Caracterización general
Expresaba Fernand Braudel que América es la hechura de Europa, la obra por la cual esta última revela mejor su ser. Lo que equivale a decir que es sobre todo en el nuevo mundo y precisamente durante el largo siglo XVI, primera etapa de las grandes incursiones de Europa fuera de su casa, cuando se construye lentamente esa Europa fuera de Europa por excelencia que es el mundo americano. Al vincularse orgánicamente con América, Europa conecta a aquella con todo el viejo continente, inaugurando así la biografía de la moderna historia del mundo, puesto que esa vinculación será vital para el nacimiento del primer circuito económico realmente planetario de la historia humana, la primera red estrictamente universal del mercado mundial capitalista en ciernes(1).
Con el correr de los años esta estrecha relación fue perdiendo vitalidad para la mayoría de los países latinoamericanos. La nueva potencia del norte del continente, Estados Unidos comenzó a disputar la influencia en la zona. En 1823, formuló la Doctrina Monroe, donde afirmaba el principio de no colonización. El continente americano por la condición libre e independiente que ha asumido y mantiene, no será considerado en adelante como sujeto a futura colonización por potencia europea alguna y advertía a Europa que se mantuviera dentro de su propia frontera, lo que completaba con América para los americanos(2).
A finales del siglo XIX, con el objetivo de institucionalizar los vínculos, auspició la Conferencia de Washington (1889-1890) donde promovió la paz del continente; la formación de una unión aduanera; la adopción de un sistema uniforme de pesas y medidas; de una moneda común de plata acuñada por cada uno de los gobiernos, el establecimiento de líneas de vapores entre los puertos americanos; condiciones favorables para el comercio y la creación de un Banco Interamericano. Esta propuesta fue apoyada por Brasil, México, Colombia, Venezuela y Nicaragua, mientras que la delegación de Argentina se opuso al proyecto, argumentando la diferencia de potencialidades económicas y las estrechas relaciones entre algunos países americanos con Europa, por ello concluía América para la Humanidad.
Los primeros años del siglo XX fueron de fuertes pugnas e intervenciones militares, tanto por parte de Europa como de los Estados Unidos, muchas de las cuales tenían como finalidad obtener el pago de deudas, como fue el caso de Venezuela en 1902, por parte de Inglaterra, Francia e Italia. La respuesta a ese atropello, provino del jurisconsulto argentino Luis María Drago, al proclamar que el uso de la fuerza militar era inaplicable a las relaciones entre deudores y acreedores, a lo que el gobierno de los Estados Unidos respondió con el Corolario Roosevelt(3), que se incorporaba a la Doctrina Monroe y que sostenía que en el caso de que la escasa voluntad de ordenar sus finanzas hiciese a un Estado Latinoamericano deudor crónico, correspondía a los Estados Unidos y sólo a ellos persuadirlo mediante el uso de la fuerza a adoptar las reformas necesarias, así fuera a beneficio de acreedores europeos(4).
Con este corolario Estados Unidos justificaba su actuación en Panamá y la inclusión de la Enmienda Platt al tratado bilateral con Cuba. En paralelo convocaban a varias Conferencias Panamericanas: México en 1901-02; Río de Janeiro 1906; Buenos Aires 1910, cuyos resultados no fueron satisfactorios, por la debilidad y desunión de los países latinoamericanos que los hacía incapaces de neutralizar el cada vez mayor poder intervencionista que avalaba el Corolario Roosevelt.
Con la política del Buen Vecino, formulada por el gobierno de Franklin Roosevelt (1936-1944) que expresaba La no Intervención en los asuntos internos de los países, se suavizaron los vínculos con América Latina, sin embargo cuando se creó en 1948 la Organización de Estados Americanos, OEA, para fortalecer el sistema interamericano, mediante la cooperación y la integración y los países latinoamericanos solicitaron concretar un plan con iguales características que el Plan Marshall para Europa, no halló receptividad por parte de Estados Unidos, es así como el cacareado Panamericanismo nuevamente languideció.
Fue en los años sesenta con el presidente J. F. Kennedy, que Estados Unidos volvió la mirada hacia América Latina, con el objeto de vigorizar el desarrollo económico y social, como forma de neutralizar los movimientos revolucionarios que se propagaban en el continente a partir de la Revolución Cubana. Después de cuatro años de instrumentación de la Alianza para el Progreso, no se advertía ninguna aceleración del ritmo de crecimiento económico en la región.
Finalmente al fracasar dicho proyecto, se produjo en los años siguientes un nuevo retraimiento de las relaciones de Estados Unidos con América Latina.
Respecto a Europa, fue hasta la década de los años setenta del pasado siglo, cuando se logró institucionalizar los vínculos (los comerciales se mantuvieron, sobre todo con los países de América del Sur) al establecerse una amplia red de relaciones políticas y económicas, permitiendo a América Latina diversificar sus relaciones exteriores, de forma tal que la entonces Comunidad Europea se transformó en un importante "atenuador"de la tradicional hegemonía estadounidense.
No obstante, durante los años de 1970 y 1980 la agenda estuvo dominada principalmente por problemas políticos y de seguridad, la lucha contra las dictaduras, la transición democrática y la búsqueda de salidas negociadas para el conflicto centroamericano. Estos objetivos facilitaron la aparición de diversas plataformas de diálogo y concertación, por la que han discurrido las relaciones birregionales.
