Hu Jintao y la dicotomía china

Ya en su tramo final, ¿qué marca definirá el mandato de Hu Jintao? Las arcas chinas están repletas, reconocía el pasado 1 de julio el Renmin Ribao, órgano del PCCh. Los ingresos fiscales del gobierno en el primer semestre han seguido batiendo récords, incrementándose en un 30 por ciento interanual, acercándose a los cuatro billones de yuanes. De 2003 a hoy, dichos ingresos se han multiplicado por cuatro.

Las cifras de la riqueza china son tan grandiosas como elocuentes, certificándolo ese anuncio de que ya ha superado a Japón en términos de PIB para situarse como segunda economía mundial. No obstante, su renta por habitante (2.800 euros) le sitúa entre los países pobres del planeta, al igual que con profundas disparidades de riqueza. Las tres últimas décadas de crecimiento han convertido a China en uno de los estados con mayor nivel de inequidad del mundo. Esa dicotomía está en la raíz de los disturbios sociales que se registran en el país, agravados en los últimos meses.

Sin mejorar las rentas y las prestaciones sociales, aumentando la significación del gobierno central en estos programas y mejorando las dotaciones y el control de las agendas de las administraciones locales a estos efectos, supervisando la administración de la tierra y la subsiguiente y pérfida asociación de promotores inmobiliarios y dirigentes locales, todo ello a una velocidad mayor de lo conocido hasta hoy, será dificil atisbar una gestión democrática de estas tensiones.

En una carta abierta al presidente Hu Jintao, el profesor de economía del Instituto Tecnológico de Beijing, Hu Xingdou, aseguraba que “el retroceso de la justicia es el más grave fracaso de la actual administración”. El coeficiente Gini de China, según el Banco Mundial, fue de 0,47 en 2009 (oscilando entre el 0,21 y el 0,27 hace tres décadas). Pese a las declaraciones oficiales, China aún mantiene, por ejemplo, un gasto social en educación por debajo del 4 por ciento del PIB (fue del 3,48 por ciento en 2008 frente al 4,5 por ciento de media mundial). El plan de reforma educativa, aprobado recientemente, se fija el compromiso de llegar al 4 por ciento en 2012. A pesar del crecimiento del PIB en estos años, los gastos en educación han descendido porcentualmente, siendo superiores, paradójicamente, en la década 90. Otro tanto podríamos decir de la salud. La bonanza económica, tan saludable en períodos de crisis, contrasta con esa debilidad del compromiso social.

El gobierno anuncia millonarias inversiones en el centro y oeste del país con el objeto de reducir los desequilibrios territoriales y alentar una nueva ola de crecimiento. Se han aprobado 23 grandes proyectos de inversión (en comunicación, obras hidraúlicas, energía, construcción social, etc.) que suponen un incremento del 300% en el volumen de inversión respecto a años precedentes. Un esfuerzo ingente que contrasta con la parcialidad e insuficiencia de algunas medidas recientes adoptadas en el orden social.

Una reforma de la ley criminal se encamina a proteger el salario de los trabajadores cuyos patrones incumplan el pago. Otras propuestas se orientan a garantizar un minimo de independencia de la Federación de Sindicatos, mejorando los procesos de elección (en Honda, en Foshan, con huelgas en mayo pasado, el propio director de la fábrica ejercía como representante sindical) y de negociación. El Consejo de Estado ha instado a elevar los salarios mínimos de los trabajadores de bajos ingresos. Las noticias de falta de personal en las fábricas de Shanghai, Guangzhou, Shenzhen y otras regiones costeras han generado preocupación y explican, en cierta media, estos aumentos. Pero no solo se trata de mejorar los salarios,  sino de abrir camino a un nuevo modelo de relaciones laborales en el que los trabajadores, con el apoyo de los sindicatos, puedan negociar algo tan elemental como un convenio.

La ley de contratación laboral que entró en vigor en enero de 2008 ha dado pie a un claro aumento de los conflictos laborales. Las recientes huelgas han evidenciado la intensificación de las contradicciones sociales. El propio Wen Jiabao ha felicitado a los obreros de Honda por su conducta durante la huelga, dándose la paradoja de que los huelguistas elgiieron directamente a sus representantes, al margen de los sindicatos oficiales. A finales de julio, estos anunciaban que el derecho de negociación colectiva podría aplicarse en diez provincias de forma inminente, una vieja propuesta que fue aparcada pero que repunta ante las huelgas.

Según la Academia de Ciencias Sociales, el XII plan quinquenal (2011-2015), tendrá un fuerte contenido social, con especial atención a la vivienda, propugnando cambios en la política de natalidad o en el hukou (permiso de residencia), en la reducción de la distancia que separa a campo y ciudad, además del reajuste de la estructura económica. Mejorar la renta media y las prestaciones sociales resulta de extrema urgencia. El Estado no dedica a gastos sociales más del 12% del PNB. Así se explica que la segunda economía del mundo ocupe la posición 92 en términos de desarrollo humano. Esa es la grave dicotomía que debiera resolver Hu Jintao con una acción más decidida que asociara su mandato (2002-2012) a un giro auténticamente social en el proceso de desarrollo chino. Hasta el momento, su esfuerzo es claramente insuficiente.