20060528 bogota alvaro uribe

Cuatro años más de Uribe

 Ãlvaro Uribe Vélez, clic para aumentar
El "fenómeno Uribe" parece consolidar un viraje político en Colombia, aunque este proceso de cambio no corra paralelo al complejo reajuste político hacia "las izquierdas" que se observa en América Latina. En su primera alocución tras el triunfo habló de alcanzar un país "pluralista". En los próximos cuatro años, Uribe deberá calcular si predominará la "mano dura" o el "corazón grande".
 

"Mano dura y corazón grande". Este fue el ambiguo lema de campaña electoral del presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, reelegido con abrumadora mayoría el domingo 27 para un nuevo período gubernamental de cuatro años.

El resultado ya parecía cantado. Uribe se convierte en el primer presidente de ese país en obtener la reelección con la más elevada mayoría (62%), superando incluso en millón y medio de votos su también contundente victoria anterior del 2002. A sus 54 años, el presidente de derecha, único aliado regional a las políticas de Washington, ve ahora reafirmada y consolidada su principal propuesta, la política de "seguridad democrática".

Un cambio histórico

A pesar de experimentarse la más alta abstención de su historia, calculada en un 60%, probablemente producto de cierta apatía en el electorado por lo que se consideraba una segura victoria de Uribe, lo ocurrido el domingo 27 en Colombia significa el aparente deceso de los partidos y líderes tradicionales en ese país. En este sentido, liberales y conservadores, quienes habían dominado la política colombiana desde la independencia en 1830, se encuentran ahora en una difícil encrucijada histórica.

A pesar de proceder de las filas del partido Liberal, Uribe se postuló en las elecciones del 2002 como candidato independiente bajo la fórmula política de "Primero Colombia", atrayendo con ello buena parte del electorado de corte conservador y centrista. Su actual reelección confirma a este partido como la principal fuerza política colombiana.

El mismo análisis se debe realizar del candidato del centro-izquierda Polo Democrático, Carlos Gaviria. Al cosechar un 22% de la votación, este partido se ubica en el segundo lugar y en una interesante alternativa electoral para el 2010. A sus 69 años, Gaviria obtuvo la más alta votación para la izquierda, con 2,6 millones de votos y abrió las puertas para que, en un futuro cercano, la izquierda pueda obtener una histórica victoria presidencial.

Todo esto contrasta con el fracaso del partido Liberal y, en especial, de su líder Horacio Serpa, nuevamente derrotado en unas elecciones generales. Este panorama augura tiempos difíciles y posibles divisiones dentro de los "liberales", en una posible repetición de lo que sucediera con los conservadores cuatro años atrás, ante la avasallante aparición del "fenómeno Uribe".

¿Cuál Uribe hasta el 2010?

El actual presidente, quien fuera también gobernador del departamento de Antioquia, deberá afrontar diversos retos en su segunda legislatura, aunque con la comodidad que otorga el saberse reelegido y consolidado políticamente, con una apabullante mayoría en el Congreso.

Acusado de arrogante y autoritario, su estilo político directo combina dosis de carisma con ciertos rasgos caudillistas. Además, las ONGs de derechos humanos vienen acusándolo de poseer un pobre récord en defensa de los derechos individuales, desde que estuviera salpicado en su etapa de gobernador por su polémico apoyo a los grupos de defensa ciudadana CONVIVIR, acusados de tener vínculos con los paramilitares.

Estilo de gobernar aparte, muchos colombianos identifican a Uribe como un líder político audaz e innovador, que basa su estrategia en trazar metas claras con la mayor eficiencia para lograrlas. Afronta su segundo período con la experiencia que le provee cuatro duros años de gobierno en el palacio de Nariño.

En este período, no han sido pocos los resultados obtenidos. El énfasis en la política de seguridad permitió un repliegue de la guerrilla de las FARC, a pesar de su reciente ofensiva. No parece que existan cambios de aquí al 2010, período en el cual Uribe espera consolidar un triunfo militar sobre las FARC que lleve a una eventual negociación política de pacificación.

Pero este escenario, a priori, parece muy poco probable porque la principal guerrilla colombiana plantea mantener a corto plazo un frontal pulso de combate. Además, Uribe se verá reforzado con la ayuda militar estadounidense dentro de un Plan Colombia que cuenta, cada vez más, con una mayor dimensión andina.

Las negociaciones que se llevan a cabo con la segunda guerrilla, el ELN, el amplio proceso de desmovilización de los grupos paramilitares (un total de 8.000 efectivos) y la disminución de la criminalidad, son considerados triunfos políticos que Uribe buscará reforzar en este segundo mandato. Estos vértices de la política de "seguridad democrática" permitieron un generar un óptimo nivel de inversión extranjera y confianza en el país.

Las demandas sociales

Pero su principal reto se ubicará en la política social, principalmente en el sistema estatal de seguridad social y la educación, sectores aparentemente abandonados en aras de la "seguridad democrática" y que condiciona problemas tan sensibles como la elevada pobreza y desigualdad.

No hay que olvidar también el drama de los desplazados que hace de Colombia el segundo país a nivel mundial en número de personas desplazadas por un conflicto interno, tras Sudán. Y un fracaso en la reinserción de los paramilitares a la vida civil puede conllevar también a determinados conflictos sociales.

Un desgaste de Uribe en estos sectores, aunado a un posible éxito en una eventual ofensiva militar de las FARC, podría complicar políticamente a un presidente que tiende a encajar mal las noticias negativas. Si decide gobernar en solitario con su círculo más directo y sumiso, sin tender manos a las demás formaciones políticas, puede correr también el riesgo de aislamiento. Este escenario lo podría aprovechar la nueva izquierda el Polo Democrático, de cara futuras elecciones.

El "fenómeno Uribe" parece consolidar un viraje político en Colombia, aunque este proceso de cambio no corra paralelo al complejo reajuste político hacia "las izquierdas" que se observa en América Latina. En su primera alocución tras el triunfo habló de alcanzar un país "pluralista". En los próximos cuatro años, Uribe deberá calcular si predominará la "mano dura" o el "corazón grande".