Mapa Colombia-Venezuela

Cruzar las fronteras y ayuda humanitaria: 2- la frontera colombo-venezolana

La llegada masiva de refugiados venezolanos supone un punto de cambio en la historia y geografía migratoria de Colombia y Venezuela. En efecto, “La situación política, económica y social de Colombia durante décadas motivó la migración de sus ciudadanos, la cual se profundizó y masificó con el conflicto armado” (Pineda & Keymer, 2019: 53). Entre 1936 y 1999, muchos latinoamericanos aprovecharon las oportunidades profesionales en Venezuela gracias a su modelo económico favorable.

Más recientemente, somos testigos del retorno de descendientes colombianos y de la emigración de venezolanos en América latina por culpa del contexto político criticado y una situación económica preocupante.

Cabe señalar que la situación transfronteriza también se ha complicado desde la llegada de Chávez a Venezuela en 1998. El presidente venezolano decidió terminar las relaciones comerciales en 2005 y puso tanques de guerra en la frontera. En 2011, Venezuela se retiró de la Comunidad Andina de Naciones y en 2015 cerró la frontera con Colombia. Las fronteras siguen cerradas a los vehículos, lo que conlleva una gran limitación del comercio. Esta situación, además de provocar también una emigración de los venezolanos, ha generado problemas como el cierre de empresas, la pérdida de empleos, contrabando, deterioro de la seguridad, inflación económica en las ciudades fronterizas colombianas e hiperinflación en Venezuela (González Mendoza & Sierra de Rodríguez, 2018).

En reacción a la llegada de venezolanos, la estrategia adoptada por los distintos países difiere, muchos países han elegido de cerrar las fronteras y expulsar a los venezolanos, “mientras que otros han tratado de cumplir las tradiciones y los compromisos existentes en la región. Estos últimos países han permitido la estancia de los inmigrantes y han fomentado su integración, ya sea aplicando los instrumentos existentes o creando mecanismos alternativos.” (Castro, 2021). La acogida se mira específicamente en Colombia, un caso emblemático de país que desea integrar a los migrantes. Venezuela y Colombia comparten más de dos mil kilómetros de frontera que son cruzados caminando por los refugiados (‘caminantes’). Así que se observa una actividad humanitaria significativa. Muchos actores están de acuerdos en decir que es una ‘emergencia humanitaria sin precedentes’.

Los venezolanos que huyen viven en condiciones difíciles. Salen del país con pocas pertenencias o poco dinero. Además, el aumento del fenómeno migratorio y la crisis pandémica iniciada en 2019 marcan un agravamiento de la precariedad y, por ejemplo, de las situaciones de carencia nutricional. ACNUR afirma que existe una “necesidad urgente de intensificar la asistencia humanitaria y aumentar el apoyo a la inclusión socioeconómica” de los refugiados y migrantes venezolanos (ACNUR, 2020). La agencia de la ONU también afirma que la mayoría de los migrantes de Venezuela son “familias con niños, mujeres embarazadas, ancianos y discapacitados”. Están viviendo en barrios marginales/ asentamientos y encuentran dificultades salariales y también de solicitud de asilo (Osorio & Phélan, 2020).

A pesar de los esfuerzos y la ayuda pública, se necesita ayuda sobre el terreno. Hasta ahora, la ayuda humanitaria ha sido brindada por asociaciones y ONG locales, que han proporcionado refugio y servicios básicos. Proponen una asistencia jurídica, distribución de comida, agua, ropa, vivienda, kit de higiene y un acceso a la atención médica. Se adjuntan a una asistencia por la inserción profesional, la educación y apoyo psicosocial para facilitar y ayudar a la inclusión social en la sociedad de acogida.

Además, durante el tránsito, mujeres y niños muchas veces se encuentran separados de sus familias y corren el riesgo de ser explotados por grupos violentos, así que las asociaciones trabajan en la protección de esta población vulnerable.

Las ONGs se dividen las actividades en algunas zonas y cooperan en otras. La mayoría de las asociaciones de la frontera trabajan en los departamentos de Santander (vía Cúcuta-Bucaramanga) y Arauca.

Las asociaciones internacionales que comunican lo más sobre sus acciones en esta área geografía son el Consejo Noruego para refugiados (NRC) con casi 542000 beneficiarios, International Rescue Committee (IRC), quien ayudó a 87000 Venezolanos en Colombia y Venezuela en 2020, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que trabaja con 124 500 migrantes y los miembros de sus comunidades de acogida y Première Urgence internationale (PUI), que cuenta con 157000 beneficiarios desde 2019.

Las ONGs también tratan de ayudar a la población que se queda en Venezuela desde Colombia, pero los accesos son difíciles con las fronteras cerradas y guardadas.

Por último, a pesar de los esfuerzos conjuntos, la cooperación entre los agentes locales, nacionales e internacionales (privados y públicos) sigue siendo limitada. De hecho, el apoyo financiero de la comunidad internacional es menor de lo esperado, teniendo en cuenta la magnitud de la crisis (Castañeda, 2020). Las asociaciones necesitan más para “garantizar que todos sean tratados con dignidad y asegurar su seguridad” (CICR).

El falto de apoyo se explica con dos factores: la posición geográfica de Venezuela y Colombia “menos estratégica que la de otras regiones del mundo” y que los países del Norte no sienten presión migratoria. “Se trata de una crisis cuyas consecuencias no se dejan sentir mucho en los países europeos, salvo en España” (Castro, 2021). La ONU, el Banco Mundial y el Banco Interamericano aportan fondos para financiar los programas, pero les faltan recursos.


Bibliografía