20071015 beijing hu jintao e jiang zemin

¿La armonía al poder?

 Hu Jintao y Jiang Zemin; clic para aumentar
Al inicio de las sesiones, cuando Jiang Zemin (derecha) apareció en la tribuna al lado de Hu Jintao (izquierda) y se confirmaba la condición de Zheng Qinghong como secretario general del XVII congreso, se multiplicaron las dudas acerca del grado de control del Partido por parte de Hu Jintao.
 

Al inicio de las sesiones, cuando Jiang Zemin apareció en la tribuna al lado de Hu Jintao y se confirmaba la condición de Zheng Qinghong como secretario general del XVII congreso, se multiplicaron las dudas acerca del grado de control del Partido por parte de Hu Jintao. ¿Se trataba de una puesta en escena de la unidad como clave para avanzar en el nuevo período “crucial”, un gesto de reconocimiento por parte del vencedor antes del inevitable abandono de sus rivales o quizás la evidencia palpable de que Hu tendría que negociar y mucho la composición futura de la dirección entrante? En los últimos meses, las invocaciones de Hu al estudio del pensamiento de la triple representatividad, atribuido a Jiang Zemin, se habían combinado con severos reveses para significadas personas afectas a su clan. Por otra parte, Zheng Qinghong, según algunos desmarcado de Jiang para liderar su propia facción, la de los “príncipes rojos”, había decidido no postularse a la reelección, promoviendo a un allegado, Xi Jingping, jefe del partido en Shanghai, en sustitución de Chen Liangyu, del clan de Jiang, acusado de corrupción. Ambos indicios presagiaban mayores dificultades de las esperadas por Hu para consumar sus objetivos.

Hu siempre se ha manifestado como un hombre de poder. Al ser elegido secretario general en 2002, al año siguiente accedió a la Presidencia del país y no cejó en su empeño hasta lograr el control del Ejército en 2004, venciendo las múltiples resistencias de Jiang Zemin. A Jiang, su consolidación al frente del PCCh no le llegó hasta 1997, ocho años después de asumir funciones en la resaca de los graves sucesos de Tiananmen.

Pero ¿es coherente el liderazgo resultante del XVII Congreso con el poder de Hu? Pudiera pensarse que al reivindicar la armonía y anunciar un tiempo de profundos desafíos, Hu no podía eludir la plasmación de un cierto consenso en la cumbre, en la que se percibe con nitidez la persistente influencia de Jiang Zemin y de Zheng Qinghong. Ello tiene sus riesgos, porque la sucesión, no queda del todo cerrada, si bien Hu juega con una ventaja aceptada por sus competidores quienes también parecen haber aprehendido las claves del nuevo tiempo: adaptarse para sobrevivir. Esa adaptación, que Hu se apresta a teorizar en los años venideros insuflando presuntos aires democratizadores en las anquilosadas estructuras del sistema, marcará el compás del comportamiento político chino.