Paradojas chinas

La sesión del macro Parlamento chino que ahora se inicia presenta un triple perfil. De una parte, culmina el proceso de decisiones iniciado con el XV Congreso del Partido Comunista, celebrado en el mes de octubre de 1997. Si en la sesión del pasado año los cambios se habían centrado en las personas y los cargos, ahora le ha llegado el turno al entramado constitucional.

Y ello afecta esencialmente a dos aspectos. En primer lugar, la consagración en el prefacio de la Carta Magna del legado de Deng Xiaoping y su teoría del socialismo de peculiaridades chinas. Deng hará sombra a Mao Zedong, quien, hasta ahora, era el único dirigente de la China Popular citado en dicho texto.En segundo lugar, se constitucionalizará el amparo a los nuevos sectores no públicos de la economía y al sistema de responsabilidad por contrato familiar, vigente en el campo. Se trata de proporcionar mayor seguridad a los colectivos que han renacido con las reformas y de calmar algunas inquietudes de los campesinos chinos.

Se advierten también nuevos pasos en la adecuación del lenguaje político. Se elimina asi la referencia a las actividades contrarevolucionarias y se explicita el deseo de ejercer el gobierno por medio de la ley. La reciente firma del convenio internacional de derechos civiles y políticos no tendrá repercusión alguna en el texto constitucional.

Pero quizás lo más llamativo de esta reforma, la tercera desde 1982, afecta al preámbulo. De él se eliminará la alusión a que China se encuentra actualmente en la etapa primaria del socialismo. En su lugar se dirá que “China estará durante un período prolongado en la etapa primaria del socialismo”. Se da así la curiosa paradoja de que cuanto más se avanza en el desarrollo y la modernización del país, cuanto más se profundiza en la reforma y la apertura, más parece alejarse la consecución del socialismo, principal razón de ser de la permanencia indiscutible del PCCh en el poder.