Lianghui 2015: entre el formalismo y la sustancia

Visto desde fuera, la primera nota que sobresale de las sesiones parlamentarias anuales que discurren estos días en China es la consolidación de un nuevo ritmo. En efecto, aquí se dan cita mil y un temas en una especie de brainstorming que difícilmente puede aportar soluciones absolutas e incontestables, pero si logra transmitir cada vez mejor una idea general y sucinta sobre el momento político que vive el país a través del prisma oficial. Dicho esto, una mayor vivacidad en su desarrollo y una mejor gestión de los mensajes le otorga una imagen a cada paso más alejada del viejo ritualismo.

Visto desde fuera, la primera nota que sobresale de las sesiones parlamentarias anuales que discurren estos días en China es la consolidación de un nuevo ritmo. En efecto, aquí se dan cita mil y un temas en una especie de brainstorming que difícilmente puede aportar soluciones absolutas e incontestables, pero si logra transmitir cada vez mejor una idea general y sucinta sobre el momento político que vive el país a través del prisma oficial. Dicho esto, una mayor vivacidad en su desarrollo y una mejor gestión de los mensajes le otorga una imagen a cada paso más alejada del viejo ritualismo.

Este año, en el maremágnum de temas a abordar, hay tres asuntos esenciales. Primero, las reformas socioeconómicas, que tras dos años de trazado y aplicación afrontan el momento de la intensificación de su impulso y generalización demoliendo las resistencias que se le oponen sin perder de vista que la economía debe ganar eficiencia pero también estar al servicio de la gente y  permitir que la sociedad aumente su nivel de bienestar. Las reformas económicas en curso deben posibilitar la optimización de los recursos y posibilidades del país pero también responder a las exigencias del bien común superando las graves y persistentes desigualdades actuales, marcando una tendencia diferente a la imperante en las sociedades de Occidente.

Segundo, las reformas políticas, avanzando en el diseño de mecanismos institucionales que no solo frenen la corrupción de forma eficaz sino permitan alargar la democracia y ampliar los derechos y libertades de los ciudadanos. Las relaciones del PCCh con el marco legal y estructuras fundamentales del Estado como la justicia, que afectan a la credibilidad cívica del entramado institucional, estarán sometidas a prueba determinando la sinceridad y alcance de las proclamas oficiales. Los próximos años serán decisivos para apreciar avances palpables en este sentido y calibrar la existencia o no de voluntad política efectiva.  

Tercero, el mensaje exterior, aclarando el perfil de la creciente presencia internacional de China a todos los niveles y pormenorizando en los hipotéticos beneficios que para el mundo supone una China más fuerte y estable, lo que se traducirá en una sociedad internacional más plural y diversa y en un orden global multipolar.

En suma, estas Lianghui, que tienen lugar en un momento clave de esta nueva inflexión china, deben aportar una mayor clarificación sobre el rumbo a seguir, despejando dudas sobre los asuntos de mayor interés en todos los órdenes, atendiendo no solo a los aspectos económicos sino ahondando en la idea de una reforma integral que debe dar paso a un nuevo país. Segundo, la visibilización de la determinación de las autoridades chinas a la hora de aplicar las reformas en el próximo lustro, que será decisivo para su éxito.

El gran reto a no perder de vista sigue centrado en completar la modernización del país y, a la vez, preservar el magisterio del PCCh, una ecuación nada fácil, pletórica de desafíos y contradicciones a gestionar en un contexto, tanto interno como exterior, plagado de convulsiones e incertidumbres.