En este período, las relaciones económicas no gozaron de preeminencia y los desacuerdos fueron permanentes porque las demandas latinoamericanas de acceso al mercado y alivio a la deuda externa no hallaron eco por parte de la entonces Comunidad Europea y de sus estados miembros.
En concreto, la Ayuda Europea en materia de Desarrollo y Lucha contra la Pobreza, fue el único instrumento económico que se implementó para respaldar el diálogo político y como una forma de sortear las constantes demandas latinoamericanas de eliminación del proteccionismo comunitario.
Además no había por parte de las instituciones comunitarias una "verdadera política exterior", de lo que se trataba más bien era de un modelo de relación más limitado del que se había establecido con los países (ex colonias) de África, el Caribe y el Pacífico (ACP), signatarios de los Convenios de Lomé.
A diferencia de éstos, los acuerdos de cooperación con América Latina no incluían preferencias comerciales estables, puesto que el acceso de las exportaciones latinoamericanas al mercado europeo estaba regulado por el Sistema de Preferencias Generalizadas (SPG), instrumento de carácter unilateral y temporal. América Latina, en suma, permaneció en los escalones más bajos en las relaciones de la Comunidad con los países en desarrollo y las mismas se caracterizaron por un notable desequilibrio entre el compromiso político y el contenido económico y comercial.
Al comenzar los años noventa del pasado siglo se produjeron notables cambios en América Latina y es cuando se superó la denominada "década perdida" de los años ochenta; se avanzó en el proceso democratizador; aparecieron nuevos intereses económicos propiciados por el incremento de las exportaciones y las inversiones, se privatizaron empresas públicas, en el marco de un modelo económico aperturista y de menor regulación por parte de los estados.
Fue entonces cuando Estados Unidos propuso, a los gobiernos latinoamericanos (menos Cuba) en la Cumbre de las Américas, celebrada en Miami, en 1994, la creación de un Área de Libre Comercio de las América, ALCA, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, cuyas negociaciones debían concluir en el 2005.
Al mismo tiempo, los procesos de integración se revitalizaban, tanto los ya constituidos en la década de los años sesenta (Pacto Andino, Mercado Común Centroamericano, CARICOM), como los de reciente creación, MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay) y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN (Estados Unidos, Canadá, México).
Fue en este contexto que la Unión Europea reforzó su capacidad de acción conjunta en el exterior tras la firma del Tratado de Maastricht, produciéndose un nuevo impulso a las relaciones entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe.
Si bien esta estrategia obedecía a los cambios habidos en América Latina, influyó sin duda el temor a que el TLCAN al igual que el proyecto de Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, pudieran situar a los inversores europeos en desventaja e inducir un efecto "desviación de comercio" que redujera la cuota de mercado europea en beneficio de Estados Unidos(5).
Esta estrategia interregionalista(6), que pretendía instaurar una vinculación de carácter preferencial entre ambas regiones, generó el establecimiento de una "asociación" basada en los acuerdos de "tercera generación" ya existentes y en nuevos acuerdos de "cuarta generación" con los mercados emergentes de América Latina reconociendo los progresos realizados por los esquemas de integración regional. Estos últimos acuerdos incluían un diálogo político orientado al fomento de la democracia y los derechos humanos; programas de "cooperación económica avanzada" que reflejaban el mayor avance relativo de estas economías, y el compromiso de iniciar negociaciones conducentes al establecimiento de áreas de libre comercio.
Acuerdos comerciales y de cooperación económica
América Latina-Unión Europea
Desde mediados de la década de los años noventa del siglo pasado, se han introducido modificaciones en la política económica de la UE respecto a América Latina y el Caribe.
Sobre esta base y como también ya se planteó, el proceso de fortalecimiento de los vínculos comerciales de Europa con el MERCOSUR, Chile y México, pasó a ocupar un primer plano entre los objetivos de políticas de la UE para América Latina, y se iniciaron deliberaciones en procura de una serie de nuevos acuerdos.
Hasta entonces, el acceso al mercado de la UE, de las exportaciones latinoamericanas se había regido (y en la mayoría de los casos continúa) por las reglas generales de la OMC y por las preferencias concedidas en el marco del Sistema Generalizado de Preferencias, SPG. Asimismo las exportaciones del Caribe, fueron objeto de las preferencias comerciales previstas en las sucesivas convenciones de Lomé.
El SGP, consiste en reducciones o exenciones de tarifas para productos industriales terminados o semiterminados y para algunos productos agropecuarios. El objetivo en general es dar mayores ventajas preferenciales a los países menos desarrollados.
Con la creación del sistema en 1971, las exportaciones de todos los países latinoamericanos estaban habilitadas para obtener beneficios. Además en 1990, los países Andinos (Venezuela desde 1995) obtuvieron preferencias especialmente favorables en el marco del SPG, como parte del apoyo que les daba la UE para luchar contra el narcotráfico. En 1991 esos beneficios reforzados se extendieron a numerosos productos agropecuarios provenientes de los países centroamericanos y en 1999 a los bienes industriales de estos últimos.
La reforma al SPG alteró sus repercusiones en las exportaciones latinoamericanas a la UE. La introducción del mecanismo de "graduación" afectó a países económicamente más avanzados, como Argentina, Brasil, Chile y México, que poco a poco dejaron de obtener los beneficios representados por las preferencias del SPG en relación con una gama de productos. Ello explica, en parte, el interés de esos países en celebrar Acuerdos de Libre Comercio recíproco con la UE.
