¿El fin de los periodistas?

Pocas instituciones resultan tan venerables e históricamente significativas como la prensa escrita. A lo largo de los siglos ella reflejó grandes acontecimientos y eventos fugaces. Bajo su estímulo se produjeron guerras y revoluciones y en función de su esfuerzo se develaron secretos de Estado, escándalos y corruptelas. La expresión Cuarto Poder, atribuida al político e intelectual anglo-irlandés del siglo XVIII Edmund Burke, reflejaba bien la gigantesca influencia que la caracterizó. El primer periódico que respondía a la concepción moderna del término se remonta a comienzos del siglo XVII en la ciudad de Estrasburgo, aunque el término mismo no sería acuñado sino hasta 1670.

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Pocas instituciones resultan tan venerables e históricamente significativas como la prensa escrita. A lo largo de los siglos ella reflejó grandes acontecimientos y eventos fugaces. Bajo su estímulo se produjeron guerras y revoluciones y en función de su esfuerzo se develaron secretos de Estado, escándalos y corruptelas. La expresión Cuarto Poder, atribuida al político e intelectual anglo-irlandés del siglo XVIII Edmund Burke, reflejaba bien la gigantesca influencia que la caracterizó. El primer periódico que respondía a la concepción moderna del término se remonta a comienzos del siglo XVII en la ciudad de Estrasburgo, aunque el término mismo no sería acuñado sino hasta 1670.

            La llegada progresiva de la radio, el cine (por vía de los famosos noticieros que antecedían a la presentación de las películas) y la televisión, impactaron sin duda el predominio absoluto del que había disfrutado la prensa escrita, pero nunca llegaron a desplazarla. La era digital, en cambio, pareciera plantearle una amenaza mucho más existencial.

Primera andanada

Una primera andanada de esta última se le vino encima con la aparición de los “blogs”, a partir de la década final del siglo precedente. Ahora se anuncia una segunda andanada mucho más significativa, representada por la tecnología de la ciencia narrativa. Si bien la primera afectó esencialmente a los dueños de los medios, la segunda habrá de afectar directamente a los periodistas.

            Sencillas herramientas digitales, manejadas una sola persona o cuando más un puñado de ellas, compiten hoy en forma directa con los servicios que prestan medios de prensa integrados por centenares de profesionales y técnicos. Más aún, aquellas logran con frecuencia trascender con creces el número de lectores identificados con la prensa escrita tradicional. Un reciente artículo de Joshua Fields Millburn, quien a través de su blog The Minimalist ha alcanzado 4 millones de lectores regulares, describía los sencillos cinco pasos requeridos para crear un medio digital de esta naturaleza.

            La competencia de los blogs ha obligado a los periódicos a lanzarse también por la ruta digital, lo cual sin duda les ha abierto una veta importante de penetración y de negocio. Sin embargo, la competencia con lobos solitarios de inmenso dinamismo y creatividad y con costos insignificantes, les representa a no dudarlo un esfuerzo inmensamente desgastador así como una amenaza permanente. Si bien ello ha afectado indirectamente a los periodistas, amenazando sus empleos por vía de reingenierías organizacionales, los principales dolientes han sido los dueños de los medios en función de la alicaída rentabilidad de éstos.

Segunda andanada

            Un nuevo fenómeno que estaría entrando en escena representa, no obstante, un reto aún mucho mayor para el periodismo escrito. Ello no sólo porque el número de los afectados podría ser inmensamente más grande, sino porque sacude hasta sus cimientos la noción misma de dicho oficio. Lo que está planteado podría, ni más ni menos, hacer de los periodistas, y por extensión de los columnistas de prensa, reliquias vivientes del paleolítico.

            El riesgo en cuestión se materializa por vía de la tecnología de la ciencia narrativa, la cual es bien descrita por Martin Ford en su obra de reciente aparición The Rise of the Robots: Technology and the Threat of a Jobless Future (“El Surgimiento de los Robots: La Tecnología y la Amenaza de un Futuro sin Empleos”). Al amparo de dicha tecnología la computación estaría ya en capacidad de generar reportajes y artículos en temas tan diversos como política, economía, negocios o deportes, haciendo indetectable su origen algorítmico.  De hecho una de las revistas de negocios más reconocidas del mundo, Forbes, recurre frecuentemente a esta opción.

Cada treinta segundos se estaría produciendo ya un trabajo de esta naturaleza, cuya ventaja comparativa fundamental sería el acceso virtualmente ilimitado a fuentes de información. Recurriendo al universo de información disponible en la red digital, las computadoras gozarían de una capacidad investigativa imposible de emular por los seres humanos. Sin embargo, no se trata sólo de juntar datos sino de analizarlos debidamente y de presentarlos bajo una redacción adecuada y, también allí, las benditas maquinas avanzan exponencialmente. Consultado en 2011, el cofundador de la empresa que lanzó esta tecnología predijo que nueve años la misma estaría en capacidad de producir algorítmicamente el 90% de los trabajos noticiosos. De más está decir que aunque esta tecnología afecta primordialmente a los periodistas, su impacto se hará sentir a lo largo y ancho del universo informativo-analítico.

Está se presenta como la salida digital perfecta para que los dueños de los medios enfrenten la competencia representada por los blogs, pero para los periodistas ello puede traducirse sin duda en una auténtica hecatombe profesional.