¿Qué posibles opciones se presentan en la crisis venezolana ante la inédita proclamación de Juan Guaidó como presidente interino y las reticencias de Nicolás Maduro a entregar el poder?
¿Qué posibles opciones se presentan en la crisis venezolana ante la inédita proclamación de Juan Guaidó como presidente interino y las reticencias de Nicolás Maduro a entregar el poder?
Contextualizado por el simbolismo de una fecha clave como es el 23 de enero para la historia contemporánea venezolana, la capital Caracas y varias ciudades del país caribeño y sudamericano respaldaron multitudinariamente el llamado del recién elegido presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, de “defender la Constitución” y de presionar al considerado como “usurpador” gobierno de Nicolás Maduro, a entregar el poder, propiciando así elecciones “libres y transparentes” en el marco de una transición “pacífica y democrática”.
El punto máximo de tensión y de presión contra Maduro llegó con la sorprendente proclamación de Guaidó ese mismo día como presidente interino de la República Bolivariana de Venezuela, a través de un cabildo abierto, expresión de asamblea ciudadana. Como presidente de la Asamblea Nacional, elegida democráticamente en enero de 2015, Guaidó hizo valer el mandato constitucional de proclamarse como presidente interino para dar inicio a un período de transición hasta nuevas elecciones.
Casi de inmediato, el gobierno de Donald Trump reconoció la legitimidad presidencial de Guaidó, seguido de una mayoría de países a nivel hemisférico e internacional. Por su parte, la Unión Europea, que recientemente había mostrado su respaldo a Guaidó como representante legítimo del poder legislativo, mantiene una posición más bien de prudencia, a tenor de los delicados acontecimientos que se viven en Venezuela.
¿Qué puede suceder?
Con ello, la crisis política e institucional venezolana ha llegado a un punto de absoluto no retorno, en el cual las multitudinarias protestas y manifestaciones contra Maduro han dejado un saldo preliminar de dieciséis muertos.
Esta crisis política e institucional viene propiciada por el rechazo de Guaidó de la igualmente controvertida juramentación para un nuevo mandato presidencial hasta 2025 por parte de Nicolás Maduro, realizada vía Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el pasado 10 de enero. Tras la proclamación presidencial de Guaidó como “presidente interino” este 23 de enero, Maduro y su gobierno no sólo desconocieron este hecho argumentando un “golpe de Estado en camino”, sino que decidió suspender las relaciones diplomáticas con EEUU.
Por su parte, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) emitió una declaración pública respaldando el “mandato constitucional” de Maduro. No obstante, no está muy clara la ecuación política dentro del estamento militar venezolano. Las recientes y aisladas manifestaciones de disidencia y de desconocimiento de Maduro por parte de algunos efectivos y unidades militares, sumado al hecho de que algunos efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se negaron a reprimir las multitudinarias manifestaciones realizadas este 23 de enero, en algunos casos uniéndose a las mismas, da a entender que existen fisuras en los cuadros medios del estamento militar.
Por primera vez, Maduro se muestra claramente a la defensiva, con incierta capacidad de maniobra ante una situación en las calles que prácticamente se le va escapando de las manos. Se aferra absolutamente al apoyo del Alto Mando militar y de aliados internacionales con peso geopolítico, como son los casos de Rusia, Turquía y China, quienes le han mostrado su apoyo ante esta nueva crisis.
Toda vez, sus aliados regionales siguen siendo Cuba, Nicaragua, Bolivia y San Vicente y las Granadinas. Por su parte, Uruguay, otro país que asistió a la juramentación de Maduro el pasado 10 de enero, clama por una solución pacífica y democrática en Venezuela. Mientras, el nuevo gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador le ha mostrado a Maduro su reconocimiento, pero mantiene también un perfil de prudencia, abogando por la solución pacífica.