Respecto al régimen de preferencias comerciales de Lomé, desde 1975, los países del Caribe (los miembros de la CARICOM más Haití y la República Dominicana desde que ingresaron en el grupo de Estados ACP en 1989) se han visto beneficiados por preferencias comerciales generales, no recíprocas referentes a materias primas, bienes industriales y productos agropecuarios, otorgadas a Estados ACP en el marco de sucesivas versiones de la Convención de Lomé. Las exportaciones de los países ACP han gozado del mismo tratamiento que las exportaciones entre países de la UE, salvo los productos agropecuarios regidos por la Política Agraria Común.
Estos productos, sin embargo, han disfrutado de los márgenes de preferencia con respecto a las importaciones de terceros países, así como de un acceso exento de derechos al mercado de la UE para cantidades fijas de productos básicos esenciales, como bananas, azúcar, ron, carne de res y ternera, sobre la base de los protocolos de la Convención. Las preferencias de Lomé garantizan el acceso libre de derechos de prácticamente todas las exportaciones del Caribe a la UE.
En 1971, como Comunidad Europea suscribió acuerdos comerciales y de cooperación con países o subregiones latinoamericanas:
⢠Los acuerdos no preferenciales de primera generación celebrados a principios de la década de los setenta con Argentina, Brasil, México y Uruguay, eran de alcance limitado. Los signatarios se otorgaron mutuamente el trato de NMF, ofreciéndose el más alto grado de liberalización de las importaciones y exportaciones aplicado a terceros países, y convinieron en cooperar mutuamente en relación con cuestiones de comercio agrícola.
⢠Los acuerdos de segunda generación de principios de los años ochenta , celebrados con Brasil, el Pacto Andino y América Central, siguieron considerando en gran medida a la asistencia para el desarrollo como una transferencia unilateral, pero avanzaron en la definición de ámbitos de cooperación comercial y económica. El acuerdo de 1983 con el Pacto Andino, por ejemplo comprendió ámbitos tales como estrechamiento de los vínculos entre los sectores industrial; cooperación en agroindustrias, pesca, infraestructura, transporte y comunicaciones, medio ambiente, energía y turismo y vínculos entre compañías en forma de empresas conjuntas.
⢠Los acuerdos de tercera generación de principios de la década de los noventa, celebrados con Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Uruguay, la Comunidad Andina, América Central y el MERCOSUR, preveían la ampliación de actividades de cooperación relacionadas con el comercio y la inversión. En esos acuerdos la asistencia para el desarrollo se complementó mediante mutua colaboración en ámbitos considerados "mutuamente beneficiosos". Estos acuerdos, similares en alcance y contenido, se referían a cooperación industrial, promoción de inversiones, fomento de contactos empresariales, transferencia de tecnología y cooperación en sectores productivos, como el agrario, el agroindustrial, el pesquero, el de la minería y el de los servicios.
⢠Los acuerdos de cuarta generación de mediados de la década de los noventa, ampliaron la liberalización del comercio recíproco, que comenzó a incluir la colaboración en ámbitos de interés común: en diciembre de 1995 se firmó el Acuerdo Marco de Cooperación Interregional con el MERCOSUR y en 1999 comenzaron las negociaciones encaminadas a un nuevo acuerdo de Asociación, que aún no se concreta. .En junio de 1996 se firmó el Acuerdo Marco de Cooperación con Chile y 2002 el Acuerdo de Asociación. En diciembre de 1997 el Acuerdo de Asociación Económica, Concertación Política y Cooperación con México; en el 2000 se estableció una Zona de Libre Comercio de Bienes y en 2001 se estableció una Zona de Libre Comercio de Servicios.
Estos acuerdos, que rebasaron los límites de los de tercera generación de principios de la década de los noventa, sistematizaron y ampliaron los ámbitos de cooperación avanzada e hicieron hincapié en el papel de la cooperación económica y empresarial y en la promoción de inversiones. Los mismos descansan sobre tres pilares:
⢠La institucionalización de un diálogo político regular sobre temas de interés mutuo y permanente consulta en foros internacionales;
⢠La intensificación y mejoramiento de la cooperación;
⢠La preparación del terreno para la promoción y diversificación de los flujos de comercio e inversión, incluída una progresiva y recíproca liberalización del comercio.
¿Qué es lo que guió la búsqueda de la liberalización del comercio reciproco?
Desde la perspectiva latinoamericana, un acceso más expedito al mercado de la UE y la promoción de las inversiones europeas, si bien la mayor parte de las exportaciones ya ingresaban al mercado de la UE exentos de derechos o en condiciones favorables ( a través de la cláusula NMF o del SPG) los beneficios de la liberalización del comercio no se limitan al logro de un mejor acceso a mercados, los acuerdos de libre comercio permiten eliminar las elevadas barreras arancelarias y no arancelarias y ofrecen la posibilidad de abordar la cuestión del acceso a mercados en sectores no productores de bienes.
Se preveía que el abaratamiento de las importaciones de bienes de capital europeos contribuiría a hacer más competitivas a las compañías de América Latina y el Caribe y que el aumento de la inversión local y extranjera daría lugar a un mayor acceso a la UE.
En cuanto a Europa, los acuerdos de libre comercio se consideran como un medio de consolidar la presencia de compañías europeas en los mercados emergentes más prominentes de la región para reforzar así su posición contra competidores de otros socios comerciales de América Latina y el Caribe.
