Ma Ying-jeou ha sido elegido el sábado 16 de julio nuevo presidente de la principal fuerza de la oposición taiwanesa, el Kuomintang (KMT). Alcalde de Taipei, no pocos señalaban a Ma como el candidato mejor preparado para derrotar a Chen Shui-bian en las elecciones presidenciales de marzo de 2004. Su elección al frente del KMT pronostica su candidatura para las presidenciales de 2008, en las que Chen Shui-bian, actualmente en su segundo mandato, ya no podrá concurrir.
El KMT, apartado del poder desde las presidenciales de 2000, inicia con esta elección el principio del fin de su adaptación a la nueva situación de pluralismo político y partidario a que ha conducido la reforma política iniciada en los años ochenta por Chiang Ching-kuo, hijo del también dictador Chiang Kai-shek, y a quien el propio Ma sirvió de traductor de inglés.
La elección de Ma se ha realizado de forma democrática, con una elevada participación de las bases del partido, y derrotando brillantemente a su rival, Wang Jyn-pyng, actual presidente del Yuan legislativo, al obtener más del 70% de los sufragios. Se trata de la primera elección democrática interna en toda la historia del KMT, lo que refuerza su legitimidad ante la militancia y la sociedad taiwanesa y proporciona nuevos bríos para que la sucesión del saliente Lien Chan, dos veces derrotado por el actual presidente Chen, impulse también una nueva imagen del KMT. Ma, con gran experiencia política, tiene además en su favor, a diferencia de su rival Wang, su distanciamiento del poder económico y el mundo mafioso que ha combatido activamente desde su puesto de ministro de Justicia, una lucha que le granjeó la admiración y el respeto de sus ciudadanos, y que le aupó a la alcaldía de Taipei en 1998, al derrotar la candidatura de quien hoy es presidente de Taiwán, Chen Shui-bian.
A finales de este año deben celebrarse elecciones locales y Ma aspira a mejorar los resultados de su formación, que hoy tiene una gran responsabilidad política por cuanto su posición es determinante para fijar la evolución del país, según secunde o no las propuestas de Chen y el PDP (Partido Democrático Progresista), en especial, los términos de la redacción de una nueva Constitución que debería entrar en vigor en 2008 y que desde el continente se intenta impedir o descafeinar.
En cuanto a las siempre delicadas relaciones con China, Ma se muestra partidario de un entendimiento a largo plazo, en la línea tradicional del KMT, y contrario a la línea soberanista de los llamados “verdes” (PDP y TSU de Lee Teng-hui). Hu Jintao, el secretario general del Partido Comunista de China (PCCh), ha enviado un telegrama de felicitación a Ma. Se espera que el diálogo iniciado entre el PCCh y los partidos taiwaneses, en especial el KMT y el PPP (Partido el Pueblo Primero), a excepción del PDP, pueda afianzarse durante el mandato de Ma.
Las recientes declaraciones del decano de la Universidad de Defensa Nacional de China, el general Zhu Chengdu, en las que se ha mostrado favorable, “a titulo personal”, a la utilización de armas nucleares en caso de que EEUU interfiera en un conflicto con Taiwán, reflejan, una vez más, la magnitud y la seriedad del problema de las relaciones a través del estrecho de Taiwán.
En el plano interno, Ma deberá gestionar también las difíciles relaciones con el gobernante PDP. El diálogo entre partidos con China está abriendo importantes posibilidades para el desarrollo de los vínculos en materias que hasta hace poco estaban atascadas, ya sea el transporte directo de mercancías o la exportación de diversos productos agrícolas de Taiwán a China.
Las autoridades del continente en una inteligente maniobra apuestan por el diálogo con el sector privado. El KMT avala el diálogo directo establecido desde los diferentes sectores con sus contrapartes en China, pero el PDP y el gobierno, excluido por Beijing de las negociaciones a conciencia y sin posibilidad de reconsideración en tanto no acepte el principio de que solo existe una China y que Taiwán es parte de ella, acusan a la oposición de traición.
Aunque el pragmatismo parece una cualidad compartida por los chinos de uno y otro lado del Estrecho de Taiwán, una delgada línea establece la separación entre lo que puede ser considerado simple y beneficioso negocio para ambas partes y la suma de claudicaciones parciales que pueden dar al traste con las posibilidades de establecer un marco de negociación global y más ventajoso para las autoridades de Taipei. Ma parece consciente de ello.
Xulio Ríos (Gloobal, 20/07/2005, Argenpress, 17/07/2005 e La Insignia, 18/07/2005)