Por otro lado, Guaidó se erige ahora como el verdadero líder de la oposición venezolana, concentrando un apoyo prácticamente unánime en todos sus sectores y mostrando una hoja de ruta clara: renuncia de Maduro por ilegitimidad constitucional de su nuevo mandato y transición pacífica y ordenada hacia unas nuevas elecciones presidenciales “libres y transparentes”.
Amparado en el artículo 233 de la Constitución Bolivariana de Venezuela (1999) que le faculta de asumir la presidencia de la República en calidad de presidente del poder legislativo ante una situación de irregularidad, Guaidó ha cosechado un inmediato respaldo internacional como ningún otro líder opositor venezolano obtuvo con anterioridad.
Cuatro escenarios abiertos
En esta lucha de poderes institucionales en clave de confrontación política, se abren cuatro escenarios clave que, observados desde el contexto actual, pueden tener las siguientes salidas a la crisis:
Renuncia negociada de Maduro para propiciar una transición pacífica y una convocatoria electoral presidencial. Es el escenario ideal para Guaidó y la comunidad internacional que lo respalda. No obstante, el inmediato apoyo a Maduro por parte del Alto Mando de la FANB dificulta seriamente esta situación, dejando abiertos escenarios de tensión y violencia política.
Golpe militar. Una opción posible, pero dependerá del grado de fractura y descontento hacia Maduro existente tanto en la FANB como en los organismos de seguridad del Estado, así como los verdaderos apoyos que tenga Guaidó en estos estamentos. En todo caso, esta opción se desliza dentro del escenario de la violencia que está latente en el escenario, empeorando así la tensión política.
Intervención internacional. Aunque Trump y su homólogo brasileño Jair Bolsonaro han sopesado esta posibilidad valorando “todas las opciones” existentes incluida “la intervención militar” en Venezuela, es una alternativa con escaso apoyo hemisférico e internacional. Hace semanas, el Grupo de Lima se pronunció claramente en contra de esta opción. Todo dependerá del grado de deterioro de la crisis venezolana, en caso de que derive en un escenario de violencia y de posible guerra civil, que eventualmente propicie una intervención exterior.No obstante, la escalada de la crisis venezolana y su implicación exterior determina la posibilidad de una presión internacional contra Maduro para que acepte una mediación internacional que de paso a nuevas elecciones. Es una iniciativa similar a la opción 1 anteriormente descrita, y que también hace causa común con las expectativas de Guaidó y la oposición.Una de las primeras medidas de Guaidó al asumir la presidencia interina fue abrir canales para la ayuda humanitaria a Venezuela. La presión exterior a favor de esta medida ante el estado de debilidad política de Maduro puede ser clave en este sentido.
Autogolpe de Maduro, con el apoyo de la FANB y de elementos afectos al régimen. Otra opción no deseada ni por Guaidó ni la oposición como tampoco por la comunidad internacional. Bajo este contexto, similar a la opción 2 anteriormente descrita, la crisis venezolana entraría en un peligroso laberinto de violencia y posibles escenarios de guerra civil, aunque de baja intensidad.La ruptura de relaciones con Washington por parte de Maduro podría suponer un adelanto de que, desde el Palacio de Miraflores, estén manejando seriamente esta opción. Pero sus resultados serían inciertos ante el mayoritario desconocimiento internacional al nuevo período presidencial de Maduro. De ocurrir, el aislamiento exterior de Maduro se intensificará, colocando al país en una situación prácticamente de paria internacional.Este contexto deja a Maduro en una situación aún más impredecible, tomando en cuenta la grave crisis socioeconómica en curso y las limitadas líneas de financiamiento y de cooperación económica que tiene, salvo en los casos ruso, turco y chino.
Con estos escenarios abiertos y la incertidumbre en el ambiente, el pulso de Guaidó contra Maduro entra en horas decisivas. La única certeza se establece en que esta confrontación política e institucional viene impulsada por el creciente malestar social hacia Maduro y ante la aparición de una posibilidad de cambio en manos de Guaidó. La crisis venezolana, por tanto, entra ahora en una nueva fase.