Con estos acuerdos se pretendía responder a la heterogeneidad de la región, ofreciendo esquemas de relación diferenciados según el grado de desarrollo de cada grupo regional o de países no insertos en ningún grupo.
Es decir, un modelo de enfoque selectivo, de "dos velocidades". Se reservaban los acuerdos más avanzados o de asociación para los mercados emergentes de MERCOSUR , México y Chile. Mientras que Centroamérica y la Comunidad Andina quedaban situados en una posición menos favorable, donde las exportaciones de ambas estaban reguladas por las preferencias arancelarias que la Unión Europea había otorgado en 1990 a los países andinos y en 1991 a los países centroamericanos. Se trataba de un régimen de acceso al mercado de carácter unilateral, temporal y extraordinario y que excluía productos de gran importancia para dichas subregiones(7).
En la Primera Cumbre Unión Europea-América Latina celebrada en Río de Janeiro en junio de 1999, los jefes de Estado y de gobierno, decidieron seguir impulsando la relación preferencial y propusieron la Asociación Estratégica basada en la consolidación democrática, la liberación comercial y la concertación de posiciones sobre asuntos internacionales. En ese sentido hay que anotar la firma de los nuevos Acuerdos de Asociación con México (2000) y Chile (2002), con los que se ha logrado culminar, en plazos relativamente cortos, las negociaciones para establecer sendas áreas de librecambio que estarán en pleno funcionamiento en 2007 (México) y 2012 (Chile).
Se trata de acuerdos de gran alcance, pues incluyen diálogo político, cooperación en una amplia gama de sectores y en el ámbito económico pueden ser considerados de "integración profunda" pues abarcan comercio de bienes, servicios, movimientos de capital, compras del sector público, protección de la propiedad intelectual y resolución de controversias.
Sin embargo, desde principios de este siglo, la Asociación Estratégica se ha encontrado con un entorno internacional desfavorable, porque surgieron fuerzas contrarias a la apertura comercial en algunos Estados Miembros y la misma Unión Europea se ha distanciado de la estrategia trazada en 1994. Por ejemplo, la negociación Unión Europea-MERCOSUR ha sido la más controvertida, por la oposición de algunos estados miembros, en especial Francia, al considerar que la misma afectaría sus productos agrarios "sensibles" y supondría costes elevados para la Política Agraria Común.
Para valorar estas dificultades, hay que recordar que los perfiles arancelarios de ambos bloques son muy asimétricos y que en contraste con MERCOSUR, tanto Chile pero sobre todo México exportan a la Unión Europea menos productos sensibles, lo que facilitó la negociación. Además en el caso de México se optó por excluir algunos de esos productos en una "lista negativa" -la denominada "lista de espera"- y en el acuerdo con Chile se han establecido contingentes arancelarios y períodos transitorios más prolongados.
El resultado es que MERCOSUR, pese a ser el grupo con más vínculos políticos y económicos con Europa, no tiene aún un Acuerdo de Asociación y si lo tiene México y Chile, los países más alejados del ideal integracionista europeo y más próximo al proyecto hemisférico de Estados Unidos.
Esto se explicaría, por la estrategia de la Unión Europea definida como de "reacción" al proyecto ALCA impulsado por Estados Unidos y los acuerdos de libre comercio que como el TLCAN o el acordado con Chile, se inscriben en ese proyecto hemisférico. Es así que el factor clave para comprender las iniciativas de la Unión Europea es el temor a verse desplazada del mercado latinoamericano.
América Latina-Estados Unidos
Desde principios de la década de los años noventa del pasado siglo, Estados Unidos impulsó Acuerdos con países de América Latina, por ejemplo con México, que junto a Canadá, conformaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN; el Acuerdo Relativo a un Consejo sobre Comercio e Inversión con MERCOSUR ; la Ley de Preferencias Comerciales Andinas, que luego se transformó en Ley de Promoción Andina y Erradicación de la Droga, como así también la Iniciativa de la Cuenca del Caribe.
Sin embargo, con la interrupción de las negociaciones encaminadas a la creación del Área de Libre Comercio, ALCA, Estados Unidos intensificó la firma de Tratados de Libre Comercio, de carácter bilateral: con Chile,2003; Centroamérica y República Dominicana, CAFTA, 2004 y ratificado por todos los integrantes; Comunidad Andina (Colombia,2006; Perú en 2006 y negociaciones con Ecuador y Bolivia); Tratado de Inversiones con Uruguay en el año 2005, (con la perspectiva de negociar uno de Libre Comercio) y con Panamá en diciembre de 2006.
En todos ellos se incluye un párrafo donde se menciona que el o los tratados van a contribuir a la Integración Hemisférica y a proveer un impulso hacia el establecimiento del Área de Libre Comercio de las Américas , como al cumplimiento de los objetivos que en el mismo se especifique.
El Acuerdo MERCOSUR-Estados Unidos, firmado en 1991, conocido como "cuatro más uno", se inscribió en el marco más amplio de la Iniciativa para las Américas formulada por G. Bush, en 1990 y se propuso el establecimiento de un Consejo sobre Comercio e Inversiones, que está compuesto por representantes de los cinco países. En materia de inversiones, se expresa promover y facilitar las inversiones recíprocas y en relación al comercio reconocía la necesidad de eliminar barreras no arancelarias, proteger los derechos de propiedad intelectual y lograr la liberalización mundial del comercio agrícola. Asimismo se planteó la reducción de aranceles, pero sin establecer porcentajes ni fijar plazos para esa reducción.
