Cuba: apertura a dos bandas

La Unión Europea debate un cambio en su política hacia Cuba en una coyuntura sumamente decisiva para la isla caribeña. Bajo el impulso de la nueva ministra española de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, varios países de la UE pidieron a la Alta Representante de Política Exterior europea, Catherine Ashton, la posibilidad de modificar la Política Común europea hacia Cuba vigente desde 1996.

Apartados xeográficos Latin America
Palabras chave Cuba
Idiomas Castelán

La Unión Europea debate un cambio en su política hacia Cuba en una coyuntura sumamente decisiva para la isla caribeña. Bajo el impulso de la nueva ministra española de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, varios países de la UE pidieron a la Alta Representante de Política Exterior europea, Catherine Ashton, la posibilidad de modificar la Política Común europea hacia Cuba vigente desde 1996.

Por su parte, otros países, como Alemania, Suecia, Polonia y República Checa, se oponen a modificar esta posición común por considerar que el gobierno de Raúl Castro no ha avanzado lo suficiente en materia de reformas democráticas y derechos humanos, a pesar de las recientes liberaciones de presos políticos.

Jiménez, con experiencia en la región por haber sido anteriormente Secretaria de Estado del gobierno de Zapatero para asuntos iberoamericanos, expuso en Bruselas la necesidad de dar un nuevo curso a la relación europea con Cuba. Las recientes aperturas a la empresa privada bajo un nuevo régimen tributario, motivadas por la crisis económica que llevó al presidente Raúl Castro a liberar a medio millón de empleados públicos, son interpretadas por la diplomacia española como un paso que puede resultar decisivo a la hora de modificar la inflexible Política Común europea.

Por otro lado, la Asamblea General de la ONU votó abrumadoramente el pasado 26 de octubre por el fin del embargo de EEUU hacia la isla caribeña. Esto constituye evidentemente un nuevo triunfo para la diplomacia cubana y una nueva advertencia para el gobierno de Barack Obama, quien manifiesta actualmente una ambigua posición en cuanto a la apertura de relaciones con Cuba. Es posible que Obama no muestre una actitud definitiva al respecto en momentos previos a las elecciones legislativas del martes 2 de noviembre, probablemente para medir cómo evolucionará el lobby cubano en Florida, y si el péndulo político favorece al Partido Republicano.

Resulta obvio que la hábil diplomacia cubana juega a dos bandas, pero apostando más fuerte por la carta estadounidense. El canciller cubano Bruno Rodríguez anunció una posición cautelosa por parte de La Habana ante el debate en el seno de la UE. Una modificación de la Política Común europea significará un táctico triunfo diplomático para La Habana que enviaría claras señales hacia Washington, cuyos lobbies empresariales presionan fuertemente a Obama para finalizar con el anacrónico embargo y abrir Cuba a las inversiones estadounidenses.

Obviamente, en Washington quieren picar adelante en esta materia. En 2009 y a pesar del embargo, empresas privadas estadounidenses vendieron a Cuba US$ 533 millones en productos agrícolas y médicos. Por su parte, el G-77 estimó que el mantenimiento del embargo a Cuba frustra la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, impulsados por la ONU.
            
Mientras en La Habana, el aparente inmovilismo político que obstaculizaría mayores reformas democráticas coloca a Raúl Castro y su gobierno en una situación compleja. Lentamente se están removiendo nuevos temas y debates públicos en Cuba, anteriormente prohibidos o inéditos, tales como los derechos de las minorías sexuales. Pero no hay señales de apertura democrática global, y este escenario es más factible que dure a mediano plazo, a pesar de las presiones exteriores. Tan sólo se observan tácticos movimientos en la alta cúpula, probablemente motivados por el inevitable relevo generacional.
            
Resta considerar cuál será la capacidad real de influencia por parte de la diplomacia europea en cuanto a la apertura hacia Cuba, incluso a sabiendas de que Bruselas no tiene la última palabra. Esta posibilidad explica el interés del gobierno cubano en influir, incluso por otras vías (Brasil, integración regional) para que Washington aplique un histórico vuelco. Por ello, puede que la clave del futuro político cubano esté más bien orientada a percibir cuál sería el hipotético cambio de actitud de la Casa Blanca.