En el marco de la llamada “primavera árabe”, que en Marruecos encarnó el Movimiento del 20 de Febrero (20-F), Mohamed VI no tarda en reaccionar ante las demandas de la calle. Muy atento a las evoluciones políticas en la región, sobre todo en Túnez y Egipto, donde las protestas ciudadanas ya se han llevado por delante a Zine El Abidine Ben Ali y a Hosni Moubarak, mutatis mutandis el soberano alauí trata de anticipar eventuales desarrollos no deseados. El 9 de marzo de 2011 el rey se dirige a la nación, mostrándose receptivo a las demandas de la calle y anunciando la hoja de ruta para un “nuevo Marruecos” que debe ser sancionado por una flamante carta magna. Para ello se pone en marcha una Comisión para la Reforma Constitucional (CRC), compuesta por reconocidos juristas, académicos y representantes de la sociedad civil encabezados por el constitucionalista Abdelatif Menouni.
En el marco de la llamada “primavera árabe”, que en Marruecos encarnó el Movimiento del 20 de Febrero (20-F), Mohamed VI no tarda en reaccionar ante las demandas de la calle. Muy atento a las evoluciones políticas en la región, sobre todo en Túnez y Egipto, donde las protestas ciudadanas ya se han llevado por delante a Zine El Abidine Ben Ali y a Hosni Moubarak, mutatis mutandis el soberano alauí trata de anticipar eventuales desarrollos no deseados. El 9 de marzo de 2011 el rey se dirige a la nación, mostrándose receptivo a las demandas de la calle y anunciando la hoja de ruta para un “nuevo Marruecos” que debe ser sancionado por una flamante carta magna. Para ello se pone en marcha una Comisión para la Reforma Constitucional (CRC), compuesta por reconocidos juristas, académicos y representantes de la sociedad civil encabezados por el constitucionalista Abdelatif Menouni.
El 14 de abril de 2011 de 190 detenidos, incluyendo a los cinco presos políticos del caso del terrorista belga de origen marroquí Abdelkader Belairach, los independentistas saharauis del grupo de Ali Salem Tamek y los jeques salafistas Mohamed Fizazi y Abdelkrim Chadli. Un gesto de apertura cuyos efectos se ven contrarrestados con el atentado del 28 de abril contra el Café Argana en Marrakech, que lleva la firma de la rama magrebí de Al Qaeda, seguido del arresto de Rachid Niny, director del diario Al Massae y periodista más influyente del país, por sus críticas a la gestión del dossier terrorista. Saltan todas las alarmas. En la mente de todos el espectro de los atentados de 16 de mayo de 2003 en Casablanca cuando, amenaza islamista mediante, la transición política se dejó en suspenso.
Las autoridades tratan de calmar a la opinión pública y a la comunidad internacional, que sigue con lupa las evoluciones en el país. Desde el gobierno de Abbas El Fassi se multiplican los mensajes de tranquilidad, pero también de firmeza "contra aquellos que pretenden minar el proceso de cambio". Mientras, la CRC continúa con su misión. Se suceden las filtraciones en prensa de los trabajos de la instancia constitucional, generando todo tipo de comentarios y rumores. En aras de un amplio consenso, las labores de concertación entre actores prosiguen hasta el último momento. El 17 de junio de 2011, a través de un discurso dirigido a la nación, Mohamed VI desvela oficialmente los ejes de la nueva carta magna. Sobre el papel la constitución incrementa los poderes del primer ministro, “jefe de gobierno” a partir de ahora, y su ejecutivo, al igual que los del parlamento, sobre todo los de la Cámara de Representantes (baja) en detrimento de la Cámara de Consejeros (alta). Los principales actores políticos y asociativos coinciden en valorar positivamente el nuevo marco jurídico. “Existe una separación neta de poderes y cada quien sabe cual es su dominio y atribuciones, que ya no son objeto de interpretación como antaño”, estima Mohand Laenser, presidente del Movimiento Popular y por aquel entonces ministro de Estado. Para Amina Bouayach, miembro de la CRC y a la sazón presidenta de la Organización Marroquí de Derechos Humanos, “todas las instituciones se encuentran sometidas a la Constitución, tanto la realeza, como el gobierno, el parlamento y los tribunales, instaurándose una nueva lógica política, de responsabilidad ante los electores, que supone una auténtica revolución dentro de la esfera pública”.