En los Tratados de Libre Comercio que se firmaron en este siglo, con Chile, CAFTA, Colombia y Perú los contenidos son similares y derivados fundamentalmente del TLCAN. Se señala en los mismos, que de conformidad con lo dispuesto en el Artículo XXIV del GATT de 1994 y el Artículo V del Acuerdo sobre Comercio de Servicios, se estable una zona de libre comercio, cuyos objetivos son desarrollados de manera más específica a través de sus principios y reglas, incluídos los de trato nacional, trato de nación más favorecida y transparencia , entre los cuales se señala:
- a) estimular la expansión y la diversificación del comercio;
- b) eliminar los obstáculos al comercio y facilitar la circulación transfronteriza de mercancías y servicios;
- c) promover las condiciones de competencia leal en la zona de libre comercio;
- d) aumentar substancialmente las oportunidades de inversión en los territorios de las Partes;
- e) proteger en forma adecuada y eficaz y hacer valer los derechos de propiedad intelectual;
- f) crear procedimientos eficaces para la aplicación y cumplimiento de este Tratado, para su administración conjunta y para la solución de controversias; y
- g) establecer un esquema para una mayor cooperación bilateral, regional y multilateral con el fin de ampliar y mejorar los beneficios del Tratado;
- h) proteger , fortalecer y hacer efectivos los derechos fundamentales de sus trabajadores y fortalecer la cooperación en materia laboral;
- i) crear nuevas oportunidades de empleo y mejorar las condiciones laborales y los niveles de vida en sus respectivos territorios;
- j) implementar el Tratado en forma coherente con la protección y conservación del medioambiente, promover el desarrollo sostenible y fortalecer la cooperación en materia ambiental; proteger y conservar el medio ambiente y mejorar los medios para hacerlo, incluso mediante la conservación de los recursos naturales en sus respectivos territorios;
- k) reconocer el interés de fortalecer y profundizar la integración económica regional; y
- l) contribuir a la integración hemisférica y proveer un impulso hacia establecer el Área de Libre Comercio de las Américas.
Para el caso de Centroamérica, se agrega que el Tratado no impedirá a las Partes mantener sus instrumentos jurídicos existentes de la integración centroamericana, adoptar nuevos instrumentos jurídicos de integración, o adoptar medidas para fortalecer y profundizar esos instrumentos, siempre y cuando esos instrumentos y medidas no sean inconsistentes con este Tratado .Igualmente en el caso de Colombia y Perú se señala el reconocimiento de que ambos son miembros de la Comunidad Andina y según la Decisión 598 de dicha Comunidad requiere que cuando los países andinos negocien acuerdos de comercio se preserve el Ordenamiento Jurídico Andino en las relaciones recíprocas entre los países miembros del Acuerdo de Cartagena(8).
En diciembre de 2006 se firmó el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Panamá, luego de dos años de negociaciones y que deberá ser ratificado por ambos gobiernos. Con este tratado se prevé la eliminación progresiva de la mayoría de los aranceles mutuos y otras barreras al comercio. En realidad Panamá no necesita de esa reducción en Estados Unidos, ya que un 95 por ciento de sus productos actualmente no pagan aranceles al entrar en el país, por varios programas de preferencias. Sin embargo con este Tratado esas ventajas se harán permanentes.
Asimismo se establecen normas comunes de inversión y protección de la propiedad intelectual, entre otras medidas.
Para Estados Unidos, el TLC abrirá nuevas áreas de negocio en Panamá en el sector de los servicios, que supone el 80 por ciento de la economía del país y reducirá las tasas aduaneras que gravan sus exportaciones. Igualmente se dará oportunidades "significativas" a las empresas estadounidenses para participar en la ampliación del Canal de Panamá, proyecto que costará 5.250 millones de dólares y donde en el arreglo final se reserva un mínimo del 10 por ciento de estas obras para empresas panameñas.
Relaciones Comerciales
América Latina: Unión Europea y Estados Unidos
Si bien los Acuerdos de Libre comercio, contribuyeron a que en la década de los años noventa del siglo pasado se produjera un vigoroso crecimiento del comercio entre la UE y América Latina y el Caribe, éste finalizó en 1999, año en que el valor de los flujos comerciales disminuyeron en más de un 5%. Es posible explicar este descenso, entre otras cosas, porque en la UE la media anual de crecimiento del producto interno bruto, entre 1999 y 2003, fue apenas del 2 por ciento, frente a un 2,5 por ciento del quinquenio anterior. Igualmente, Estados Unidos acusó una reducción similar, pasando del 3,8 al 2,8 por ciento anual(9).
El deterioro en América Latina y el Caribe fue más pronunciado: la tasa media anual de crecimiento del PIB pasó del 3,6 % entre 1994 y 1998 a apenas un 1,3% entre 1999-2003. Las dificultades políticas y económicas experimentadas por varios países latinoamericanos agravaron los efectos negativos de una coyuntura mundial desfavorable.
Fue en los años de 2004 y 2005, cuando se produjo una relativa recuperación en los intercambios, que superó los niveles de 1998, aún si sólo consideramos la UE15 como dato comparativo ( ver gráfica 1), ya que si incorporamos a la UE25 (que se constituyó en 2004), éste fue de un 34 y 34,1 por ciento.
