Elecciones locales taiwanesas: lecciones para Beijing

China continental solo puede estar satisfecha con la evolución general de las relaciones con Taiwán desde que Ma Ying-jeou asumió sus funciones presidenciales en mayo de 2008. El acercamiento entre los dos lados es de naturaleza estratégica, va mucho más allá de lo anecdótico de un mandato de cuatro o cinco años, pero tiene, en lo táctico, la hipoteca de garantizar la continuidad política del KMT al mando en Taipei ya que su principal opositor, el PDP, juega abiertamente a la contra.
                      
Por ello, visto desde Beijing, año y medio después de la asunción del cargo y tras numerosos avances en las relaciones bilaterales, el mayor problema consiste en como fortalecer la posición política de Ma Ying-jeou y evitar que su pérdida de popularidad y el desgaste, relativamente evidenciados en las pasadas elecciones locales parciales, minen la política de acercamiento entre las dos orillas del Estrecho de Taiwán.

Es verdad que no todo depende de Beijing. El gobierno de Ma se ha conducido erráticamente en la gestión ante el desastre del tifón Morakot y tampoco se ha lucido especialmente con la liberalización de las controvertidas importaciones de carne estadounidense en vísperas electorales (ya está en marcha una iniciativa popular para convocar un referéndum por este tema). Las crisis de gobierno (se anuncia una nueva remodelación antes de que finalice el año) en tan breve plazo dan cuenta de la escasa competencia con que ha ejercido su gabinete hasta ahora. Tampoco pueden calificarse de especialmente afortunadas sus declaraciones al Wall Street Journal Asia del 25 noviembre en las que dio a entender que la reunificación podría fraguarse en los próximos 10 años. Esa dimensión del desempeño público depende directa y exclusivamente de Ma.
Otro tanto podría decirse de la exigencia de una mayor transparencia en los asuntos delicados, esto es, básicamente, en todo cuanto está relacionado con el estrechamiento de lazos con el continente, pero no solo. Ma ha aceptado ahora, tras las elecciones locales, la posibilidad de celebrar un debate con la presidenta del PDP, Tsai Ing-wen, pero sugiriendo una demora hasta que puedan verse los resultados del tan traído y llevado acuerdo de cooperación económica (ECFA, por sus siglas en inglés). A más transparencia, no solo menos desconfianza, sino también mayores posibilidades de lograr ciertos niveles de adhesión social que un proyecto de este calibre, en las condiciones actuales, requiere de forma ineludible

Las elecciones locales han demostrado la existencia de una base social opositora muy sólida y han servido para fortalecer el liderazgo de Tsai Ing-wen, presidenta del PDP, quien cataliza las desconfianzas no solo de los sectores independentistas sino de aquellos otros (asalariados, pescadores, agricultores, estudiantes, etc.) que temen las consecuencias de una aproximación excesiva al continente, no siempre por causas políticas sino por otras de naturaleza pragmática (pérdida de empleos, éxodo de estudiantes, etc.). El PDP se ha recuperado a gran velocidad del daño infringido por la corruptela del ex presidente Chen Shui-bian y tiene en el acuerdo económico con China un caballo de batalla perfecto para seguir movilizando a su base electoral.

El ECFA, no obstante, parece indiscutible. El comercio bilateral entre los dos lados ha alcanzado los 130.000 millones de dólares estadounidenses y, por otra parte, es condición sine qua non para que Taiwán mejore posiciones en los procesos de integración en una región en plena efervescencia. Hoy, el éxito de Ma, políticamente instalado en el grupo “ni unificación-ni independencia”, radica en lograrlo preservando el statu quo de la isla, es decir, demostrando que no se “inclina hacia China” a ciegas, tal como le acusa el PDP. Por mal que le sepa a Beijing, lo cierto es que necesitará aún mucha pedagogía y tiempo para lograr seducir a los taiwaneses y lograr un respaldo significativo a la unificación. El apoyo a medidas como la adoptada por el Yuan legislativo prohibiendo las inversiones inmobiliarias en la isla de altos responsables continentales puede ayudarle a sacudirse el sambenito. Su relativa debilidad, por otra parte, es una fuente de poder para exigir del continente más concesiones.

La agitación política en la isla subirá enteros desde ahora mismo hasta 2012. Serán largos años de desgaste para Ma si no conduce su gestión con mano izquierda. El PDP ha anunciado una movilización masiva ante el IV encuentro entre ARATS y SEF que se inicia el martes 22 de diciembre en Taichung. La presión opositora irá en aumento. Por ello, Beijing tiene que meditar seriamente la actitud a adoptar para fortalecer a Ma, necesitado de mayor fortuna en su gestión, no solo estableciendo un acuerdo económico que le puede exigir sacrificios sino también siendo más generoso en otras contrapartidas, incluidas aquellas relacionadas con asuntos tan delicados como la seguridad o la diplomacia.