Con la excusa de la Fiesta de la Primavera, por primera vez en más de cincuenta años, se han iniciado vuelos directos entre China y Taiwán. En 2003, las aeronaves de Taiwán pudieron recoger en China a sus empresarios para reencontrarse en la isla con sus familias, pero debían hacer vacíos la mitad del trayecto y los aviones del continente no participaban en el dispositivo. En esta ocasión, después de que en 2004 el acuerdo fuese imposible por el temor de China a reforzar las aspiraciones electorales del presidente taiwanés, Chen Shuibian, las novedades son importantes: reparto igual de vuelos especiales; tráfico de ida y vuelta sin escalas; ampliación de las ciudades conectadas; ignorancia deliberada de la discusión sobre la naturaleza de los vuelos ““internos o internacionales”“; y asegurando la participación de empresas de las dos partes.
También en esta ocasión, las autoridades del continente han procurado marginar al presidente taiwanés de todo el proceso. En primer lugar, desdibujando la participación oficial en la negociación (mantenida a través de la figura de un asesor de bajo perfil político), que ha sido conducida por las asociaciones profesionales del sector, “despolitizando” el diálogo, reconducido a la solución de los problemas exclusivamente técnicos y administrativos. En segundo lugar, anunciando el acuerdo ante una delegación del Kuomintang (KMT), ganador de las recientes elecciones legislativas, fuerza opositora a Chen y más proclive a la defensa de la tesis de “una China”, piedra de toque de la política continental en relación a Taiwán.
El cerco sobre Chen se acentúa en otros dos frentes. En el interior, con el inicio del fin de su ciclo en el Partido Democrático Progresista (PDP), del que ha dimitido después de su derrota de diciembre en las legislativas. Esta semana se elegirá un nuevo presidente del Partido y, en paralelo, se pone en marcha todo el proceso de conformación de las nuevas instituciones legislativas, en las que su influencia será minorizada por una oposición que une sus fuerzas para asegurar los puestos más significativos e importantes. Las reuniones del KMT y del Partido Pueblo Primero (PPP) presagian un acuerdo que, pese a haberlo intentado, el PDP no ha conseguido impedir.
En el exterior, el inicio de la tramitación de una ley contra la secesión de Taiwán, que podría ser aprobada en la sesión de marzo del macroparlamento continental, declarará anticipadamente que toda proclamación de independencia de Taiwán es ilegal. Beijing se autoimpone la obligación de asegurar la reunificación por la fuerza si los independentistas van demasiado lejos. En este contexto, la intención de Chen de abandonar el cargo en 2008 dejando como legado una nueva Constitución que afirme la identidad taiwanesa con significación propia y diferenciada de la china, queda en entredicho. Por otra parte, hace unos días, Granada, ha retirado su reconocimiento diplomático a Taiwán, que ya solo reconocen 26 países. Ha perdido cinco aliados en los últimos cuatro años. Y podrían ser más en los próximos meses.
Asimismo, en las últimas semanas se han multiplicado los contactos en EEUU, donde representantes continentales (Chen Yulin, director del Departamento de asuntos taiwaneses en Beijing) y de Taiwán (James Soong, líder del PPP, entre otros), han sido recibidos para definir los ejes del nuevo tiempo. Un compromiso sobre Taiwán quizás podría favorecer una mayor flexibilidad china en relación a la revaluación del yuan. En la capital china, Jia Qinglin, miembro del máximo órgano de poder chino, declaraba este fin de semana que se harán nuevos esfuerzos para reanudar el diálogo y las negociaciones bilaterales, “sin importar la retórica y las acciones pasadas”.
Es difícil precisar si todo ello presagia cambios sustanciales en las relaciones bilaterales, incluida la apertura definitiva de los vínculos directos entre las dos partes, que tanto aliviaría la tensión. Así lo cree la consultora internacional Standard and Poor”™s. En cualquier caso, el reconocido pragmatismo de las autoridades continentales parece sugerir una fase caracterizada por la primacía de la negociación técnica para resolver asuntos prácticos, con la mínima interferencia política. En el peor de los supuestos, todo parece indicar que, en lo político, muy pocas cosas se moverán de aquí a 2008, lo que reforzaría las tesis de China y de la oposición en Taiwán, aislando a Chen, que tendrá un segundo y último mandato, de no fácil manejo. Así pues, el paréntesis abierto por las celebraciones del Año del Gallo bien pudiera alargarse más tiempo de lo inicialmente previsto.
Xulio Ríos (Gloobal.net, 02/02/2005 e AIS, Agencia de Información Solidaria, 04/02/2005)