La tendencia del comercio intrarregional que fue favorable entre 1994 y 1998, decayó en los años respecto al comercio extra-regional, que mostró una tendencia positiva. Sin embargo, el comercio de la región con la UE no aumentó entre 1998 y 2003, mientras que sus intercambios con el mundo (y con Estados Unidos y Canadá) crecieron a un promedio anual del 3 por ciento en el mismo período y que se intensificaron en 2004 y 2005.
Las exportaciones de América Latina y el Caribe a la UE se incrementaron más lentamente que al resto del mundo, incluídas las destinadas a los mercados de Estados Unidos, Canadá y Asia. Las importaciones a la UE se redujeron más rápidamente que sus importaciones totales. La participación de América Latina y el Caribe en el comercio de la UE disminuyó un cerca de un 6 por ciento entre 1994 y 2003, recuperándose en los años siguientes. (ver Gráfica 1).
Lo que se evidencia es la formidable expansión experimentada por el comercio interregional entre 1994 y 1998 y su relativo estancamiento desde el final de ese período. La mayor parte del crecimiento registrado obedeció al incremento de las importaciones de productos europeos en América Latina y el Caribe, las cuales crecieron a un promedio anual del 11% entre 1994 y 1998, mientras que las exportaciones de es región a la UE lo hicieron a un ritmo del 5%.
El crecimiento de las exportaciones se mantuvo limitado entre 1999 y 2002, pero repuntó vigorosamente en 2003. Las importaciones se redujeron considerablemente desde 1998, por lo cual el persistente déficit comercial de América Latina con la UE se redujo.
La tendencia del comercio interregional sigue siendo desfavorable en comparación con el comercio global de América Latina y el Caribe. El comercio de la región con la UE no aumentó entre 1998 y 2003, mientras que sus intercambios con el mundo (y con Estados Unidos y Canadá) crecieron a un promedio anual del 3% en el mismo período.
Las exportaciones de América Latina y el Caribe a la UE se incrementaron más lentamente que las mundiales de la región, incluídas las destinadas a los mercados de Estados Unidos, Canadá y Asia. Las importaciones a la UE se redujeron más rápidamente que sus importaciones totales. La participación de América Latina y el Caribe en el comercio de la UE se redujo de casi un 6% entre 1994 y 2003. (Ver Gráfica 1).
Gráfica 1.
(Fuente: EUROSTAT, Bilateral Trade Relations by Regions, 1994-2006).
Es necesario aclarar que los resultados y la distribución geográfica del comercio exterior de América Latina y el Caribe presentan la fuerte influencia de un país, México, al que corresponde casi la mitad de dicho comercio. El floreciente comercio de México con Estados Unidos y Canadá desde la entrada en vigor el TLCAN en 1994, encubre ciertas tendencias importantes en el comercio entre la UE y América Latina, a nivel subregional y nacional.
No obstante y aún excluyendo a México del total de la región, las exportaciones de ésta a la UE solo registraron un crecimiento equivalente a dos tercios del de las exportaciones totales de la región y sus importaciones de productos europeos se han reducido en los últimos años más rápidamente que sus importaciones mundiales.
Excluído México, la distribución geográfica de los flujos comerciales de América Latina y el Caribe es al parecer más equilibrada. La participación de la Unión Europea en el comercio de la región está próxima al 20 % en comparación con un 13% por ciento si se tiene en cuenta a México en el total regional. Esta proporción ha disminuído también en los últimos años.
Gráfica 2.
(Fuente: EUROSTAT, Bilateral Trade Relations by Regions, 1994-2006).
Respecto a la importancia relativa de los diferentes países o subregiones en el comercio de América Latina y el Caribe, MERCOSUR es el mayor socio comercial de la UE, si bien su participación se ha reducido en los últimos años, en tanto que la de México ha experimentado un incremento sostenido.( ver cuadro 1 Anexo).
En los últimos diez años, el comercio del MERCOSUR con la UE sólo ha crecido a un promedio anual del 2%, muy inferior a la del comercio total del MERCOSUR y a la de sus intercambios con Estados Unidos y Canadá. La posible explicación está referida a las barreras de acceso al mercado a productos como alimentos procesado y los productos agrícolas y pesqueros. Asimismo están las diversas barreras no arancelarias, como regímenes de licencias y controles cuantitativos que afectan a los productos textiles y otras manufacturas.
Como se señaló, a diferencia de lo ocurrido con el bloque anterior, el comercio de México con la UE (ver cuadro 2 Anexo) ha experimentado un rápido crecimiento. Desde 1994, la tasa media de aumento del comercio recíproco ha sido de un 8% anual, con una progresión similar para las exportaciones y las importaciones. Las cifras de la Comisión Europea muestran que el comercio entre México y la UE creció en los primeros ocho meses de 2005 un 22% en comparación con el año anterior. En este sentido, las exportaciones mexicanas aumentaron en un 38%, mientras que las importaciones de productos de la UE desde México lo hicieron un 17%(10).
Como es por todos conocido, la relación comercial fundamental de México la mantiene con Estados Unidos, cuyo promedio es de alrededor de un 80 por ciento, si observamos el referido cuadro, con una ligera disminución en los últimos años.
Igualmente, el comercio de la Comunidad Andina con UE (ver cuadro 3 Anexo) prácticamente no aumentó en la última década, si bien no parece estar relacionado con las barreras de acceso a mercados, como en el caso del MERCOSUR, porque de hecho todos los bienes industriales y algunos productos agrícolas gozan de acceso preferencial al mercado europeo en el marco del Sistema de Preferencias Generalizadas "ampliado" concedido a los países andinos y centroamericanos. Posiblemente se ve obstaculizado por restricciones de oferta, escaso conocimiento de las preferencias en la UE o medidas insuficientes de promoción de exportaciones. Como es sabido la UE aplica unilateralmente el SPG, por lo que ofrece un acceso menos seguro que un acuerdo de libre comercio recíproco mutuamente negociado.
