesa se expresa en colores. El azul ha sido adoptado por el Kuomintang (KMT), el Partido el Pueblo Primero (PPP) y el Partido Nuevo (PN), mientras que el verde engloba al Partido Democrático Progresista (PDP) y la Unión Solidaria de Taiwán (UST). Los primeros controlan la mayoría en el Yuan legislativo, mientras que en torno a los segundos (PDP) gira la presidencia de la isla.

El pluripartidismo taiwanés se había reconducido así a un mapa bicolor en el que el principal elemento diferenciador de las diferentes alternativas se hacía depender no tanto de los programas de política estrictamente interna, donde los matices sugieren ligeras diferencias en materia económica, social o cultural, sino en cuanto a la posición a defender en relación a China. Mientras los azules participan de una estrategia de aproximación al continente basada en el diálogo directo con las autoridades de Beijing para impulsar las relaciones económicas y comerciales; los segundos, apuestan por una estrategia de corte soberanista, basada en la diabolización de la política china respecto a Taiwán.

Sin embargo, la irrupción de graves problemas de corrupción en los últimos meses y que afectan al entorno presidencial (esposa y yerno de Chen Shui-bian), ha provocado un singular giro en la vida política taiwanesa. De una parte, ha favorecido la emergencia de un movimiento cívico en torno al antiguo disidente Shih Ming-teh, preso durante más de dos décadas en las cárceles del KMT y, en otro tiempo, también presidente del PDP, evidenciando la vitalidad democrática de la sociedad taiwanesa. Por otra, ha desplazado el principal eje del debate en la vida política de la isla, convirtiendo la corrupción y la exigencia de una moralidad elemental en el desempeño público en el asunto central.

Shih Ming-teh ha adoptado el color rojo para su movimiento, cuyo objetivo consiste en lograr la deposición del presidente Chen. El pasado sábado, varios cientos de miles de personas se concentraron en Taipei para iniciar una sentada de protesta que solo se suspenderá, aseguran, cuando Chen abandone la presidencia. A pesar de las lluvias torrenciales caídas y de la delicada salud de Shih (recientemente tratado de un cáncer de hígado), los manifestantes resistieron las inclemencias y se muestran dispuestos a mantener la presión contra el presidente.

Chen rechaza cualquier posibilidad de dimisión anticipada (su mandato finaliza en marzo de 2008) y recuerda su agenda “imposible” para los 20 meses que restan: admisión de Taiwán en la ONU, redacción de una nueva Constitución, y la organización de un referéndum popular para exigir al KMT la devolución de los bienes públicos adquiridos de forma fraudulenta en el pasado. No dispone ni de los apoyos parlamentarios ni de la credibilidad social suficiente para llevar a cabo con éxito ninguno de sus objetivos.

Surgido al margen del sistema de partidos, el movimiento de Shih Ming-teh ha logrado desplazar el protagonismo político de una oposición un tanto timorata, especialmente su principal cabeza, Ma Jing-jeou, pero también condicionada por el ejercicio del poder durante medio siglo, un periodo en el que han abundado no pocos casos de corrupción. El movimiento espontáneo de Shih, si llega a cristalizar en alguna fórmula alternativa, puede hacer peligrar el retorno al poder de un KMT conformado con el desgaste sufrido por el PDP en el poder. La coherencia demostrada por Shih Ming-teh en la defensa a ultranza de una democracia virtuosa es expresión de una energía cívica que puede facilitar una salida airosa para la mayor crisis política vivida en Taiwán en los últimos años.

Las próximas semanas podrían ser decisivas para el futuro político de Chen. La presión popular y los llamamientos a los principales “barones” del PDP para que eviten el colapso político del país, pueden encontrar en la vicepresidenta, Annette Lu, el punto de encuentro que facilite un desenlace aceptable no solo para el PDP, que mantendría el poder hasta 2008 y afrontaría las elecciones municipales parciales de diciembre en mejores condiciones, sino también para el KMT, temerosos ambos de que un nuevo color se asiente en el mapa político de la isla.