Taiwán apuntala su espacio internacional

El nuevo enfoque diplomático de Taipei está ofreciendo resultados palpables. El pasado 20 de mayo, el ministro de Sanidad, Yeh Ching-chuan, participó en la 62ª reunión de la Asamblea Mundial de la Salud, celebrada en Ginebra, después de 38 años de larga espera. Antes, en enero, Taiwán pasó a formar parte del Reglamento Sanitario Internacional.

Por otra parte, en la reciente gira del presidente Ma Ying-jeou por América Central, parece haber consolidado las relaciones con sus aliados más dubitativos. Así, en sus visitas a Belice, Guatemala y El Salvador, donde asistió a la toma de posesión del presidente Mauricio Funes, logró revalidar los marcos vigentes de cooperación bilateral. En El Salvador, además, mantuvo un encuentro, informal pero simbólico, con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, expresando la nueva normalidad alcanzada en las relaciones bilaterales. En el debe, cabe destacar la suspensión del encuentro previsto con el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, que no llegó a realizarse.

En todo caso, a cualquier observador atento no se le escapa el hecho de que en el año transcurrido, la “diplomacia flexible” de Ma haya evitado las deserciones de aliados como Paraguay, a la vista de las declaraciones del presidente Fernando Lugo en los días previos a su toma de posesión en julio del pasado año. En Centroamérica, el giro auspiciado por Costa Rica también presagiaba un efecto dominó, reforzado por los cambios políticos y la preeminencia creciente de China en la región en el orden económico que bien podría afectar a la fidelidad de países como Panamá, Honduras o el propio El Salvador. Por no citar, la “inexplicable” actitud de Nicaragua, país que rompió relaciones diplomáticas con Taiwán en 1985, antes de restablecerlas en 1990 después de la llegada al poder de la presidenta Violeta Chamorro (se estima que Taiwán ha invertido en Nicaragua unos 230 millones de dólares desde el triunfo de Daniel Ortega). Mauricio Funes, que restableció de inmediato las relaciones de su país con Cuba, confirmó la intención de mantener las relaciones diplomáticas con la República de China, desmintiendo así sus promesas de campaña.

La clave del nuevo statu quo reside en la actitud de Beijing, quien parece haber abandonado su política de proselitismo diplomático, con el objeto de no dañar las relaciones con Taipei que atraviesan el mejor momento de los últimos 60 años. El continente se muestra complacido con la política de “no negación mutua” que ha afianzado una tregua diplomática que debe facilitar los acuerdos en el área económica y comercial y también, con más tiempo, en otros campos.

Esta actitud del KMT recibe el frontal rechazo de la oposición, que descalifica los avances logrados calificándolos de “entreguismo” y de conducir directamente a la unificación de la isla con China continental. No obstante, los mandatarios de localidades tan importantes como Kaohsiung o Tainan, del PDP, se aprestan a mejorar las relaciones con el continente. La alcaldesa Chen Chu ya ha visitado China (Beijing y Shanghai) y Hsu Tain-tsair se desplazará a Xiamen a finales de junio, mientras en su formación se multiplica la división de pareceres sobre la oportunidad de tales viajes. Sobra decir que la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado ha manifestado su satisfacción por este comportamiento de algunos políticos del PDP, animándoles a romper el hielo y a reajustar su política en cuanto a las relaciones entre ambas orillas del estrecho.