Igualmente es Estados Unidos el mercado más significativo para las exportaciones de la Comunidad Andina, si bien en el último año ha tendido a disminuir, junto a las importaciones.
En contraste con lo anterior, el comercio de Chile (ver cuadro 4 Anexo) con la UE aumentó considerablemente en los últimos años, a una tasa anual media del 5.5%. Chile es uno de los pocos países de América Latina y el Caribe que ha registrado continuos superávit en el comercio con la UE, desde principios de los años noventa, y en este caso, obedece al sólido resultado de sus exportaciones.
Respecto a su vinculación con Estados Unidos, mantiene unos porcentajes bastante similares, a los de la UE, incluso con la propia región de América Latina, lo que demostraría la importante diversificación comercial del país.
La participación de la UE en el comercio del Mercado Común Centroamericano (ver cuadro 5 Anexo) registró un aumento entre 1994 y 2002 de un 4% anual, aunque se redujeron después de 1999 salvo Honduras. Sin embargo las importaciones desde UE crecieron moderadamente .Las exportaciones sufrieron una acusada disminución pese a que las mismas gozan de preferencias en el marco del SPG ampliado. Asimismo el comercio de América Central con la UE presenta una fuerte concentración en unos pocos países. Tan solo Costa Rica representa más del 60 por ciento de las exportaciones del MCCA a Europa y es responsable exclusivo del incremento de las manufacturas en las exportaciones .Los restantes países siguen dependiendo en gran medida de la exportación de productos tradicionales, como café, bananas y azúcar que constituyen más del 90% de sus ventas a la UE.
Su relación con Estados Unidos es significativamente más importante, prácticamente la mitad de su comercio lo realiza con ese país, lo que explica la firma del CAFTA y su ratificación inmediata por todos los países.
El comercio de la Comunidad del Caribe (CARICOM) con la UE (ver cuadro 6 Anexo registró en los últimos años un incremento medio anual del 12%, por el marcado aumento de las exportaciones en un 9% anual y de las importaciones desde UE en un 14%. A partir de 1999 como en todos los casos observados, las exportaciones se han reducido casi un 4% y las importaciones han crecido a un ritmo mucho menor que en años previos. La República Dominicana es uno de los pocos países de América Latina y el Caribe cuyo comercio con la UE ha experimentado un crecimiento dinámico. Asimismo países del Caribe formar parte del Convenio de Lomé, que otorga preferencias al comercio por parte de la UE.
Con Estados Unidos realiza la mitad del total del comercio, si bien las exportaciones superan a las importaciones, que descendieron notablemente en los últimos años.
En lo referente a los principales socios comerciales de la UE en América Latina, son por orden de importancia: Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia, países que realizan en conjunto más del 80 por ciento del comercio total de la UE con América Latina y el Caribe. Tan solo Brasil y México representan casi el 60%.
Cuadro 1.
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(Fuente: EUROSTAT, Bilateral Trade Relations by Regions, 1994-2003).
Gráfica 3.
(Fuente: EUROSTAT, Bilateral Trade Relations by Regions, 1994-2006).
Cuadro 2.
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(Fuente: US Department of Commerce and the US International Trade Commission).
Gráfica 4.
(Fuente: US Department of Commerce and the US International Trade Commission).
Si consideramos lo que América Latina y el Caribe significa para la Unión Europea a nivel de intercambios comerciales, observaremos que el porcentaje es por demás limitado, además de que la tendencia es a decrecer.
Respecto a la estructura de las exportaciones de América Latina y el Caribe a Europa , la mayor parte de los países de América Latina y el Caribe exportan productos agropecuarios, metales, minerales y combustibles. La participación de las manufacturas en el comercio con la UE es relativamente pequeña. Esta estructura del comercio ha variado poco a lo largo de los años, con excepciones como las de México y en menor medida Costa Rica. Por lo tanto la mayor parte de las exportaciones son vulnerables a la variación de precios internacionales de materias primas y productos básicos. Aparte la demanda de productos básicos es menos dinámica que la de manufacturas y por lo tanto se beneficia menos del incremento de la renta en los países importadores.
Las manufacturas representan en valor absoluto menos del 30% del conjunto de las exportaciones de América Latina y el Caribe a la UE, esa cifra se reduce al 23% si se excluye a México del total de la región. Las manufacturas representan apenas el 12 por ciento de las exportaciones a la UE de la Comunidad Andina, menos del 10% en el caso de Chile, una proporción insignificante para los países del MCCA, salvo Costa Rica y menos del 30% para el MERCOSUR.
Gráfica 5.
(Fuente: EUROSTAT, Bilateral Trade Relations by Regions, 1994-2006).
La estructura de las exportaciones de América Latina y el Caribe a la UE contrasta marcadamente con la de sus exportaciones totales. La participación de los bienes manufacturados en las exportaciones totales de la región aumentó en forma sostenida en los años noventa del siglo pasado y en 2002 fue de casi 60%. Las manufacturas representan más de la mitad del comercio entre los países de América Latina y el Caribe y casi el 75% de sus ventas a Estados Unidos. Igualmente las exportaciones a la UE son menos diversificadas que las exportaciones intrarregionales o que las ventas a Estados Unidos y Canadá.
