Era parte del itinerario ofrecido aquel día… es más, era el último destino antes del retorno a Santiago de Compostela. Y de pronto ahí estaba Muxia. No es un lugar más, merece ser encontrada. Es una meta y no una escala en la ruta hacia otros lugares: hay que buscarla. Es el final de un camino que muchos recorren a pie y que pocos olvidan. Cuando comprendí que el camino a Muxia era mucho más antiguo que cualquiera de los Caminos a Santiago, decidí apartarme del grupo y quedarme varios días. Esperaba encontrar bellos lugares: paisajes, construcciones y escuchar historias. El guía nos mostró el enorme campo de rocas que se asoma al mar de la Costa da Morte, la Punta da Barca, uno de los lugares más visitados de Muxia.
Cuenta la historia que el Apóstol Santiago no lograba convertir a la población a la nueva fe, de la que era portador, y apartarla de ritos paganos. Cuando comenzó a flaquear en sus intentos se le apareció la Virgen para sostenerlo en su empresa, según algunos relatos acompañada de ángeles, en una barca de piedra. De acuerdo con esta historia, la piedra de Abalar, la piedra dos Cadris y la piedra do Timón –muy notables en la costa- fueron parte de aquella barca y quedaron allí como testimonio del milagro. Frente a esa misma costa se construyó en el siglo XII el santuario de Nosa Señora da Virxe da Barca, que ha sufrido gran cantidad de calamidades naturales pero aún se yergue de cara al mar.
Allí también se encuentra el faro de Punta da Barca y, más reciente, la escultura “A Ferida”, un monumento de Alberto Bañuelos-Fournier erigido en septiembre 2003 para honrar a quienes se esforzaron en mitigar los efectos de la catástrofe del buque petrolero Prestige en la Costa da Morte.
Muxia cuenta con múltiples historias ligadas al mar. Es posible ver en el interior de la iglesia innumerables maquetas de barcos por cuyos tripulantes se sigue orando. La Costa da Morte es bella, rica en recursos y en la solidaridad de sus pueblos, pero exige coraje, resignación, fe. El mar ha reclamado muchas vidas…
Pero durante mis caminatas por la costa, la ciudad, los campos y sus muros, descubrí que Muxia era muchísimo más. Como si la brisa viniera acompañada de susurros milenarios. Tan difícil de definir sin el auxilio de “… hay algo que brilla en el silencio.” de Antoine de Saint-Exupery…
En Muxia se han encontrado restos arqueológicos que nos demuestran poblamientos prehistóricos. Las leyendas sobre las mencionadas piedras incluyen ritos y mitologías que parecen vivir en el aire que nos rodea. Nuestros caminos fueron transitados ya en la Edad de bronce, 3000 años a. C. la belleza y magnetismo de la Punta da Barca también sorprendió a pobladores y peregrinos paleolíticos, celtas, suevos, castreños y romanos ya avanzada la Edad de hierro, entre el 1200 a. C. y el florecimiento de las civilizaciones griega y romana. Hay restos de villas romanas en la zona: la ruta comercial atlántica conectaba con el mar Mediterráneo. Y aunque no hay documentos escritos, varios petroglifos como el conjunto de Pedra da Barca contienen figuras antropomorfas, animales -caballos, ciervos, toros-, símbolos astrológicos y también geométricos.
A la piedra de Abalar, significa oscilante en gallego, se le atribuían poderes que iban desde presagios -como desencuentros entre los dioses y las tribus- o amenazas de desgracias futuras, hasta la absolución de un supuesto culpable si, de pie sobre ella, lograba que la piedra se moviera1. También se la asociaba con la fertilidad. Según la leyenda –obviamente más reciente-, si una mujer se sienta sobre esta piedra durante la noche de San Juan, quedará embarazada…
Los poderes curativos de la piedra dos Cadris parecen perdurar en el tiempo: a diario se observa a viajeros/turistas pasar nueve veces debajo de ella para curar sus problemas renales, de columna, jaquecas…
La piedra de los Enamorados garantizaba (¿garantiza?) la bendición de un amor eterno… Si presenciamos esos rituales en el tercer milenio… ¿por qué dudar que hace 5000 años fueron suficientes para justificar un peregrinaje o un poblamiento?
Muxia, catedral neolítica, santuario prehistórico y hoy de la fe cristiana, sigue rodeándonos con su magia intemporal. El concepto de silencio adquiere otra dimensión en Muxia. Solo basta con escucharllo…
1 Una tormenta fracturó un extremo de esta piedra en 2014 y los intentos realizados para restaurarla, fracasaron. Ahora la roca permanece inmóvil. El trozo ha quedado instalado en el atrio del santuario vecino.
Nota de la autora: No he recibido ningún tipo de compensación (económica o no) por escribir este artículo, no tengo conexión material con las marcas, productos o servicios que he mencionado y mi opinión es independiente.