Un rey con prerrogativas
En el articulado constitucional el rey sigue manteniendo un rol central, si bien se desacraliza su estatus, estableciendo una clara división entre sus atribuciones como jefe de Estado y como Amir Al Mouminim o Comendador de los Creyentes. La clarificación de la posición de la monarquía satisface a los grandes partidos y, en general, a amplias capas de la población. A destacar la posición monárquica a ultranza del - por aquellas - opositor islamista Partido para la Justicia y el Desarrollo (PJD). Tal y como afirmó a quien suscribe estas líneas el líder del partido de la lámpara, Abdelillah Benkirane, “nosotros, en Marruecos, no queremos tener algo así como una reina de Inglaterra, que reine pero que no gobierne. Nosotros necesitamos un rey que tenga prerrogativas, para que pueda cumplir con sus obligaciones”. El dirigente islamista matizaba su declaración y añadía que “tenemos necesidad de un rey real, pero no tenemos necesidad de un rey que lo haga todo. Lo que ocurría hasta ahora es que la responsabilidad le incumbía desde la A hasta la Z, pero con la nueva constitución esto se ha terminado y a partir de ahora tenemos un jefe de Estado y otro de Gobierno, ambos con prerrogativas claras”.
Frente a los partidarios de las disposiciones de la carta magna, los más críticos estiman que no se han producido avances significativos hacia la efectiva monarquía parlamentaria. Según Ahmed Assid, presidente del Observatorio Amazigh de Derechos Humanos, “la nueva constitución ha sido un fiasco, ya que se sanciona la misma monarquía absoluta de antes y es el rey quien continúa guardando todas las llaves del poder, incluso si debemos reconocer que se han hecho tímidas cesiones al gobierno y parlamento”.
Por otra parte, entre los avances más significativos del nuevo marco jurídico, la constitución sanciona por vez primera los afluentes múltiples de la identidad marroquí. El texto destaca los orígenes árabes, beréberes, saharauis, africanos, andaluces e incluso judíos del “ser marroquí”, algo que los islamistas consideran una “atenta” contra la primacía de la identidad musulmana de Marruecos. La carta magna también eleva al rango de oficial el tamazight (beréber), siendo Marruecos el primer país árabe en cooficializar otra lengua al lado de la que es propia del Corán. “Es cierto que el tamazight es ahora una lengua oficial al lado del árabe pero con una formulación constitucional que hace pensar que existe una primera lengua oficial, el árabe, y una segunda lengua oficial, relegada con respecto del sacrosanto árabe, que es el tamazight”, lamenta Ahmed Assid. Además, la constitución de 2011 establece toda una serie de mecanismos para garantizar la independencia de la justicia, reconoce las libertades fundamentales y derechos humanos, la primacía de los tratados internacionales sobre las leyes nacionales, y sanciona de forma clara la absoluta paridad entre hombres y mujeres. “El problema es que todos estos avances están vinculados a las denominadas ‘constantes inmutables del reino’, entre las que por ejemplo se encuentra la religión, que se puede seguir instrumentalizando con fines políticos”, sostiene Assid, escéptico. Con una opinión contraria, Amina Bouayach estima que “la opción democrática y los grandes logros en materia de derechos y libertades que consagra la carta magna son irreversibles”.
Victoria del “Sí” en el referéndum
La Confederación Democrática del Trabajo, el Partido Socialista Unificado (PSU) y la formación de extrema izquierda Vía Democrática expresan su rechazo frontal a la nueva constitución. Para estos, el articulado de la nueva carta magna no contiene cambios sustanciales, manteniendo la monarquía las mismas prerrogativas otorgadas por el texto constitucional de 1996. El PSU y Vía Democrática llegan a reivindicar abiertamente “una monarquía parlamentaria efectiva, que no garantiza el nuevo texto constitucional”. Por su parte, el 20-F también rechaza la carta magna y llama al boicot masivo del referéndum. “No pedimos únicamente un cambio de constitución, sino que exigimos una constitución democrática en la que el poder estuviera en manos del pueblo, donde los ciudadanos puedan elegir libremente a sus gobernantes y que éstos se sometan al control de los electores”, manifiesta Rachid El Belghiti, una de las cabezas visibles del 20-F. No obstante, los detractores son una minoría. El grueso de partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil saludan las disposiciones constitucionales y se comprometen en la campaña por el “Sí” en el referéndum. Mítines y actos a favor de la nueva carta magna se suceden a lo largo y ancho del país, tratando de movilizar al mayor número de electores posible. El 1 de julio 39.969 colegios electorales - 520 de ellos en el extranjero, en embajadas y consulados - supervisados por unas 320.000 personas abrieron sus puestas para permitir el voto a los 13.451.404 marroquíes inscritos (sobre unos 21 millones en edad de votar) para decidir sobre la nueva constitución. Con una tasa de participación del 72,65% el “Sí” logra el 98,4% de los sufragios. Marruecos dispone de una nueva carta magna y todas las miradas se dirigen ya hacia el anuncio de elecciones anticipadas.