Gráfica 6.
(Fuente: US Department of Commerce and the US International Trade Commission).
Las Importaciones que América Latina y el Caribe reciben tanto de la Unión Europea como de Estados Unidos, se concentran en bienes industriales como maquinarias y equipos de transporte en más del 50 por ciento, seguidos por productos químicos, manufacturados y otros artículos de alto valor agregado. También se incluyen, aunque en una menor proporción alimentos, animales vivos, bebidas, tabaco, aceites, etc.
La ampliación de la UE ha dado lugar a modificaciones adicionales al comercio intraeuropeo, ya que implica la completa liberalización del comercio agrícola dentro de la Unión Ampliada. En este sentido toda diversificación del comercio en detrimento de América Latina probablemente afectará más a los productos específicos de clima templado exportados por algunos países de la región, ya que la estructura de las exportaciones agrícolas a la UE de América Latina y el Caribe y de la UE presenta globalmente pocas similitudes. Mucho más importante para los países latinoamericanos será el efecto de la ampliación sobre la Política Agrícola Común, PAC de la UE.
Los PECOS, Países Europa Central y Oriental, consolidan su posición de comercio preferencial en el mercado de la UE, abriéndose la posibilidad de mejoras en el acceso de mercancías de otros países a la UE ampliada, inclusive de América Latina y el Caribe, al ser el arancel externo de la UE más bajo que el de cualquier país de Europa Central.
Dada mayor similitud entre el comercio de México y los países de Europa Central y Oriental, las exportaciones de algunos productos mexicanos podrían perder competitividad, especialmente maquinarias y accesorios de contabilidad, registradoras, lectores magnéticos y ópticos.
Algunas Reflexiones
Si repasamos lo señalado precedentemente, concluiremos que desde el siglo XIX, América Latina y el Caribe, es una zona de disputa entre Europa y Estados Unidos. Los países de la región, no se mantuvieron al margen, sino que participaron en las confrontaciones, aliándose a uno de los contrincantes, según sus intereses específicos; lo que implicó una mayor división que vino a impedir las aspiraciones integracionistas.
Para finales del siglo XX, la conformación de bloques regionales, con la intensificación de los intercambios entre ellos y la profundización de los vínculos comerciales con Estados Unidos, mediante iniciativas hemisféricas, afectó sobremanera el comercio entre la UE y la región, especialmente con sus socios históricos de América del Sur.
No obstante la reciente desaceleración del proyecto ALCA, Estados Unidos prosigue con la integración firmando acuerdos de libre comercio con países latinoamericanos. En 2003 firmó con Chile un tratado que entró en vigor al año siguiente; en 2004 negoció y concluyó acuerdos con los cinco países del Mercado Común Centroamericano, CAFTA, y con la República Dominicana e inició negociaciones con Panamá.
Con los países Andinos, firmó en 2006 acuerdos con Perú y Colombia, continuando las negociaciones con Bolivia y Ecuador, encaminado a reemplazar la ley de Preferencias Comerciales Andinas de Estados Unidos.
Incluso con el MERCOSUR, en el año de 1991 se suscribió un Acuerdo "4 + 1", sobre Comercio e Inversión. En el año 2003, MERCOSUR tomó la iniciativa de avanzar en forma independiente, una negociación 4 + 1 con los EUA, retomando las bases definidas en el ALCA light de la Cumbre de Miami. Uruguay está planteando la posibilidad de firmar, (el de Inversiones ya lo firmó) un Tratado de Libre Comercio, lo mismo Paraguay, lo que ha ocasionado serias críticas por parte de Brasil y Argentina, porque la firma de un acuerdo a nivel individual implica desestabilizar al bloque.
Si nos basamos solamente en la firma de los Acuerdos ya firmados, en las Negociaciones que se están llevando a cabo y en las relaciones comerciales, lo más probable (por lo menos en este momento) es que frente a la opción que representa Estados Unidos o la Unión Europea, los países de América Latina y el Caribe se inclinen ( con algunas excepciones), a la primera opción.
Anexo Estadístico
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(Fuente: Eurostat, Bilateral Trade Relations by Regions,1994-2006).
Notas:
(1) Carlos Aguirre Rojas, Los Annales y la historiografía latinoamericana, UNAM, 1993, p21.
(2) Aída Lerman Alperstein, Ideas y Proyecto de la Integración Latinoamericana, UAM,X, 1996, p14.
(3) Durante el gobierno de Teodoro Roosevelt, 1901-1909.
(4) Aída Lerman, Op.Cit., p21.
(5) Lo que no era infundado pues entre 1995 y 2000, la participación de la Unión Europea en las importaciones de América Latina y el Caribe descendió del 12,5% al 10% y la participación de la Unión Europea en las exportaciones latinoamericanas descendió del 12,95% al 8,5% (Eurostat).
(6) Esta estrategia respondía además al hecho de que se habían cerrado las negociaciones multilaterales de la Ronda Uruguay del GATT, lo que había dado paso a un escenario favorable para la profundización de acuerdos regionales.
(7) Por ej. el plátano.
(8) SICE, Sistema de Información sobre Comercio Exterior, Tratados de Libre Comercio Estados Unidos-Chile, Centroamérica y Dominicana, Colombia, Perú, 2006.
(9) FMI, Perspectivas de la economía mundial, 2004.
(10) Periódico El País, Madrid, 8 de febrero de 2006.