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Taiwán: la isla de los referendos

 Manifestantes a favor del referéndum para el ingreso de Taiwan en la ONU; clic para aumentar
Unas 250.000 personas se han movilizado a favor del ingreso en la ONU, secundando el llamamiento de Chen y el PDP para defender su “estado soberano”. (Foto: Un grupo de manifestantes reclama, el 8 de septiembre en Taipei, la celebración de un referéndum para el ingreso de Taiwán en Naciones Unidas).
 

Recientes y masivas manifestaciones en las ciudades taiwanesas de Kaohsiung (organizada por el oficial Partido Democrático Progresista-PDP) y Taichung (organizada por el opositor Kuomintang-KMT), han mostrado el relativo apoyo con que cuenta la celebración de un referéndum sobre el ingreso de Taiwán en Naciones Unidas, en lo que también podría interpretarse, al menos en el caso del PDP, como un plebiscito a favor de la independencia de China. Unas 250.000 personas en total se han movilizado a favor del ingreso en la ONU, secundando el llamamiento de Chen y el PDP para defender su “estado soberano”, pero también el del KMT, este si conocedor de los “límites que no se pueden franquear”. En la capital, Taipei, unas 12.000 personas se han manifestado en contra de los dos referéndum, atendiendo la convocatoria de algunos sindicatos y asociaciones de defensa de los derechos cívicos.

Que diferencias separan a KMT y PDP en la cuestión del plebiscito? El KMT insiste en que Taiwán es y debe seguir siendo la República de China, frente a la tesis del PDP que preconiza el abandono de esta denominación dado que supone la existencia de una identidad común con la China continental, que niegan y rechazan. Por eso reivindican el cambio del nombre oficial, lo que exigirá una modificación constitucional. En esa cuestión de la identidad radica la esencia del conflicto que hoy divide a la isla en dos segmentos enfrentados: los azules, liderados por el KMT, y los verdes, liderados por el PDP. Los primeros tienen la mayoría parlamentaria. Los segundos controlan la presidencia.

La convocatoria del referéndum sobre el ingreso en Naciones Unidas ha provocado un sinfín de declaraciones y pronunciamientos, también en el exterior. En una entrevista concedida a la cadena de televisión por cable SET-TV, Chen replicó a los pronunciamientos estadounidenses sobre el referéndum, asegurando que Taiwán es ya un país soberano e independiente y que el nombre oficial de la República de China es modificable. En declaraciones a Phoenix Star TV (Hong Kong), John Negroponte, subsecretario de Estado, había rechazado la hipótesis del referéndum por considerarla “un paso hacia una declaración de independencia”. Pocos días más tarde era el turno de Dennis Wilder, responsable de asuntos asiáticos en el Consejo Nacional de Seguridad, quien recordó la condición no estatal de Taiwán.

Pese a ello, tal como se recoge en el informe anual del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, subsisten las diferencias con Estados Unidos a propósito de Taiwán a pesar de que, formalmente, ambos afirman compartir el rechazo al proyecto del presidente taiwanés, Chen Shui-bian, de organizar la consulta sobre la adhesión de la isla, bajo el nombre de Taiwán y no del aún oficial República de China, a Naciones Unidas. A mediados de septiembre, China reclamaba de Estados Unidos gestos y acciones concretas que evidencien el respeto de los compromisos asumidos con China sobre el asunto de Taiwán.

Alertando de las “graves consecuencias” de la hipotética celebración del referéndum sobre el ingreso de Taiwán en la ONU y acusando a Chen de “conspirador”, China ha reafirmado en las últimas semanas el principio de integridad territorial, señalando que “nunca” permitirá que Taiwán sea separada de China. Asimismo, además de promover los pronunciamientos de las comunidades chinas de ultramar, Beijing ha dejado en claro que consideraría este acto como un claro intento de alterar el actual status quo, heredado del conflicto que enfrentó al KMT y al PCCh en el pasado siglo. Chen replica que no, que su voluntad es la de reforzar el statu quo reconocido por la mayoría de la comunidad internacional y que en modo alguno es una provocación.

En Australia, en un encuentro celebrado en la cumbre informal de la APEC, Hu Jintado indicó a Bush que Taiwan está entrando en un periodo “altamente sensible y potencialmente peligroso. Hu calificó la iniciativa de Chen como un “acto de secesión”. Bush se comprometió a ejercer sus buenos oficios y mediar ante las autoridades taiwanesas para que el referéndum ““que parece dificil de evitar- adquiera una importancia desmesurada y provoque una crisis grave en el estrecho de Taiwán, en lo que se interpreta como un velado mensaje a las autoridades continentales para que no se tomen tan en serio y a pecho la polémica iniciativa de Chen.

Imprudencia, peligro, responsabilidad, son palabras que se repiten con frecuencia en las misivas de Beijing a propósito del rumbo de los acontecimientos en Taiwán, dejando entrever su irritación frente a quien desoye las reiteradas advertencias. Pero Chen no parece intimidarse ni ante las amenazas de China, las advertencias, a veces contradictorias, de Estados Unidos o siquiera las voces críticas de su propio espacio político, como la del ex presidente Lee Teng-hui, quien se ha mostrado en desacuerdo con hacer coincidir la elección presidencial y la consulta, recomendando que la cuestión sea dilucidada por el próximo presidente ya que, en el momento actual, “Taiwan no está en condiciones de ser miembro de Naciones Unidas, en razón de que su estatus jurídico no está del todo claro”.

El 9 de septiembre, varios miles de manifestantes recordaban en Taipei el primer aniversario de las movilizaciones contra Chen y la corrupción reinante en su entorno familiar. China acusa a Chen de propiciar la consulta, entre otras razones, para mantener su influencia política más allá de marzo de 2008 y protegerse a sí mismo y a los suyos de los procesos que le esperan al día siguiente de cesar en las funciones que hoy le proporcionan la inmunidad temporal de que disfruta. En cualquier caso, un pronóstico parece claro: el próximo invierno será caliente en Taiwán.