yuan dollar

EEUU en guardia ante China

 Yuan / dollar, clic para aumentar
Los dos tercios de las reservas chinas (820 mil millones de dólares en 2005) están depositados en dólares, la mitad en bonos del Tesoro estadounidense (247 mil millones de dólares) y cualquier insinuación de diversificación de la cartera produce una enorme intranquilidad en Washington.
 

La evolución de las relaciones entre Estados Unidos y China constituye uno de los principales termómetros de la nueva realidad internacional del siglo XXI. Caracterizada por sus continuos altibajos y las mutuas sospechas, en los próximos años cabe esperar un decantamiento, más o menos definitivo, de las respectivas posiciones. Pero, cuáles son los síntomas que identifican hoy día las tendencias principales?

Habitualmente se presta mucha atención a las fricciones económicas bilaterales. El déficit comercial, la reevaluación del yuan, la propiedad intelectual, etc, forman parte del vocabulario de las tensiones normales. A ello habría que añadir algunos datos más. Por ejemplo, los dos tercios de las reservas chinas (820 mil millones de dólares en 2005) están depositados en dólares, la mitad en bonos del Tesoro estadounidense (247 mil millones de dólares) y cualquier insinuación de diversificación de la cartera produce una enorme intranquilidad en Washington. En segundo lugar, las tensiones energéticas van a más, en la medida en que EEUU no ve con buenos ojos esa búsqueda sistemática por parte de China de una red de acuerdos que le garantice la autosuficiencia. Por último, esa diferencia se plasma también en la gestión de crisis internacionales. Cuando el pasado 27 de diciembre, EEUU anunciaba la imposición de sanciones a ocho sociedades que habían vendido determinadas armas y tecnologías a Irán, seis de esas sociedades eran chinas. Beijing no apoya la política de aislamiento tecnológico de Teherán y enmarca su relación con este país partiendo de la consideración de que es un importante proveedor de productos petroleros. Pero sus protestas contra las sospechas y las sanciones estadounidenses caen en saco roto.

Las diferencias a propósito de Taiwán son elocuentes, a pesar de que EEUU parece no secundar la estrategia soberanista del presidente Chen Shui-bian. Pero en Beijing produce alarma la insistencia de las presiones por parte de EEUU para que el Parlamento de Taipei de su visto bueno a un proyecto de compra de armas que la oposición mayoritaria rechaza de plano e insistentemente.

El último dato revelador lo ofrece el informe cuatrienal de defensa, elaborado por el Pentágono y dirigido al Congreso, que ha sido presentado el pasado 6 de febrero. Dicho documento insiste en la estrategia de seguridad planteada después del 11S, pero introduciendo algunas novedades y reajustes de cara al futuro inmediato. Entre esas novedades, se encuentra la reiteración de menciones a China en varios sentidos. En primer lugar, critica a China por el insuficiente nivel de transparencia en el ámbito de la defensa. En segundo lugar, lo que es más importante, se cita a China, expresamente y por primera vez en un documento de estas características, como un competidor.

El informe del Pentágono alerta sobre las capacidades militares de China, pero no solo. En él se señala que China “tiene el mayor potencial para rivalizar militarmente” con EEUU, alterando los equilibrios militares regionales. Inventariando el considerable esfuerzo de modernización de sus fuerzas armadas, llevado a cabo en la última década, el Pentágono señala que China es el rival militar convencional más importante.

En una segunda acepción, identificada esa amenaza potencial, el informe transforma esa advertencia en una exigencia de mayores dotaciones para la defensa y en una priorización de las fuerzas capaces de mantener operaciones a largas distancias y por un tiempo considerable, fortaleciendo la capacidad operativa de las fuerzas presentes en la región del Pacífico, y fomentando la capacidad de ofensiva de largo alcance ante la eventualidad de un cambio de situación en países aliados como Japón, Corea del Sur u otros de la zona.

Así pues, la principal novedad de este informe en relación al previo emitido en 2001, es que EEUU fija cada vez más su atención en los asuntos militares chinos, señala a Beijing como el principal competidor y se pone en guardia frente a él. Así lo entiende Zhu Fen, profesor del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Beijing, quien añade que la modernización militar de China se desarrolla bajo parámetros de normalidad y que la emergencia solo puede definirse como pacífica pues China no amenaza a nadie ni daña el crecimiento sano y estable de las relaciones internacionales. Washington no da crédito a esa insistencia en la modestia china, considera que es una estrategaza para captar recursos y acceder a altas tecnologías, y recabar indulgencia y tolerancia de los países occidentales en los temas que provocan una mayor erosión de la confianza bilateral.

Ese aumento de la desconfianza entre ambos se traduce también, a sensu contrario, en la elevación del nivel de exigencia, cada vez más presente en los pronunciamientos de las autoridades estadounidenses. Robert B. Zoellick, subsecretario de Estado, señalaba en septiembre pasado que las relaciones entre los dos países no solo deben establecerse en función de la gestión de sus intereses comunes, sino también sobre la base de compartir una “concepción común de los valores esenciales”, en alusión a los derechos humanos y la democracia. En realidad, lo que se reclama es que el desarrollo de China debe encauzarse de modo tal que tenga en cuenta, en la fijación de su rumbo, los intereses de EEUU. Mientras no se vea así con total claridad, la contención y el contacto medido constituirán lo esencial de la estrategia de EEUU con respecto a China.

¿En que medida todo esto es posible? Washington tiene el objetivo estratégico fundamental de garantizar su hegemonía planetaria, evitando que un país o un grupo de países puedan desafiar su posición. La estrategia con China se enmarca en un proceso activo e in crescendo de prevención. No obstante, lo cierto es que la emergencia de China está modificando la configuración mundial. Su influencia aumenta y hay que disponerse a hacerle un hueco, tanto en el plano regional, donde su papel económico es cada vez más determinante, como a escala global. China es un referente indispensable de la nueva época, pero, rival o aliado, debe elegir. Y sus gestos y actuaciones parecen hablar más de lo primero que de lo segundo. Eso pone en guardia a EEUU.